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La historia del artista cubano que restaura las esculturas de la Alem cipoleña "in situ"

Conoció a Fidel Castro y es prestigioso en su rubro. Profe de la Universidad, convocó a sus alumnos para la misión actual. Formó familia en la zona.

Dio la nota estos días al arreglar in situ las valiosas esculturas que adornan la calle Alem. Y ahora, Adolfo González, un prestigioso artista cubano radicado en Cipolletti da la nota a LMC para contar su atrapante historia.

Cómo llegó al país y a la región es la primera consulta que responde. “Soy escultor, dibujante y artista plástico y vine al país en 2001, hace 24 años para dar una clase en la sede de la UNA (Universidad Nacional de las Artes), una conferencia en verdad sobre el arte en mi país en los ‘50, ‘60, ‘70 y ‘80. Muchos profesores me decían que acá iba a tener más posibilidades que allá. Me ofrecieron venirme, entonces hice convenio con el Ministerio de Cultura de Cuba por el cuál me otorgaban 2 años y de acuerdo a la valoración que se hiciera de mí podía seguir extendiéndolo”, explica con ese acento inconfundible.

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Al seguir contextualizando su arribo, amplía: “Por entonces Cuba estaba sujeta a cuestiones de la política, la famosa guerra fría, exigían documentación especial. Pero pude encaminarlo y como noté que en la Patagonia iba a disponer de mayores oportunidades me vine solo sin dudar. Empecé a trabajar dando clases hasta que me sometí a concurso en la Universidad de Río Negro. Y allí quedé”, asegura quien se jacta de haber “conocido a Fidel Castro”, el líder revolucionario que presidió Cuba mucho tiempo.

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Una pinturita, Adolfo. El cubano que mantiene las esculturas cipoleñas.

Una pinturita, Adolfo. El cubano que mantiene las esculturas cipoleñas.

En medio de una agitada jornada en la Facu (“los alumnos me estiman y yo los estimo a ellos”), hace una pausa para prolongar la charla con este medio. “Acá doy clase de dibujo, sistema y representación y después taller de esculturas. Siempre vinculado a las artes del fuego. Después también elaboro proyectos para la Municipalidad, y me encargo de la restauración de la obra pública, esculturas, monumentos”, repasa sus múltiples tareas.

Como cubano de pura cepa, le gusta “el habano y el ron” aunque a los 62 años “todo no se puede y hay que cuidarse un poco -risas-”. Adoptó, desde luego, costumbres argentinas como "el mate, el asado y el dulce de leche”.

Es que ya formó familia y echó raíces en nuestra ciudad. “Conocí a Karina, mi señora, estamos juntos desde 2010, nos casamos y tenemos dos hijos juntos: Kalisto y Juanita Elena. Y está Clarita, hija de ella que es como si fuera hija mía también”, confiesa tras darle, ahora, otro toque de barniz a una de las 12 esculturas de la Alem.

Ni Cuba ni Estados Unidos, país en el que nació su madre. Tampoco Alemania donde vivió cuatro años antes de recalar en el Alto Valle. Adolfo encontró en Argentina y más precisamente en Cipolletti su lugar en el mundo: “Me gusta de ustedes el ambiente social, somos latinos. Los europeos son muy diferentes. Me enamoré del Alto Valle”.

Gracias a que su padre era un prestigioso artista plástico conoció a varias personalidades del mundo. “Desde Fidel Castro a García Márquez, pasando por Robert Redford, Hemingway. Mi abuelo también conoció al premio novel Henry Kissinger pero a mí la política no me gusta”, aclara quien proviene de la tierra en la que un argentino como el Che Guevara hizo historia.

Sobre la situación de Cuba, evita profundizar y responde con diplomacia: “Es como todo el mundo, muy problemática, de la política suelo hablar poco. La justicia está en todos lados, lo primero que hay que tener es principios, de allí parte todo”.

Su tarea en Alem: “Convoqué a mis alumnos para que me ayuden”

Se trata, como quedó dicho, de una docena esculturas de madera que están instaladas de punta a punta en esa calle que recorre la ciudad, “desde Kennedy a Mengelle”.

“Las estoy rescatando, dándole un mantenimiento con los materiales y las capacidades que he podido contar. Convoqué a alumnos míos para que aprendan cómo se puede hacer y me ayuden, todo con la autorización municipal”, indica el foráneo que aquí se siente como en casa.

“En su momento propuse que como son de madera y al aire libre se deterioran y arruinan, se subastaran para permanecer en instituciones bajo techo, es decir en bancos, hoteles… Hace 2 años se las sacó del Corpofrut y se hizo un paseo de escultura en la Isla Jordán pero con poco mantenimiento, comenzaron a deteriorarse. Dentro de todo es una buena idea haberlas traído ahora al centro”, analiza comprometido con su trabajo.

Todas esas piezas “se hicieron hará 10 ó 12 años con fresnos cortados en el Rosauer” en el marco de un importante evento de cultura que se realizó en la ciudad y en el que Adolfo integró la organización.

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Trabaja

Trabaja "in situ" sobre la avenida Alem.

“También se hicieron cosas espectaculares con la ayuda de Alessandrini, el famoso marmolero que nos donó una gran cantidad de piedras y se convocó a simposio internacional”, destaca el pintoresco personaje. Sus cabellos blancos desbordan el sombrero de paja y una chalina lo cubre del frío matinal junto a una campera de jean.

“Lo hago in situ con los elementos esenciales como el barniz para que se puedan sostener las esculturas, a las que restauro para que no queden expuestas al agua, al sol, al cambio de temperatura. Algunas tienen mejor calidad que otra. El otro día estaba el intendente y el jefe de obras públicas, ellos apoyan en todo. Es un trabajo sustentable necesario para mantener el patrimonio de la ciudad”, advierte Adolfo.

Siempre creativo e inquieto, no ve la hora de que una “escultura gigantesca” que se halla en el Ex Corpofrut pueda ser exhibida. “Es por un tema de recursos, ya que en este tipo de trabajo todo se consigue con sponsors, se trata de una obra de 10 metros de altura, las bases resultaban muy costosas, toda de acero, de soldadura. Fue una idea que me surgió en 2001, en medio de la crisis, convocamos a comerciantes locales que se solidarizaran con el proyecto, así conseguimos fierros. Y bueno ahora falta el último pasito”, aclara.

No obstante, esculturas de su propiedad, como la ubicada en calle Córdoba, engalanan varios puntos de la ciudad, lo cuál no es poco.

Mientras tanto, Adolfo les pinta la cara a todos con sus esculturas. “El año pasado he vendido obras en Estados Unidos, hice exposiciones, monedas, premios para carreras de autos. Presenté proyecto de Inmigrantes, todo lo que he podido se lo he brindado a la Muni”, redondea con orgullo.

Adolfo González, el artista cubano que “no es de madera” y brilla con sus esculturas e ideas.

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