Dos visiones de la realidad de los sectores más postergados

En la ciudad existen segmentos considerables de la población que enfrentan diversas necesidades socioeconómicas. Pero no deja de llamar la atención que haya versiones divergentes sobre la profundidad de los requerimientos nutricionales y del impacto que la crisis nacional, la inflación y la desocupación tienen sobre los cipoleños en situación más vulnerable.

Las incógnitas se plantearon luego que desde el Grupo de Ayuda Juventud Unida (GAJU) manifestaran, a principios de enero, que se había reducido en forma muy apreciable la demanda de alimentación en sus comedores comunitarios.

El referente de la entidad, Gonzalo Rivas, dijo en aquella ocasión que "son muchos los vecinos que nos dijeron que habían encontrado un trabajo y que ya no era necesaria la ayuda alimentaria que les veníamos brindando".

Indicó, además, que el descenso en la cantidad de raciones de comida entregadas llevaron prácticamente a la inactividad de los comedores de la organización, por lo que se privilegió solamente la labor de los merenderos.

Ahora bien, en la antípoda de la visión de Rivas se ubica la mirada que tiene sobre el asunto la dirigente social y barrial Lilia Calderón.

Para ella, y lo ha dicho en más de una oportunidad, la realidad económica, lejos de mejorar, sigue siendo muy negativa para sectores muy amplios de la población.

En el caso de su organización, Dignidad Rebelde, lo que se viene observando es un aumento de la demanda de alimentos, motivo por el cual, incluso, han tenido que habilitar un servicio nocturno de entrega de raciones en su comedor del Barrio Obrero. Se trata de porciones de cena que son muy requeridos por las familias más carenciadas.

Así las cosas, están planteadas dos visiones diferentes en las entidades de ayuda solidaria sobre lo que están viviendo los sectores de la población que más han sufrido la crisis económica y la derivada de la pandemia.