Agustina Fernández: más que un nombre
Un 25 de agosto de 2002 nació la jovencita pampeana que soñaba con ser médica. Su vida llenó de amor y esperanza a su familia. Silvana y Mariano, sus papás, hoy esperan justicia.
La espera de Silvana, ansiosa y emocionada, se acercaba a su fin. Con cada día que pasaba, los corazones de Silvana y Claudia, mellizas expectantes, latían con más fuerza, anticipando la llegada de Agustina. Mostraban la ropa que habían comprado para su tan esperada bienvenida. Era el 15 de agosto de 2002, y faltaban apenas diez días para que Agustina llenara sus vidas de alegría y amor.
El 25 de agosto de 2002, en la Clínica Modelo de Santa Rosa La Pampa, Agustina finalmente llegó al mundo. Con un peso de 3,350 kg y midiendo 50 centímetros, sus primeros momentos fueron recibidos con alegría por sus padres, Silvana y Mariano. Para Cecilia y Mirta, abuelas primerizas, y para Roberto y Daniel, abuelos emocionados, la llegada de Agustina fue un regalo de la vida.
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En su primer cumpleaños, celebrado el 25 de agosto de 2003, la familia se reunió en la Avenida Belgrano Sur 175 para festejar el hito. Desde las 17 hasta las 19, risas y alegría llenaron el ambiente mientras Agustina, vestida con un bonete rosa y un vestido blanco, era el centro de atención. Tíos, tías, primos y primas se unieron para compartir regalos y momentos de afecto, mientras una tarjeta con un perrito risueño recordaba a todos la dulzura y la inocencia de “Agus” o “La Agus”.
Este primer cumpleaños de Agustina fue un día lleno de amor y esperanza, marcado por la presencia de una niña especial que iluminaba las vidas de quienes la amaban. Aunque su historia continúa, este día quedará grabado en los corazones de todos como un momento de pura felicidad y alegría compartida.
La llegada de Agustina trajo consigo un renacer de ilusión y amor en la familia Fernández. Silvana y Mariano se encontraban como todos padres primerizos de cuidarla con la responsabilidad y el amor que sentían por su pequeña hija. Cada día era una nueva aventura, llena de descubrimientos y risas, mientras Agustina crecía y exploraba el mundo que la rodeaba.
A los 2 meses, Agustina sostenía la mirada de sus padres con una curiosidad infinita. A los 3 meses, comenzó a sostener su cabeza con firmeza, mostrando su fortaleza y determinación. Y a los 6 meses, pronunció sus primeras sílabas, llenando el hogar con el sonido de su suavidad voz.
Para Silvana y Mariano, cada hito en el desarrollo de Agustina era motivo de celebración y orgullo. Su hija se estaba convirtiendo en una niña hermosa y llena de vida, que iluminaba cada rincón con su presencia.
A medida que Agustina crecía, también crecía el amor que sentían por ella. Su personalidad suave y risueña cautivaba a todos los que la conocían, convirtiéndola en el centro de atención dondequiera que iba.
A través de los días felices y los momentos difíciles, la familia Fernández permaneció unida, apoyándose mutuamente y celebrando cada pequeño logro de Agustina. Para ellos, su hija era más que un nombre, era la personificación del amor y la esperanza en un mundo a menudo hostil y no tan suave y amoroso como lo era “La Agus”.
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