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Ser petrolero y el Día del Padre: "El precio que pagás por un mango más es muy alto"

Mario, un vecino cipoleño que se perdió "cosas y tiempo que no recuperás más en el campo", reflexiona y se emociona en una fecha especial. Acaba de jubilarse y hoy disfruta de sus hijos "como nunca antes".

“Los domingos a la tarde o el día anterior a volverme al campo era un velorio en casa. Cerraba las cortinas, todo oscuro y en silencio. Yo en verdad me ponía muy mal por tener que irme de nuevo y la familia también lo sufría”. Mario Nieva, cuentan quienes lo conocen, es un buen tipo, de barrio, con códigos…

Divertido y sensible. Apegado a sus afectos y de bajo perfil. Capaz de gozar de un pancho en la plaza San Martín tanto como de una cena en un restaurante top mientras esté con los suyos.

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Tiene 3 encantadores hijos por los que siempre, dentro de sus posibilidades, se brindó al máximo. Pero admite que recién hoy, a los 57 años, los empieza a conocer y disfrutar mejor. Camila (24) ya es licenciada en Recursos Humanos y Pablo (22) y Sofía (18) estudian a nivel universitario.

Nunca les faltó nada material y mamá Susana, una docente muy querida del jardín de las 1200, se desdobló para compensar las frecuentes ausencias paterna por el trabajo del hombre en el petróleo. Pero, flamante, jubilado, él lamenta que “ese tiempo que perdiste no lo recuperás más. Aunque tengas un auto O Km fuera de tu casa, no vas a reparar lo otro”.

En vísperas del Día del Padre, una historia de vida como tantas pero con un matiz especial, el otro lado de un oficio que a veces encandila por las cifras que se manejan (¿fantasía o realidad). Un rubro al que la sociedad suele caerle con los tapones de punta y que alguna vez no está mal mostrarlo desde este otro costado, el de los esfuerzos, las privaciones, la angustia de personas con sentimientos por ese abrupto despegue de sus seres queridos. Por estar y no estar. Tan cerca, tan lejos…

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“Laburar en el campo no es nada agradable. Te quita mucho tiempo con tu familia. En mi caso fueron miles de cosas. El abrazo con tu hijo en un cumpleaños, felicitarlo en la cara, personalmente por el egreso… Lo más doloroso es perderte fechas claves: cumpleaños, nacimientos. Me ha pasado con una... Justo ese día llovió, se cortó el camino y no podía bajar. Me la tuve que aguantar y esperar hasta poder ver a mi hija ya nacida. No poder estar cuando más te necesitan, es el precio que tenés que pagar por un mango más. Todos hablan del laburo petrolero y ven los frutos, pero nadie recalca el sacrificio que hace esa persona para que la familia progrese”, reflexiona este hincha de Boca y convida otro mate.

“No se si se justifica el esfuerzo. En lo personal me costó muchísimo lograr un gran vínculo con los chicos y es natural. La madre fue la que tuvo que afrontar todas esas cosas. Las ausencias mías, preguntas que no les podés responder. No me siento orgulloso de no haber estado cuando los chicos me necesitaban. Y cuando ya pasó lo que pasó, la plata no vale…”, argumenta con una mano en el corazón y tras repartir a sus tres “cachorros” por diferentes lugares de la ciudad.

Muy humilde, reniega de aquellos “compañeros ostentosos por los que nos meten a todos en la misma bolsa”, y aclara que no está “hecho económicamente”. Da a entender que hay, también, mucho de mito en cuánto a lo que ganan los petroleros.

“Vas a conseguir seguramente las cosas que uno sueña más rápidamente. Poder tener un auto, una casa propia. Pero todo eso se diluye con la realidad de tener que volverte 14 días al campo. Vas a tener una casa que después se la dejás a tu mujer que ya no te banca que no estés nunca, el auto lo vas a tener pero en realidad lo disfrutás una semana y otras tantas no estás. No sé si es tan valorable laburar en el rubro. A veces predomina más el querer tener que el disfrutar”, apunta con sinceridad. El Flaco y Romi, dos incondicionales amigos de la vida, lo aguardan para retomar el paseo sabatino que merecido lo tiene.

“Pero que quede claro, no todos ganan bien. Los de boca de pozo sí, el resto no se hace tanta diferencia”, reafirma quien a la vez se la rebusca con la mecánica.

Por último, deja otro interesante punto de vista respecto a la relación con sus tres soles. “Si valoran el esfuerzo de cada padre depende de la crianza. Ahí se ve la mano de la madre, en mi caso mi pareja es una mujer que trabaja, es emprendedora, que le explica a los chicos por qué no está el padre”, culmina y asegura que si volviera a nacer no elegiría el petróleo para ganarse la vida.

Sus hijos, pese a todo, sí volverían a elegirlo. Para Camila, Pablo y Sofía es Super Mario. ¡Feliz día para él y todos los padres!

FUENTE: allegra

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