De la selva de Paraguay a superarse y dar trekking en la Isla Jordán
La ejemplar historia de vida de Raquel, profe de educación física y también peluquera. Llegó a los 18 a Cipo y solo "tenía la primaria". Hizo de todo para salir adelante. Pormenores de las caminatas que coordina: "Amo lo que hago".
Su camino en la vida estuvo lleno de obstáculos, con más espinas que rosas al principio. Pero Raquel Blanco se rebeló al destino y hoy celebra los valiosos logros tras ese arduo recorrido… Ya salió el sol para esta amante de la naturaleza que con mucho sudor, como el de su grupo en la Barda, pudo superarse y su actualidad la encuentra en plena línea ascendente.
Justamente, en un punto alto de la zona rocosa de la Isla Jordán nos recibe para la entrevista, mientras coordina a uno de sus equipos de trekking en una hermosa tarde de sol al aire libre.
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Allí, antes de retomar el exigente circuito, cuenta que llegó “a los 18 años de una parte de campo, de bosque, medio selvática de Paraguay sin saber hablar el idioma -sí dominaba el guaraní-. Laburé desde chica y lo único que hice allá fue la primaria. Acá tuve la posibilidad de realizar la secundaria a la noche, una vez que finalicé arranqué con la carrera de Educación Física, a lo que me aboco actualmente si bien también aprendí el oficio de peluquera. Lo disfruto y me apasiona, este el mejor trabajo del mundo”, cuenta con una amplia sonrisa antes de descender por un sendero sinuoso.
Con la camiseta de Olimpia, el club más popular de su país que esta semana se clasificó a los cuartos de final de la Libertadores, pantalones cortos y zapatillas deportivas recuerda los sacrificios en el inicio de su aventura en la región y revela cómo llegó al Alto Valle.
“A Cipo vine a través de una tía que vivía acá y a los pocos meses se fue y me quedé trabajando. Empecé cuidando adultos mayores, fui empleada doméstica, niñera y una vez que me pude acomodar volví a estudiar. Y estoy feliz”, admite y pega un enorme salto para la foto y para contextualizar y festejar su favorable presente.
“Me gusta mucho la naturaleza, apenas llegué me enamoré de la Isla. Me conecté con mi tierra, con mi país, y dije que la Isla Jordán era el lugar mío, me apropié de la barda jaja”, repasa en el sitio que tanto adora y sentimientos le despierta.
Los detalles de las caminatas
“Estoy con hermoso grupo, que no discrimina edades, es mixto, mi idea es que toda persona pueda hacer actividad física al aire libre, siempre les recalco que tienen que disfrutar a la naturaleza y agradecer, poder sentir que pueden llegar caminando, celebrar la brisa, ver el atardecer que es hermoso… No hay un día que sea igual para mí. La luna cuando sale es bellísima, escuchar el sonido del río. Amo mi trabajo, me pagan por eso y no lo puedo creer. Para mí es todo un logro”, destaca reconfortada y con evidente emoción.
Se refiere, luego, a los precios, los requisitos y las condiciones ideales para sumarse a la experiencia. “El valor es de 4 mil pesos mensuales, 3 ó 4 veces por semana. La gente que va los lunes, miércoles y viernes a la noche 18.30 tiene que llevar linterna, mochila, botellita de agua, ropa cómoda y zapatillas con agarre que es fundamental porque el terreno es inestable”.
Aclara que, si bien son “todos uno”, atiende cada caso de manera particular de acuerdo a las diferentes situaciones. “Somos un grupo pero trabajamos de forma individual. Algunos corren, a otros solo les gusta caminar, están los que recién arrancan… Armo un entrenamiento adecuado para cada uno de ellos, adaptando la actividad a sus capacidades, al que va más avanzado se le exige más y así con todos”.
En cuanto a los tiempos del trayecto, quien a la vez da clases de natación en la Muni indica: “Realizamos una hora y cuarto de caminata, luego nos detenemos y hacemos todo lo que es funcional y localizado, abdominales, estocadas, sentadillas…”.
Cada vez, afortunadamente, tiene más trabajo. “En Cinco Saltos arranqué este mes. También coordino grupo de mujeres que salimos a disfrutar en la Barda. Y con los del grupo de las caminatas viajamos a El Chaltén, Bariloche y alrededores. Miles de anécdotas y cordialidad”.
Eso sí, entre tanto trajín, esta mamá de un varón ya no dispone de tiempo para mejorar la imagen y el look de vecinas y vecinos: “Tuve un salón pero se me complica ahora... Igual gracias a la peluquería llegué acá, pues una colega me dijo que estaban buscando guía para la Isla Jordán, llamé y tuve suerte. Conozco cada rincón de la Isla”.
Raquel dio en el Blanco viniéndose a Cipo. Y se hace camino al andar…
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