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Genera preocupación un matadero clandestino de caballos en Ferri

La actividad de un matadero clandestino de caballos en Ferri es motivo de preocupación. Los desechos de las osamentas se acumulan a la intemperie.

En los alrededores rurales de Ferri, la existencia de un matadero clandestino de caballos, cuyas redes de venta son un misterio, provoca inquietud. El resultado de la faena de los equinos resulta evidente en los costillares, los cráneos y distintos huesos desparramados y acumulados a la intemperie. Hasta circula un video del horror.

Desde hace varios años que la matanza clandestina de caballos es una realidad en Cipolletti. La semana pasada, una familia de un barrio alejado de Ferri compró en una carnicería unas milanesas listas para cocinar.

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En la fritanga, no se observó nada relevante, pero sí al momento de la ingesta. Llamó la atención que el pedazo de carne no fuera tan finito, como suele ser lo habitual en las milanesas vacunas, que son pura cobertura de farináceas y un bife al medio de no más de un milímetro de espesor, casi una feta de fiambre. Y duro, como carnaza de buey que murió peleando.

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El hecho es que, pasados un par de días, a la familia le dijeron que las milanesas eran de caballo y que todo el mundo ya sabía que la carnicería, ubicada en los alrededores, había estado vendiendo carne equina. Con el rebozador de pan rallado, huevo y especias, no se podía detectar el canje de gato por liebre, pero, al final, se supo. No eran milanesas de ternera.

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Los restos del matadero de caballos permanecen a la intemperie a veces por largo tiempo, otras veces para siempre. La acumulación de costillares descarnados y de otros huesos de los equinos muestran un aspecto espeluznante.

Los restos del matadero de caballos permanecen a la intemperie a veces por largo tiempo, otras veces para siempre. La acumulación de costillares descarnados y de otros huesos de los equinos muestran un aspecto espeluznante.

El episodio se menciona solamente para destacar la circulación continua de la carne de caballo en un mercado, no por oculto, no menos vigente y que busca permanentemente perpetuarse y encontrar su espacio. Es que, así como hay gente a la que le desagrada esta carne, por su color de tinta azulado y su sabor ligeramente dulzón, hay otra gente a la que le gusta. Y a mucha gente le da igual, con tal que sea comestible.

Sobre el matadero clandestino, se conoció en Ferri que su existencia es voz populi. Ocurre que sus responsables tienen una parcela donde viven y realizan el sacrificio y el desposte de los animales, además del deshuesado. El desparramo posterior de los huesos tampoco sería una actividad agradable.

Una familia la liga de rebote

La actividad de los matarifes y su forma de ser poco simpática los habría llevado, además, a enemistarse con una familia que habita una parcela próxima y que quisiera vivir más tranquila. Se trata de un grupo familiar numeroso, cuyos integrantes solo pretenderían más tranquilidad. Lamentablemente, no ha sido así.

El hecho es que una foto no muy clara pero sí muy sugerente, otras fotos con huesos esparcidos de varios días y ya resecos y blanquecinos y un video que circula en las redes, con osarios más frescos y otros no tanto, serían los testimonios más evidentes del matadero. En una secuencia del video, por ejemplo, se alcanza a visualizar la cabeza de un caballo, en este caso, todavía con la piel y algo de los ojos. Al lado, huesos rojizos. Un espectáculo horrible, además de problemático.

Piltrafas de carne, hedor y alimañas

Con solo imaginar las miríadas de moscas, moscones, avispas, hormigas y otros bichos, como perros, gatos y aves carroñeras, que son atraídos por el hedor y el festín, y saber del riesgo de transmisión de enfermedades que provoca la carne descompuesta, aunque solo sea la piltrafa del hueso, es como para preocuparse.

Al parecer, los restos de osamentas serían tapados de vez en cuando con camionadas de tierra y restos vegetales. Otros huesos se quedarían a la vista de cualquiera, dispersos, calcinándose como en los desiertos más feroces.

A parte, se menciona que la carne de caballo, para su venta, sería coloreada "con un tinte rojo Dios quiera que inocuo", se comercializaría mucho en forma de carne picada, total, todos los gatos son pardos en la molienda, o se entregaría en cortes comunes para quienes la carne equina es una delicia como cualquier otra.

A todo esto, la bronca que esparcirían los matarifes hacia la familia vecina se estaría tensionando demasiado. Una tranquera infranqueable y gestos duros harían que los menos favorecidos pudieran tener que irse, por cuestiones de paz y seguridad. Sería una situación lamentable.

La opción: caballo o vacuno

Habrá que ver en qué termina todo. Pero la faena de caballos parece estar al orden del día. Se sabe, la carne clandestina que circula entre parientes, amigos, conocidos y que también llega al mercado abierto suele costar bastante menos y en tiempos de extrema carestía de la carne vacuna, a veces no hay opción. Como quien dijera, irónicamente, tristemente en este caso: a caballo regalado no se le miran los dientes.

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