En diálogo con LM Cipolletti, contó que es la primera vez que desembarca en esta ciudad para trabajar en la cosecha. Otras veces lo hizo en Neuquén y Chimpay. Tiene cuatro hijos, el mayor de 18 años y la menor de 12, y en Tucumán no consigue trabajo. “El pobre allá no consigue nada, por ahí tenés para comer, a veces no, y encima no pagan lo que pagan acá. Por eso uno se larga a venir”, expresó “el santiagueño”.
Él fue uno de los que estaba dispuesto a trabajar en lo que sea. Dijo que también es albañil y carpintero, pero aclaró: "Me gusta mucho más el campo”. Tan es así que está dispuesto a seguir trabajando en la cosecha de la manzana, por ejemplo, cuando su empleo actual de temporada llegue a su fin.
Es conocido de Mauricio Chamorro, el otro tucumano que vino en el mismo cole y tuvo suerte un poco antes para reubicarse en una chacra de Allen. Los dos comienzan a trabajar mañana. Pero no saben nada de los tres trabajadores que quedaron boyando en la terminal, sin rumbo fijo. “No tenemos idea, hasta ayer estaban en la terminal de ómnibus”, dijo Chamorro.
Del grupo de tucumanos que llegó el jueves a esta ciudad, solo tres fueron efectivamente tomados por la empresa que los trajo. Para el resto no había más lugar; y en el derrotero, al menos cinco de ellos ya pudieron reubicarse en otros empleos.
Dicen que les ha costado mucho llegar hasta acá, tanto que no es cierto que lo hicieron en un colectivo pagado por el gobierno de Tucumán. “Nosotros hemos pagado hasta los bolsos”, aseguró “el santiagueño”, quien agradeció la oportunidad laboral, como también la solidaridad que encontraron mientras tuvieron que dormir en inmediaciones de la terminal.