Tras 15 años cerrará definitivamente la perrera de Cipolletti
Con mucho trabajo y sacrificio, proteccionistas y el Municipio cerrará la perrera: de 1.000 perros, solo quedan 10 en adopción. Una historia de responsabilidad.
Después de 15 años la perrera de la ciudad, una de las más grandes del país, cerrará sus puertas de forma definitiva. Solo quedan 10 perros que buscan ser adoptados de forma responsable.
Este hito fue posible gracias al incansable trabajo de la ONG SOS Animal Cipolletti y al compromiso de una gran parte de la comunidad, que unieron fuerzas para alcanzar este sueño tan esperado. Un camino lleno de desafíos, marcado por tristezas, frustraciones, alegrías y, sobre todo, nuevas oportunidades para las mascotas.
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Actualmente, quedan muy pocos perros en busca de adopción responsable, un claro indicio del cambio radical que se logró en este espacio fuertemente cuestionado por los proteccionistas. En diálogo con LM Cipolletti, Sol Acosta, referente de SOS Animal recordó: “Cuando llegamos, era un lugar caótico, lleno de perros lesionados, viejos, ciegos, discapacitados y enfermos. Se vivían peleas constantes entre ellos, lo que provocaba más heridos e incluso muertes. No existía ninguna intervención estatal y la situación era insostenible”.
La transformación comenzó hace tres años, cuando el ex Intendente Claudio Di Tella tomó la decisión de avanzar en un plan serio de manejo y cierre definitivo del espacio que funciona en Isla Jordán y que contara con la participación del Estado y la sociedad civil. Allí es que se suma SOS Animal, con más de 30 voluntarios que estuvieron y participaron cada día en distintas acciones que permitieran mejorar la vida a los perros y darlos en adopción, acompañado de fuertes campañas de concientización en la comunidad.
“Hemos gastado millones de pesos en veterinaria, alimentos, vacunas y materiales para mantener el lugar. Fue un esfuerzo titánico, tanto físico como emocional”, describió Acosta.
La labor incluyó la rehabilitación de los perros, muchos de los cuales habían vivido toda su vida en cautiverio. Algunos eran “extremadamente ariscos y temerosos” debido al maltrato y las condiciones en las que habían crecido. “Tuvimos que trabajar con adiestradores para enseñarles a usar correa, arneses y a socializar. Las primeras adopciones fueron las más difíciles porque los perros no salían de un rincón durante semanas o meses. Era como si el terror los paralizara”, recordó Acosta.
El camino también estuvo lleno de momentos dolorosos. La referente de la ONG mencionó: “He visto morir a muchos de ellos en mis brazos. Jamás imaginé vivir algo así. Somos un grupo con una carga emocional enorme por todo lo que hemos pasado. Aún así, seguimos adelante, impulsadas por los logros y las historias felices de aquellos perros que ahora tienen una vida digna”.
El cierre de la perrera no es el fin del problema
Aunque el fin está cerca, la tarea no termina. La adopción de los últimos perros sigue siendo un reto. “Algunos aún necesitan rehabilitación, mientras que otros ya están listos para encontrar un hogar. Lo más importante es que los adoptantes entiendan que estos animales necesitan paciencia y amor para recuperar su esencia”, explicó.
Este cierre representa mucho más que el fin de una perrera. Es un símbolo de cambio y de conciencia en los cipoleños. Desde la ONG sostienen que: “Logramos generar un impacto positivo en Cipolletti. La sociedad entendió que no se trata solo de rescatar animales, sino de darles una nueva oportunidad de vida. Estamos muy agradecidas por el apoyo recibido”.
Sin embargo, aún el camino por transitar es arduo y requiere un compromiso mayor. Si bien hay acciones que impulsa el Municipio para atender la situación, desde SOS Animal insisten en la mejora de las funcionalidades del área de zoonosis como así también que se llegue al objetivo de 200 castraciones por día y masivas en espacios públicos y estratégicos para seguir trabajando sobre esta problemática.
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