Laura le ganó al Covid-19 y contó su experiencia: "Lo único que querés es volver a tu casa"
Le dieron el alta el 1° de mayo, después de tres semanas de internación. Tuvo mucho miedo de no volver a ver a su familia, pero hoy está con ellos.
Por Guadalupe Maqueda - [email protected]
"¿Es mamá o estoy soñando?", dijo Lauti a su padre, cuando Laura Lillo cayó de sorpresa a su casa y le habló a través de la ventana del comedor, apenas abierta, después de haber permanecido 21 días internada por Covid-19. Entonces, salieron todos a la calle y se dieron un fuerte abrazo, ese que Laura imaginó tantas veces y la sostuvo en los momentos de mayor debilidad, mientras yacía en una cama hospitalaria; y que sus hijos, en su ausencia, extrañaron en las noches de angustia y llanto desconsolado.
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"Ellos son re pegotes y están felices de ver a mamá", dijo.
Laura es una de las cipoleñas recuperadas de coronavirus. Tiene 37 años y una gran familia compuesta por cinco hijos -de 18, 14, dos gemelos de 7, uno de ellos es Lautaro; y la pequeña de 5 años- y su marido. Tenía sobrados motivos para salir adelante, y lo hizo. Pese al atado de cigarrillos que fumaba diariamente, y que ahora dejó atrás. Es que tuvo tanto miedo, la pasó tan mal, que ya no quiere saber nada con volver a fumar.
Recordó que pasó dos días internada en el Sanatorio Río Negro, donde trabaja como mucama. Doce días en el hospital Pedro Moguillansky y siete días más en el Policlínico Modelo. Y en situación de aislamiento, el teléfono celular fue su única compañía, todo lo que tenía para mantenerse en contacto con el exterior, su familia, los amigos y compañeros de trabajo.
"En esos momentos, la cabeza te trabaja todo el tiempo y lo único que querés es volver a tu casa, con tus hijos, tu familia. Yo pensaba en recuperarme rápido y salir. Y tuve miedo de no volver a verlos. Tanto miedo que me aferré a Dios", sostuvo Laura a LMCipolletti, mientras se encuentra en su casa.
Y agregó: "Lo importante es tener mucha fe y pensar que todo va a salir bien. Y estar contenido por la familia, los amigos y compañeros de trabajo".
El primer síntoma que experimentó fue la fiebre. Comenzó un martes. Luego sintió mucho dolor en el cuerpo, como si se le desgarrara; y fuertes puntadas en el medio de la cabeza. Más tarde aparecieron las nauseas y algunos vómitos. Sabía que el virus Covid-19 ya circulaba en su lugar de trabajo y pensó que podía ser el caso, de modo que al día siguiente hizo una consulta médica y volvió a su casa, donde permaneció aislada en su habitación.
"Tuve mucho miedo por mis hijos y mi marido, miedo también de no volver a verlos", confesó.
Así permaneció hasta el viernes, cuando la trasladaron en una ambulancia hasta el Sanatorio Río Negro. Al día siguiente, el hisopado dio positivo y fue derivada al hospital local, junto con otra compañera de trabajo, con quien compartió una habitación una semana.
De su casa, comentó, se fue mal, con miedo. Pero la angustia mayor la agarró cuando la trasladaron al hospital, a una habitación donde sólo ingresaron mucamos. Ella misma se tenía que controlar y pasar las novedades por teléfono.
"Yo sentí como una gripe fuerte, los primero días. Después estuve bien", expresó.
La primera semana en el hospital fue más llevadera porque compartió una habitación con una compañera -también de alta- y entre las dos se apoyaron. Pero luego su amiga se descompuso y la pasaron a otro cuarto.
"El mismo encierro, donde estás muchos días sola, hace que la cabeza te trabaje todo el tiempo. Y te agarra la ansiedad, el llanto; y tenés miedo. Tanto que yo me aferré a Dios, eso me dio fuerza; y pensé en mis hijos. Nos extrañábamos mucho, y lo único que quería era verlos. Pedía por ellos, mi familia, mis padres", contó.
Aseguró que es difícil mantener la calma, por lo que afirmó que la contención es clave para superar esta situación.
Tras doce días de internación en el hospital, dijo que fue trasladada al Policlínico, donde también estuvo totalmente aislada, sin contacto, aunque día por medio recibía la visita del médico. Allí pudo volver a ver a su familia a través de la pantalla de un celular. Por videollamada, volvió a ver las caras de sus hijos y de su marido, escuchó sus voces; y el contacto le dio más ánimo. Ya faltaba menos para estar nuevamente con ellos.
El miedo no se va
El primero de mayo, cerca de las 13, y con dos hisopados negativos, se pudo ir a su casa de alta. Agradece a Dios que ninguno de sus hijos se haya contagiado, tampoco su marido.
Volvió a su hogar con la recomendación de seguir haciendo la cuarentena obligatoria que la gran mayoría está haciendo.
"Ya me dieron los dos resultados negativos. Me recomendaron que me quedara en casa y que hiciera cuarentena, lo que igualmente nosotros siempre cumplimos a raja tabla", expresó.
Reconoció que si bien le ganó a la enfermedad, está latente "el medio de volverte a contagiar y pasar por lo mismo".
Pero a la vez rescató todo lo que le dejó haber pasado por esta situación: "Aprendés a valorar más la vida, aprecías cosas que antes no apreciabas, o no le dabas importancia. Querés compartir más tiempo con tus hijos, con tu familia. Te replanteás muchas cosas, y lo único que querés es estar ahí, en tu casa".
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