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María Josefina Iborra, maestra normal nacional que atesora valiosos recuerdos cipoleños

María Josefina tiene un profundo agradecimiento hacia el pueblo y las familias que tanto ayudaron a su padre en su crianza.

En este intercambio de historias que sucede entre aquellos que transitamos el puente que une Neuquén con Cipolletti, resuena siempre el agradecimiento de los familiares de los pioneros por la posibilidad de narrar las historias de aquel primer poblado rionegrino en el siglo XX. Tal es el caso del testimonio de María Josefina Iborra, a quien visitamos una fría tarde otoñal.

Los descendientes de don Enrique Iborra, un valenciano español nacido a fines del siglo XIX, llegaron al país junto con sus padres. En Buenos Aires, don Enrique se recibió de Contador Público Nacional. En 1922 contrajo matrimonio con Antonieta Von Haeften, una belga a quien conoció en Buenos Aires, donde él trabajaba como contador. Posteriormente, se trasladaron a Comodoro Rivadavia, pero la vida allí era muy dura, por lo que decidieron regresar a Buenos Aires. Con recomendaciones, se establecieron en Chacabuco, provincia de Buenos Aires, y posteriormente vivieron en otros lugares del sur.

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Luego, se trasladaron a la gobernación de Neuquén, donde residieron desde 1922 hasta 1926 en la calle Buenos Aires, entre Alberdi y Rivadavia, lugar donde nació Beba el 28 de noviembre de 1926. Cuando don González Larrosa estaba en Cipolletti, contrató a don Enrique para encargarse de la contabilidad de la Comisión de Fomento. Alquilaron una casa en la calle Yrigoyen, propiedad del carpintero Adrover. Más tarde, don Enrique compró tierras, específicamente seis hectáreas a orillas del río Neuquén, las niveló y plantó árboles frutales. Beba recuerda que recibieron asesoramiento de don Juan Rosauer.

Asimismo, Beba expresa su enorme agradecimiento a todas las familias que los ayudaron, describiéndolas como "gente buena, humana y solidaria". Cuando ella era muy pequeña, su madre falleció mientras estaba embarazada, por lo que la llevaron a vivir con su abuela en Chelforó. Beba guarda un gran recuerdo del doctor Ángel Molteni, un médico familiar que brindó mucho apoyo y ayuda durante ese difícil momento. Tenía su consultorio en la calle Fernández Oro. Este destacado profesional pionero fue mencionado por el doctor Ciruzzi en la historia de los "Pioneros médicos de Colonia Lucinda".

Cuando habían pasado seis meses desde el fallecimiento de su esposa, don Enrique fue a buscar a Beba y la trajo a Cipolletti. Vivían en la chacra de Cipolletti, y cuando Enrique se iba a trabajar, dejaba a la niña en la chacra con llave. Beba recuerda que él le dejaba una taza de pasas de uva, leche y trocitos de pan para que comiera. Evoca también la imagen de un ropero con pertenencias de su mamá. Asimismo, recuerda a las familias Sbriller, Katz, Manzano, doña Herminia Menichelli de Toschi, Tita Rosauer, Cholita, Yolanda, Nelly, Chocho y los mellizos Luis y Miguel, la familia Bustios, la familia Ramos, don Alfredo Kosman. Todas las familias les abrieron las puertas y le decían: "Déjeme a la nena, se la cuido".

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Beba Iborra y su mamá.

Beba Iborra y su mamá.

Beba completó la escuela primaria en la Escuela 33. Luego, terminó sus estudios secundarios en el Colegio de Monjas La Inmaculada y se recibió como Maestra Normal Nacional en 1944.

En 1934, don Iborra fue nombrado Juez de Paz desde Viedma. Posteriormente, contrajo matrimonio nuevamente con una maestra de San Luis llamada Tomasa Garro, con quien tuvo un hijo llamado Enrique Julio.

Entre los recuerdos de Beba, destaca a la sera Miranda Galardini, a quien menciona como su "segunda mamá".

En 1945, Beba realizó su primera suplencia en la Escuela 33. Luego, ejerció como maestra suplente en Challacó, a donde la llevaba su padre. También fue maestra titular en una escuela de Loncopué y luego fue trasladada a Vista Alegre. Después de un tiempo trabajando en la enseñanza, decidió renunciar para quedarse a trabajar en la chacra. Su padre le había dicho: "Nunca vendas esta tierra, el que tenga un pedazo de tierra nunca muere de hambre. En esta tierra hay sudor de tu padre".

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Don Enrique Iborra.

Don Enrique Iborra.

Beba conoció a su esposo, Elio Marcelo Rodríguez. Ella comparte una anécdota en la que, durante unas elecciones en las que ella era la presidente de mesa, necesitaban buscar a una votante y debían contar con alguien que los llevara. La señora Nelly Isidro de Lizaso sugirió a un señor que era fiscal por el radicalismo, y ese señor resultó ser Rodríguez.

Elio Marcelo Rodríguez era originario de San Juan, enólogo, nacido el 27 de noviembre de 1922, hijo de Alberto Rodríguez y Romelia Varas. Beba y Elio se casaron en 1961 y se establecieron en la chacra.

De su matrimonio nació Marcela Antonieta el 22 de abril de 1967, en el Hospital Alemán de Buenos Aires. Marcela realizó la escuela primaria en la Escuela 258 y la secundaria en la Escuela Normal N° 5. Luego, se recibió como profesora de Letras en la Universidad del Comahue. Formó su propia familia con Andrés Lonac, y juntos tuvieron dos hijas: Jazmín y Miranda.

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Marcela Rodríguez y familia.

Marcela Rodríguez y familia.

Otro recuerdo significativo fue el contacto con la familia de Ludovico Galardini, Miranda Galardini y Elida Carli, eran los que cuidaban la Casa Peuser, la chacra y el parque con árboles exóticos. Beba recordaba que los Peuser venían a pasar sus vacaciones en el valle.

Esta es una historia de una familia pionera que se estableció tempranamente en Cipolletti y contribuyó a la formación de una sociedad basada en el trabajo honesto e incansable. Sus descendientes honran ese legado.

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