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El centro cipoleño se apaga por el cierre de las confiterías

Dos reconocidas confiterías y un restaurante cerraron de manera definitiva, mientras que un bar evalúa hacerlo en los próximos días. La crisis por la pandemia hirió de muerte a muchos gastronómicos de la ciudad.

Por Guadalupe Maqueda y Alberto Rivero / [email protected]

El centro cipoleño, que hasta hace pocos meses relucía con novedosos locales gastronómicos que ofrecían una gran variedad de oferta en comidas y bebidas, se transformó por estos días en una triste postal. Muchos de los empresarios decidieron cerrar sus puertas ante la imposibilidad de mantener el negocio, y la calle Roca comienza a apagarse de a poco. “A nosotros se nos hace imposible sobrevivir con el delivery”, alertaron.

La Bocata y Mil Horas, dos confiterías de la calle Roca, ya bajaron sus persianas. No pudieron con la pandemia de Covid-19, ni siquiera después de volver a trabajar con delivery o el retiro de viandas por la puerta de sus locales.

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La Bocata volverá a abrir en un par de semana más, pero ya no será una confitería. Ahora se reinventa y se prepara para lanzarse como sanguchería y fiambrería. Mil Horas, en cambio, cerró la puerta de su local definitivamente, y su dueña se repliega en el espacio más íntimo de su casa, donde piensa cómo seguir.

"Era un sueño tener nuestra confitería; ahora duele cerrar, duele por todo el esfuerzo y el sacrificio que hicimos. Pero esta pandemia nos llevó a una situación muy difícil, y tenemos que reinventarnos. La realidad es que en dos semanas más inauguramos otra sucursal de sanguchería y venta de fiambres y quesos, como lo que hacemos en el local de San Martín y 25 de Mayo", contó el dueño de la Bocata, Javier Gauto.

Dejará atrás la confitería para abrir como otra cosa, con tal de seguir presentes de alguna manera en Cipolletti. "No queríamos perder el local, la esquina; y se nos ocurrió que podíamos seguir así. Es un rubro que conocemos por las negociaciones que tenemos con los proveedores", acotó el comerciante.

El local por abrir como sanguchería y fiambrería será muy similar al que ya tiene en la misma manzana, y se llamará Bocata Full Express. Sumarán productos que vienen de Tandil y de Córdoba, para ofrecer al público un surtido mayor de quesos y fiambres. Apelarán también al "food express" con sánguches, ensaladas y otras comidas al paso. De esta manera, Gauto dijo que pueden sostener el personal e, incluso, tal vez necesiten incorporar una o dos personas más.

Mil Horas

"Todo esto se vive con mucha tristeza, porque el esfuerzo que uno le pone, la garra, generar fuentes de trabajo, se reduce a la nada. Eso es re triste, ver como todo se derrumba de un día para otro", expresó la dueña de Mil Horas, Carolina Alesi.

Ella estuvo presente en el local de calle Roca 380 por 26 años. Primero con un local de ropa, y hace poco más de tres años, con la cafetería y confitería que ahora tuvo que cerrar. Ya está vendiendo todo su mobiliario y trata de reinventarse desde su casa, aunque todavía no sabe qué irá a hacer.

"Ni con delivery, ni take away dan los números para pagar alquiler, impuestos, empleados. Los números no me cierran para nada, ni siquiera para salvar gastos. Tampoco me quiero embarcar en deudas astronómicas que después no sepa cómo afrontarlas. Yo estoy tratando de reinventarme desde mi casa, todavía no encuentro bien la manera", comentó la comerciante.

confiterías gastronomía

En su local se trabaja mucho de día y con la gente que se sentaba a tomar un café, una merienda, o que iba a almorzar. "Hace poco más de tres años quise cambiar de rubro porque la cocina para mí es una pasión. Me encanta cocinar, me arriesgué, puse el local con mucho esfuerzo, entusiasmo y trabajo, y el rubro me sigue encantando. Pero así no hay forma de que lo pueda sostener", aseveró la dueña de Mil Horas.

