Crocs para una señora mayor, esperanza de ropa para un hombre cansado

Una abuela tiene 9 nietos y la pobreza hace que deba recurrir a la ayuda de un comedor popular en busca de alimento. En una de esas salidas, se le rompieron, por desgracia, sus zapatos, los únicos que poseía, y se tuvo que volver a casa con un par de crocs puestos que le donaron.

La gente mayor más vulnerable no la está pasando bien. Y, a veces, la suerte tampoco la acompaña. Como a un señor que llegó fatigado hasta un ropero comunitario y no pudo conseguir, por llegar tarde, las prendas de vestir que necesitaba. Ropa para trabajar y ropa de abrigo. Además, de zapatos.

La zona más humilde de las tomas de las vías de Ferri, se ha convertido en uno de los lugares de Cipolletti donde el empobrecimiento que está afligiendo a un amplio sector de la ciudad se ha vuelto más evidente. Tal es así que se está extendiendo el uso de crocs, con medias o sin medias, entre quienes no tienen otra opción para calzarse.

Los crocs se han popularizado desde hace varios años como un tipo de calzado muy requerido para el verano. Mezcla de suecos y sandalias, están hechos de plásticos, son bastante cómodos y por sus agujeros de aireación resultan ideales para que los pies se sientan frescos, a la vez que bien protegidos para pisar en playas de piedra, de arena e en cualquier clase de superficie.

No están diseñados, claramente, para el invierno. Y menos para las temporadas de acentuado y casi interminable frío polar como la actual. Sin embargo, si no queda otra, pueden ser la última alternativa para ponerse. Y es lo que está pasando en las tomas de las vías de Ferri, donde son usados cada vez más por personas de diferentes edades.

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En este invierno, el uso de crocs por no disponerse de otro tipo de calzado se está volviendo frecuente por personas grandes y chicos ante la imposibilidad de adquirir zapatos o zapatillas por lo caro que cuestan y por la pobreza.

Entre ellas, la señora mayor que tiene 9 nietos. Resultó que había concurrido al comedor Ubuntu Ferri con cinco de sus nietos en busca de un bidón de leche para alimento de los pibes y pibas. En eso estaba, cuando se dio cuenta que era el último uso que podía darles a sus zapatos viejos. En particular, uno de los del par al que le desprendió la suela. Aunque todo el calzado daba pena de solo mirarlo.

Como en otros casos parecidos, a Mónica Genes, referente del comedor Ubuntu, no le quedó otra que recurrir a los crocs que guarda, como un tesoro, de veranos pasados , donados por personas solidarias. Así que le dio a la abuela un par para probarse y, por fortuna, le anduvo justo.

Con esta ayuda providencial, la señora pudo volverse a su casa, ubicada en el asentamiento, donde vive compartiendo techo también con sus demás nietos y con algunos de sus siete hijos e hijas.

Las entregas de crocs se está volviendo frecuente para la referente social, que se los da a grandes y a chicos. Pero también son las propias familias las que acuden a ellos para su uso. "En ocasiones, pareciera que en nuestro barrio todo el mundo anda ahora con crocs", señaló, para graficar la carencia de zapatos y zapatillas que sufren muchos pobladores.

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Utilizar crocs, sandalias y otras clases de calzado veraniego es la única alternativa para muchos en este invierno, hasta que se consigue un par de zapatillas nuevas o usadas donadas por personas solidarias.

Contó que el problema de la falta de calzado para muchas familias se torna grave y recordó el caso de un chico que a principios de mayo pasado acudió a su comedor descalzo, a pie desnudo, porque no tenía qué ponerse. Recientemente, además, le tuvo que pasar un par de crocs a un niño de 9 años al que se le habían roto las únicas zapatillas de que disponía. También les ha dado a otros chicos.

En cuanto al señor mayor y fatigado que necesita ropa de trabajo y de vestir y también zapatos, resultó que hace unos días acudió al ropero comunitario Pueblo Unido, que también está a cargo de Genen, y, lamentablemente, no pudo obtener nada porque recién había terminado de funcionar el emprendimiento y no había quedado nada. Para peor, la ropa masculina de adulto suele ser difícil de conseguir y cuando hay, se va rápido.

Ropa de trabajo, de abrigo y calzado

El abuelo ya ha pasado la edad de jubilarse, vive solo y se ve obligado a realizar changas para asegurarse su subsistencia. Para poder laburar, requiere de un pantalón y una camisa de grafa o de un mameluco, y para vestirse y enfrentar el frío necesita una campera. Y, como a tantos otros pobladores, también le urge conseguir zapatos.

Quienes puedan ayudar, en estos y otros casos, tienen a su disposición los teléfonos 299-6014091 ó 299-3328150. Tanto el comedor como el ropero comunitario requieren todo el tiempo de colaboración solidaria para poder funcionar. Por ejemplo, para este lunes la actividad del comedor no está asegurada porque, si bien se cuenta en el lugar con alimentos secos, no se disponía hasta este fin de semana con carne, pollo ni leche, entre otros productos, como para cocinar bien. Tampoco estaba asegurada la provisión de gas.

Vale señalar que el comedor Ubuntu es uno de los pocos que sigue en funcionamiento en la ciudad, aunque hay veces en que no está en condiciones de hacerlo porque le faltan suministros. En esas ocasiones, muchas personas, niños y grandes, se quedan sin un plato para alimentarse durante el día.