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Cipoleño inventó un candado que promete complicar a los ladrones

Alejandro Pelaez, reconocido artista plástico, es su creador. Lo imaginó por casualidad y trabajó hasta patentarlo. Lo están fabricando y pronto saldrá a la venta. No tiene el gancho o arco de los convencionales.

Una tarde de hace algunos años, Alejandro Pelaez conversaba con uno de sus hijos sobre las opciones universitarias que podría elegir. Le remarcó el valor de las ideas y de la satisfacción de vivir de lo a uno le gusta, y los grandes objetivos que se pueden alcanzar con perseverancia e ingenio.

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Quiso remarcar el concepto y tomó como ejemplo el candado de la bicicleta del joven que tenían a la vista, el que le habían violentado un par de veces.

“Los candados siempre los hacen más grandes, pero igual los cortan. Nunca nadie hizo algo para resolver ese problema”, le manifestó como para alentarlo a encender su imaginación.

Entonces hizo un dibujo sin el gancho o arco de cierre y le dijo “algo así nunca lo abrirían”.

La charla se cerró ahí, pero el ejemplo y la improvisada solución le quedó dando vueltas por la cabeza.

Supuso que a alguien ya se le habría ocurrido, y se puso a buscar por internet. Luego de dos horas de navegar determinó que no había nada igual en el mundo.

¿Por qué no?, se dijo. Además, razonó que, para tener la autoridad de darle un consejo a su hijo, le tenía que demostrar en los hechos que se podía.

Así que se puso manos a la obra.

Alejandro Pelaez candado 2.jpg

Desde ese día, Pelaez, de 49 años, nacido y criado en Cipolletti y con una larga trayectoria como artista plástico internacional, se puso en campaña para concretar su invento, una empresa que le resultó tan compleja -porque tuvo que investigar y transitar los engorrosos trámites administrativos que exige una movida de este tipo- que para él fue como una carrera universitaria.

“Yo solo no lo podía hacer”, recordó.

Comenzó a tocar puertas y enseguida notó que interesaba su invento, y eso le dio más fuerza. Entonces se contactó con ingenieros de la UBA y luego con otros vinculados a la fábrica automotriz Iveco.

El desarrollo demandó seis largos años, y gastos que solventó de su propio bolsillo.

Se hicieron múltiples ensayos (prueba y error) con decenas de prototipos, hasta que finalmente dieron con uno que cumplió con los objetivos que perseguían: que el artefacto no tuviera un resquicio que permitiese ser violentado y que sea lo suficientemente fuerte para soportar golpes.

Especialistas en marketing consultados sugirieron nombrarlo Mordaz, como para describir su rusticidad, y así quedó.

Lo que siguió fue el complicado recorrido para patentar la idea, y para eso debió apelar a estudios de abogados. Finalmente logró el aval del INPI -Instituto Nacional de la Propiedad Industrial.

Paralelamente presentó su creación en Europa, donde fue aprobado de acuerdo a las normas que regulan la industria de los candados.

Además, vendió los derechos para su fabricación a empresas que operan en distintos países, con también en México.

Próximamente sale a la venta

En el país tienen licencia para producirlos cinco empresas de Córdoba y de otras provincias vecinas. Allí es más conocido porque fue el lugar de desarrolló. Ya hay un stock que saldrá a la venta a fin de año o principios de 2023.

Solo hubo una partida adelantada de 50 unidades se vendió antes de que paralice todo la pandemia de Covid

En realidad, tenía todo preparado para lanzarlo oficialmente a principios de 2020, pero la emergencia sanitaria frustró todos los planes.

Después Pelaez tuvo problemas de salud y eso demoró aún más el lanzamiento. Pero ahora avanza.

“No estoy haciendo un seguimiento. Tengo que estar con mi cabeza más tranquila por todo esto. Confío mucho porque los ingenieros me han acompañado desde el día cero. Son los mejores del país, muy profesionales que hacen la cosa bien”, sostuvo.

Como para preparar el camino publicó un video en Instagram en el que explica de qué se trata Mordaz. (https://www.instagram.com/p/CD7u4DEni5i/?igshid=MDJmNzVkMjY%3D&fbclid=IwAR0b56kpdxDr_c8rlTExylCvYD2njYOHlef59d8E190LfVC_CngeMcNQ2iM)

Hay varios modelos de acuerdo a la necesidad. El estándar, como para asegurar una bicicleta, pesa 500 gramos. Hay otros más grandes, para contenedores o portones.

Pelaez dice que en comparación con su prestación es liviano, pues uno convencional con su misma resistencia puede superar los dos kilos. Lo mismo sucede con el precio. El suyo ronda los 16 mil pesos, mientras los otros llegan a 30 mil.

Candado innovador cipoleño

Cabe en una mano

El Mordaz es de dimensiones reducidas, lo que lo hace práctico. Cabe en la mano de un adulto. Se abre a la mitad con una llave y en su interior tiene cuatro trabas que, al ajustarse con el mecanismo de cierre de la otra parte, hacen que el dispositivo sea invulnerable.

En esas trabas se le pueden colocar los eslabones de una cadena o bien inmovilizar los herrajes de una abertura al unirse las mitades y girar la llave.

El corazón del candado es de acero endurecido. Exteriormente es de plástico resistente y varía según el modelo. Hay algunos que son esféricos y otros más achatados como un yo-yo.

Al no tener gancho o arco no tiene superficie donde afirmar una tijera. Tampoco utilizar una sierra porque las trabas giran y no se podrá agarrar para producir el corte.

“Cambió totalmente la estética y la funcionalidad de los candados tradicionales”, afirma Pelaez con tono de satisfacción.

Pronosticó que su invento aportará una solución para frenar los robos.

Argentina, país de inventores

“Nuestro país tiene mucho y muy buenos inventores. Es uno de los países que más inventores tiene”, aseguró Pelaez. Lo aprendió en el derrotero para fabricar y luego patentar al Mordaz. “No lo sabía hasta que lo viví”, sostuvo.

Pero lamentó que no hay apoyo para aquellas personas que crean y es muy costoso llevar a la práctica una idea. Se necesitan recursos. Su experiencia dice que no hay un organismo público que pueda financiar un proyecto de este tipo.

Para él, es una condición que adquieren los argentinos de tanto atravesar crisis, un rasgo positivo entre tantas penurias.

“Hemos aprendido a resolver situaciones y eso agudiza el ingenio. Nos pone en un nivel de invención importante”, subrayó.

Advirtió que “el país está perdiendo inventores. Solo Brasil y Chile están abriendo sus cabezas para entender la importancia de las invenciones”, dijo a modo de reclamo.

“Cuando surge algo bueno acá se lo llevan afuera. Yo tuve esa posibilidad, pero soy argentino y no lo usé para irme. Se irá el producto, pero yo no”, agregó.

Alejandro Pelaez candado .jpg

Del mismo palo

Hay que volver a la tarde en que comenzó todo, cuando padre e hijo discurrían acerca del futuro del joven. Finalmente se fue a estudiar Ingeniería en Sonido, porque es músico de alma y no se quería mover de ese rubro. Estuvo casi medio año estudiando afuera y se volvió. Pero el ejemplo del padre le quedó tan marcado que él también se hizo inventor. Pero es tema para otra oportunidad.

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