Lamentó muchísimo lo que está pasando, aún si mañana en Cipolletti se permitiera el ingreso de los clientes a los locales gastronómicos, ya que si se aplican los protocolos que funcionan, por ejemplo, en Europa, con mesas dispuestas cada dos metros de distancia, ella se quedaría con menos de la mitad. "Es un imposible laburar así con tan pocas mesas", afirmó.

Por eso, y por un largo tiempo, no tiene previsto volver al circuito comercial con un local en el centro. La comerciante reparó en que no hay mucho consumo; y recordó que el sector ya viene muy castigado con presiones de "todo tipo, tamaño y color". "Con esto de la pandemia, que era impensado, menos que menos. Por ahora, no", cerró.

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Se trata de uno de los bares más concurridos de la ciudad, en pleno corazón de la calle Roca, al 352. Este bar de estilo irlandés cautivó a un gran público desde sus inicios, allá por el 2014. El fuerte era su comida estilo gourmet, los cócteles de categoría y la infaltable birra artesanal. Pero en marzo cerró por la pandemia y no volvió a abrir; y lo que es peor, no saben si lo harán.

“La próxima semana vamos a intentar abrir implementando el delivery, pero los otros locales dicen que sólo pueden vender entre el 10 y 15 por ciento de lo que se facturaba antes de la pandemia. Eso no nos alcanzaría ni para sostener el comercio. Creemos que no nos va a funcionar, y estamos decidiendo si lo mantenemos con mucho esfuerzo o cerramos de forma definitiva”, contó a LM Cipolletti su propietario, Gustavo Franco.

Desde el inicio de la crisis el dueño del lugar pudo llegar a un arreglo salarial con los 8 empleados y tras un acuerdo de indemnización, los dio de baja. “Muchos ponen el delivery para no cerrar, pero la realidad es que así no alcanza ni para sobrevivir. Con otros gastronómicos estamos elaborando un protocolo sanitario para entregar al Municipio y poder recibir clientes, pero va a demorar, ya que se necesita primero la habilitación de Provincia”, explicó.

Agregó que la situación para los gastronómicos es “una masacre”, y que la mayoría está pensando en cerrar. Ademas, Franco es propietario de una vinoteca, y afirmó que pese a que pudieron abrir, las ventas cayeron en picada porque ya se siente la escasez de dinero en los bolsillos.

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El local gastronómico que abrió sus puertas en 2018 en un salón ubicado en la calle 25 de Mayo 66, no volverá a recibir clientes. La crisis, sumado a un problema de salud de una de sus dueñas, fueron fulminante para el negocio, que hasta hace poco era un éxito.

“Siempre funcionó bien, desde el primer día. No nos podemos quejar, porque trabajamos un montón. Siempre teníamos gente”, contó Paula Da Silva en diálogo con LM Cipolletti.

Se trata de uno de los últimos locales que abrió en la salud, con una oferta novedosa para toda la familia y un estilo moderno en su infraestructura. Era habitual ingresar y esperar por una mesa.

“Cerramos desde el primer día, de forma definitiva. Ya veíamos que esto de la pandemia venía para largo, porque nadie sabía qué podía pasar. Mi caso es diferente al resto, porque se me sumó un problema de salud y decidí priorizas eso”, expresó con angustia.

El lugar era atendido en su mayoría por sus propios dueños, una sociedad conformada por cuatro personas, y sólo trabajan empleados extras los fines de semana.

“No podemos trabajar sin público. El delivery sólo funciona para quienes ya lo teníamos, no para nosotros, que trabajamos con la gente presente en el local. Teníamos que renovar el contrato de alquiler y no teníamos dinero. La decisión de cerrar fue tomada desde el primer día”, indicó Paula.

Agregó que durante los dos años que estuvieron funcionando, trabajaron muy bien, pese a la crisis económica que afectada a todo el país.

“Es muy difícil esta situación porque no tenemos el apoyo de nadie. Todos nos miraban cuando retirábamos las cosas del local, pero nadie se nos acercó a preguntar qué pasaba”, cuestionó.

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