Un corte de pelo que valió una adopción: la historia que conmueve a la región
En el Alto Valle un niño encontró en su peluquero la figura paterna que buscaba y la Justicia reconoció ese lazo con una adopción plena por integración.
Lo que comenzó como una visita casual a la peluquería terminó marcando la vida de un niño y de un hombre que, sin planearlo, se convertiría en su padre. Ese día, un pequeño cliente ingresó al salón buscando un corte de pelo, pero encontró mucho más, afecto, atención y una figura estable que pronto ocuparía un lugar central en su vida. Con el paso del tiempo, aquella relación espontánea se transformó en un lazo profundo, tan sólido que la Justicia terminó reconociéndolo legalmente.
Según consta en una reciente sentencia de un Juzgado de Familia de la Segunda Circunscripción Judicial, se otorgó la adopción plena por integración a favor de un estilista del Alto Valle, quien desde hace años cría y acompaña al niño como si fuera su propio hijo. El fallo representa el cierre de una historia marcada por el amor, la construcción diaria y la convicción de que la familia se define por los vínculos y no solo por la biología.
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Un vínculo que nació sin buscarse
La historia comenzó en el salón de peluquería, cuando la madre del niño llevó a su hijo a cortarse el pelo. El profesional y el pequeño entablaron una conexión inmediata. El chico regresó varias veces, no solo por un corte, se sentía cómodo, quería estar allí, quería compartir tiempo con aquel hombre que lo trataba con paciencia y afecto.
Con el paso de los meses, el vínculo se hizo cotidiano. La madre del niño y el peluquero comenzaron una relación afectiva, construyeron una pareja sólida y terminaron casándose. La convivencia familiar se asentó de forma natural, y un día el niño se animó a formular la pregunta que llevaba tiempo sintiendo: “¿Puedo llamarte papá?”. Desde entonces, la respuesta fue siempre la misma: sí.
La conmovedora historia ocurrió en el Alto Valle de Río Negro.
Una decisión para formalizar la realidad
Años después, el hombre decidió iniciar ante el Poder Judicial el trámite de adopción plena por integración, para otorgar validez legal a la relación que ya vivían en la práctica. En su entorno laboral y social el niño era presentado como su hijo, y la vida cotidiana reflejaba una paternidad plena, asumida con responsabilidad y compromiso.
Cuando la familia ya estaba consolidada, el padre biológico del niño falleció. Fue la madre quien comunicó la noticia, pero fue el adoptante quien acompañó al pequeño en ese momento tan difícil y en todo el proceso posterior. Desde entonces, se convirtió en su principal sostén afectivo y cotidiano.
Una decisión basada en el interés superior del niño
Durante el proceso judicial intervinieron la Defensoría de Menores y el Equipo Técnico Interdisciplinario, como establece la legislación. Se garantizó el derecho del niño a ser escuchado y a expresar su opinión, en línea con la Convención sobre los Derechos del Niño. El menor manifestó con claridad y firmeza su deseo de ser adoptado por quien ya llamaba papá.
La jueza valoró el principio del interés superior del niño como guía central del fallo. En su resolución destacó que la adopción plena por integración otorgaría coherencia jurídica a la realidad afectiva y familiar existente, fortalecería la identidad del niño y aseguraría su derecho a vivir en una familia donde se siente contenido y amado.
El expediente incorporó documentación clave, entre ellas el acta de matrimonio de los adultos y un informe psicológico que evidenció la estabilidad del vínculo y la idoneidad del adoptante para ejercer la función parental. También se verificó que el hombre no registraba antecedentes penales y cumplía los requisitos legales del Código Civil y Comercial de la Nación.
La Justicia de familia ordenó la plena integración con el niño, permitiéndole el cambio de apellido pero sin perder su origen biológico.
Una nueva identidad que abraza su historia
La sentencia ordenó además la modificación del apellido del niño, incorporando el del adoptante, pero respetando su derecho a conservar su origen biológico. El objetivo fue consolidar su identidad sin borrar su historia.
Hoy, la familia continúa su vida cotidiana con la misma naturalidad con la que empezó: el hombre abre su peluquería, el niño va a la escuela y cada noche vuelven al mismo hogar. Para ellos, el fallo no cambió la esencia, solo le dio un marco legal a una realidad que venían construyendo desde el primer corte de pelo.
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