Dos hermanos fueron adoptados en Cipolletti y la Justicia los reconoció en un emotivo acto
La Justicia de Río Negro otorgó la adopción plena a dos hermanos en Cipolletti, en una audiencia especial pensada para los niños y cargada de emoción.
Tienen la misma edad, comparten la escuela, el club y los juegos cotidianos. Eligen golosinas en la despensa del barrio, conviven y, desde hace tiempo, duermen en camas que ya sienten propias, con frazadas que huelen a casa. Este jueves, esa vida cotidiana sumó un capítulo que marca una nueva historia en sus vidas. En un acto íntimo y cargado de emoción realizado en el edificio del fuero de Familia de Cipolletti, el Poder Judicial de Río Negro reconoció legalmente que forman parte de una familia.
La adopción plena les otorgó el lugar legal de hijos. Sin embargo, para estos dos hermanos ese lugar estaba habitado de sentido mucho antes de la firma judicial. Durante una audiencia realizada a principios de diciembre, ambos expresaron con claridad su deseo: querían ser adoptados por las personas con quienes convivían y también eligieron los nombres y apellidos que llevarían a partir de ese momento. No hubo dudas ni silencios forzados. Hablaron con convicción y tranquilidad, respaldados por una historia compartida.
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El proceso se había iniciado a mediados de este año, cuando el fuero de Familia de Cipolletti dictó la declaración de adoptabilidad y autorizó la guarda preadoptiva. Desde entonces, los hermanos comenzaron a vivir junto a la pareja que los acompañó en la construcción de una nueva rutina: desayunos antes de ir a la escuela, tardes de juego, visitas al club, cumpleaños, celebraciones familiares y una cotidianeidad sostenida en el cuidado y la presencia.
Los equipos técnicos que intervinieron en el proceso destacaron la solidez del vínculo afectivo, el respeto por las trayectorias previas de los niños y el acompañamiento constante que recibieron. En los informes incorporados al expediente se señaló que ambos lograron integrarse a su nuevo entorno social y escolar, con avances significativos y una adaptación positiva. El espacio familiar fue descripto como cuidado, con rutinas claras y momentos de disfrute compartido, elementos centrales para el desarrollo emocional de los niños.
Durante la audiencia, los hermanos se mostraron cómodos y seguros. Llamaron mamá y papá a quienes ya ocupaban ese lugar en su vida diaria, y que desde este jueves también lo son en términos legales, por decisión del Poder Judicial.
Un acto pensado para los niños
La comunicación de la sentencia se realizó de un modo especial. En lugar de una lectura formal y distante, se organizó un acto pensado especialmente para los chicos. Participaron sus padres adoptivos, las profesionales del Equipo Interdisciplinario, las defensoras públicas que los acompañaron a lo largo del proceso y la jueza que dictó la adopción.
En un momento central del encuentro, la jueza les habló directamente a los hermanos y les leyó algunos párrafos especialmente escritos para ellos, en un lenguaje claro y afectivo, incluidos en la propia sentencia. Fue un gesto poco habitual, que transformó el acto judicial en un espacio de reconocimiento y celebración, donde la palabra legal se puso al servicio de la comprensión y la emoción.
Toda la Unidad Procesal participó activamente del encuentro. Hubo globos, banderines y regalos, y el equipo colaboró para que la sala se sintiera cálida, cercana y festiva. Fue una muestra concreta de un acompañamiento sostenido y de un compromiso colectivo con el interés superior de los niños.
La resolución otorgó la adopción plena con efectos retroactivos a la fecha en que se dictó la guarda preadoptiva. Ordenó la inscripción de los nuevos datos en el Registro Civil y la emisión de nuevos documentos de identidad. Además, garantizó que los hermanos mantendrán el vínculo con un hermano biológico, en cumplimiento del derecho a la comunicación previsto en la legislación vigente.
Ese día, el edificio del fuero de Familia no fue solo el escenario donde se dictó una sentencia. Fue, también, el lugar de una celebración compartida. Dos hermanos salieron con regalos, un apellido compartido y una identidad construida entre afectos. El Estado puso en palabras y documentos una historia que ya estaba escrita.
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