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Fue copiloto, defensor del Trueno Verde y carnicero: la historia de Gustavo Amati

El intendente electo de Fernández Oro se prestó a una entrevista a fondo, que permite conocerlo un poco mejor. Pasado, presente ("un sueño cumplido") y futuro. Hasta se emocionó al recordar su infancia.

Rústico defensor del Trueno Verde (“llegué hasta la tercera, pasaba la pelota pero no el jugador”) y copiloto en el TC Neuquino y el Gran Turismo Patagónico en el 98-99 (el Chevy de Leo Camelli que preparaba Hernán Fica). Mejor compañero que alumno (“cumplía”). Carnicero y exitoso vendedor de ropa. De la Chacra y del pueblo. Tímido pero cada vez más desenvuelto, obligado por las circunstancias.

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Gustavo Amati (46 años), el intendente electo de Fernández Oro, no es del palo de la política. En la calle pasa tranquilamente como un vecino más. Si hasta 2015 jamás “imaginé que sería dirigente, mucho menos intendente”. Pero una charla con un amigo marcó un antes y un después en su vida.

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“Yo me quejaba de algún pozo que había en la ciudad, de esto, de lo otro. Me miró y me dijo ‘¿por qué en lugar de criticar no te sumás?, hay chances de que en el futuro seas el jefe comunal”, le anticipó un abogado visionario. Luego Mariano Lavin, el actual intendente y “un amigo fiel, un gran tipo” lo terminó de convencer y allí su vida cambiaría para siempre.

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Casado con una española, Jimena, y padre de Lucas (24) y Estrella (12), quienes iluminan su vida, añora aquella infancia en La Chacra en la que “jugábamos a la búsqueda del tesoro entre manzanos y uvas, entre gallinas, pavos y lechones y con los vecinos nos juntábamos a hacer carneadas”.

Sus queridos abuelos Adelina y Antonio siempre estarán presente. Allá arriba seguro celebraron el triunfo del domingo en las urnas. “Eran chacareros que se la pasaban laburando, mi abuelo me enseñó a manejar el tractor de chico. Inolvidables los festejos de mi cumple y de mi hermana, con la que hay 1 año de diferencia y cumplimos la misma semana así que se organizaban el mismo día. Es una de las principales imágenes que tengo de mi niñez”, señala en un pasaje emotivo de la charla descontracturada con LM Cipolletti, en su oficina en el Concejo Deliberante.

Hoy su mamá tiene un quiosco en el centro y su papá, a los 75 años, sigue activo con los fletes. “Esa cultura del trabajo y la honestidad me inculcaron. Recuerdo que una vez de chico encontré un cheque de 80 mil australes en el piso, se lo mostré a mi papá ya que ni sabía lo que era y de inmediato se lo llevó al dueño a su casa. Menos mal que dimos con él porque era un laburante”, elogia los valores que heredó de su gente.

Previamente, la familia abrió una proveduría (carnicería, fiambrería y verdulería) y allí aprendió los gajes oficio. “Desde cortar fiambres a despostar una media res. Me traes una y enseguida te separo todos los cortes”, explica mientras que, respetuoso de la entrevista, deja pasar una llamada telefónica a un celu que arde.

Tras terminar la primaria en el 102, asistió al CEM 14. Por eso le duele aún más los reiterados casos actuales de violencia entre compañeros, sensible tema que “me preocupa”. “Antes eran peleas, 2 ó 3 manotazos o trompadas y listo. Hoy son situaciones críticas, vamos a seguir trabajando en el tema porque los chicos son nuestro futuro. Y si se comportan así, ¿qué nos espera? Ya lo he charlado con el área correspondiente”, aclara.

Quizá por aquel legado de sus referentes desistió de estudiar a nivel universitario y “quise trabajar. Recuerdo que estaba de viaje de egresados del secundario y me llamaban a casa de mis padres desde la empresa donde había presentado el curriculum. Y ahí estuve 17 años, en Saturno Hogar”, repasa.

Hincha de River y de su ex equipo Fernández Oro, asegura que llegar a la intendencia del pago que lo vio nacer “es un sueño” y que más allá de que los festejos del domingo se extendieron “hasta las 4 de la mañana”, aún “no lo pude disfrutar en familia”, esa palabra que tantas veces menciona en la nota.

Es que su hobby radica en “disfrutar con ellos”, lo peor que le pasó “fueron la partida de seres queridos como mis abuelos” y lo mejor que vivió hasta el momento es “mi familia, mis hijos y ser intendente de Oro”.

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Esta suerte de radiografía, descripción de su perfil permite conocerlo un poco más. Pero en el final el mismo protagonista define quién es Gustavo Amati. “No me gusta hablar en primera persona ni tirarme flores, pero como me dicen los vecinos ‘es un pibe de acá, un pibe de Oro, humilde, solidario y honesto. Nada más”.

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El Hospital, la primicia en materia seguridad y su gran anhelo…

Amati confiesa que ahora sus grandes anhelos para su futura gestión consisten en “una ciudad ordenada, mayor crecimiento posible, inaugurar el Hospital en octubre y luego ampliarlo para que por primera vez haya sala de partos y nacimientos en Oro”.

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Por último, respecto a la inseguridad que inquieta a los vecinos, en especial de zonas alejadas al centro, anticipa: “Es un tema recurrente. Oro quedó chica ante tanto crecimiento de la mano de Lavín, pasamos de 8 mil a 20 mil habitantes. Hay un compromiso de Alberto Weretilneck -gobernador electo- de la creación de una subcomisaría con 15 policías más, 2 móviles nuevos, central de monitoreo, sumado a las cámaras de videovigilancias”.

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Gustavo Amati tiene una chance de Oro.

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