La bombera heroína y popular enfermera que ahora deslumbra con los asados y los chivos
La historia de Gabriela, quien fue condecorada al retirarse del cuartel y ahora trabaja en la terapia intensiva de un centro de salud. Además se luce en los torneos de asadoras.
Durante 26 años se dedicó a apagar el fuego de los voraces incendios. Ahora, ya lejos del peligro y un poco más relajada, se encarga de mantener la llama encendida en los ricos asados y chivos que cocina. Con ese espíritu de vocación de servicio que la caracteriza, aparte de su hobby actual continúa activa en el campo laboral desde su histórico rol de enfermera.
Gabriela Fleitas -52 años- es una vecina siempre ligada a las tareas humanitarias que tras retirarse del Cuartel con todos los honores y siendo distinguida por su condición de bombera heroína en varios episodios apremiantes, asume que llegó el tiempo de “hacer algo para mí y estar más tranquila”.
Te puede interesar...
Si bien permanece firme "como rulo de estatua" -bromea- asistiendo a enfermos en el Policlínico Modelo nada menos que en el área de terapia intensiva, la “mujer maravilla” encontró una nueva pasión: participar del mega torneo de asadoras de carne vacuna y chivos, cuya segunda edición se realizó días pasados en Rincón de los Sauces.
Perfil bajo, le da todo el crédito a su amiga Liz Castillo, también enfermera, quién la invitó al evento y hacia allá fueron con atuendo gauchesco, los utensilios de parrilla y hambre de gloria.
“Siempre fui de hacer asados en mi casa, he hecho para 10, 12 personas. Lo que nunca me imaginé era participar en un torneo tan grande y fue gracias a Liz, que es la que realmente la tiene clara, eso hay que remarcarlo. Fuimos al primer encuentro y este año volvimos. Lo más importante es participar y compartir con compañeras”, cuenta su rica experiencia esta multifacética vecina.
La misma que supo ser noticia por sus destacadas intervenciones en desesperantes sucesos, esos que mantuvieron en vilo a la comunidad. La que se retiró “con la jerarquía más alta” y condecorada. La que entre sirenas, humaredas y corridas hizo gala de un coraje admirable.
“Saber que vas a salvar a alguien es emocionante", supo revelar en una nota con LMC en 2020 que destacaba su intachable trayectoria cuando aún era la única bombera de la ciudad.
Hoy extraña esa “adrenalina incomparable” y los titánicos procedimientos junto a su hijo Enzo (26 años), quien es instructor y bombero, aunque de igual modo tiene para entretenerse con los pacientes en el centro de salud en el cuál se desempeña hace década y media. Pero si de divertirse realmente se trata, nada como “los asados y los chivos”.
La receta de los asados y chivos más ricos
Por supuesto que esta incipiente asadora comparte su fórmula con este portal. “Siempre los hago con leña, mi truco es que no se baje el fuego ni la brasa. Me gusta a punto, ni muy jugoso ni muy seco y le agrego un buen chimichurri con salmuera, ajo, es decir una que esté bien condimentado, así queda sabroso”, confía y avisa que “en cuanto mejore el clima voy a prender el fueguito de nuevo”.
“La novedad para mí son los chivos, mi amiga es especialista, yo le voy agarrando la mano”, sostiene quien justamente suele tenderle la suya “a los que más lo necesitan”.
Es que, como si fuera poco, “además estuve en Casa Betania de voluntaria, en la casa de cuidados paliativos. Por ahí es mucho pero me surge siempre hacer algo para los demás”.
Pero eso no es todo porque Gabriela también integra el Centro de Escritores con Pascual Marrazzo, en calidad de secretaria de esa entidad.
“Es un taller donde se aprende a escribir, nos juntamos los sábados, leemos poesías, cuentos muchos de nuestra autoría… Lo hago como hobby y me gusta”, dice la también mamá de Lourdes -29 años-, quien en su caso le sigue los pasos en enfermería. Gaby le transmitió a sus hijos ese don de brindarse por los demás como su papá Roberto lo hizo con ella.
“En el 95 juramos con un grupo de mujeres y con el tiempo quedé sola en el Cuartel. Me retiré tras 26 años de servicio, en 2022. Mi papá fue bombero, él me inculcó el amor. Eso sí, en todo el tiempo que estuve no había ni baño para mujeres, recién ahora último comenzaron a acondicionarlo como corresponde, hubo cambios para bien. Por suerte las que entraron en esta época y las futuras bomberas podrán disfrutarlo”, lanza una crítica constructiva sobre las condiciones en las que aportó su desinteresada ayuda al prójimo.
Y una valiosa reflexión más: “Me gustó capacitarme, aprender y ayudar a los demás. Ahí como bomberos no nos pagan, está mal eso, una a veces está más de 4 horas en un incendio, llega al cuartel y hay que lavar el camión. Es decir, la jornada laboral no se termina allí. Recuerdo que salía a las 6 de la mañana de Bomberos y me iba al Policlínico, hoy me pregunto cómo lo hacía, cómo aguantaba. Sin dudas eran las ganas, la satisfacción de hacer algo para alguien que lo necesita”, se contesta a sí misma la generosa mujer.
Su experiencia en la cocina va más allá de los asados y los chivos. “En el Policlínico empecé de ayudante de cocina, luego me recibí de enfermera y ahora estoy en terapia intensiva”, recuerda.
Consultada sobre cuál de todas sus tareas es la que más le atrapa, confiesa: “Compartir incendio con mi hijo, algo que se hace por voluntad, es muy lindo, tenés que tener vocación de verdad. Arriba del camión te olvidás de todo y la adrenalina que se siente es incomparable”, culmina.
Un aplauso para la asadora, para la bombera heroína, para la enfermera más humana. Un aplauso para Gabriela Fleitas. Una historia para sacarse el sombrero, el gorrito sanitario y el casco.
Leé más
Conmoción en la política: falleció un histórico dirigente gremial de Neuquén
ARSA intervino en sectores críticos del sistema cloacal sobre Naciones Unidas
Un choque dejó sin churros a los cipoleños: qué le falta a Cameló para volver a trabajar
Noticias relacionadas
Dejá tu comentario