La ciudad llora a Grisanti, pionero de la fruticultura
En sus 90 años de vida supo ganarse el cariño de los vecinos a base de trabajo.
Conmoción causó en la ciudad el deceso de Enrique Grisanti. Destacado pionero en el desarrollo de la fruticultura en la región, fue también un hombre comprometido con su comunidad y participó de algunos momentos brillantes en la historia del Club Cipolletti. Jefe de familia ocupado por el bienestar y el futuro de los suyos, se lo recuerda como un trabajador incansable y un empresario innovador. Tenía 90 años al momento de su muerte y muchísimas personas, de Río Negro, de la Argentina y de distintos lugares del mundo se comunicaron con sus deudos para acompañarlos en el triste momento del adiós.
Cipolletti perdió a una de las figuras que cimentaron las épocas de mayor expansión en la producción y comercialización de frutas y de las que más contribuyeron a la modernización tecnológica y organizativa de la actividad. Fue un visionario que introdujo en la zona el uso de las cámaras de frío y que mejoró y perfeccionó la labor en las plantas de empaque. La empresa Tres Ases, que lideró durante décadas, fue sinónimo de solidez y audacia en el mundo económico y en 1969 hasta llegó a contar con un barco propio, con el nombre de la ciudad, para el transporte marítimo a Europa y, sobre todo, al vecino Brasil.
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“Sin duda, para nosotros fue un pionero en la fruticultura, en la que introdujo muchísimos cambios. Siempre se ocupó de todos los detalles”. Gabriel Grisanti. Hijo de Enrique Grisanti
Nacido en Bahía Blanca, su padre le encomendó desde muy joven asumir la responsabilidad de conducir los negocios de la familia relacionados con la fruta. El trabajo creció y para él llegó el tiempo de asentarse en el valle. Mediaba la década de 1950 cuando se afincó en la comunidad cipoleña y por entonces también dio otro paso fundamental en su vida: se casó con Dora Celia Martínez, Dorita, con quien tuvo tres hijos Enrique, Gustavo y Gabriel. Su nombre y su vida se asociaron para siempre a la ciudad.
Ayer, Gabriel, el menor de la familia, recordó con emoción la memoria de su progenitor, de quien puso de relieve, además del cariño, la línea de conducta que les enseñó y la decidida voluntad de luchar por los sueños y objetivos que hacen al destino.
También resaltó como un ideal fundamental la unidad y las buenas relaciones que debían mantener siempre los tres hijos.
Un legado de esfuerzo, compromiso y conducta personal
“Es muy grande el dolor, como corresponde a la muerte de un padre, pero es mucho el orgullo por todo lo que hizo y representó para nosotros y para muchas personas. Prácticamente de todas partes del mundo hemos recibido mensajes de consuelo, y eso ayuda a aliviar un poco la tristeza”, manifestó Gabriel Grisanti, hijo menor de Enrique, el pionero fallecido.
“Mi viejo trazó una vida de esfuerzo y conducta”, enfatizó y recordó que nunca dejó de prestar atención a la marcha de la empresa familiar y hasta hace muy poco seguía interesándose por aspectos puntuales de la actividad de la firma. En sus últimos años, todas las mañanas dedicaba al menos dos horas a seguir la marcha de los negocios.
Gabriel mencionó que había dos aspectos que, en particular, le gustó siempre tratar y cuidar: el inicio de una producción nueva y la selección y clasificación de la fruta. Eran instancias que lo apasionaban, pero en realidad “le apasionó todo lo que hizo”. Y por eso dejó una huella imborrable también en el Club Cipolletti, al que llevó, como presidente, a sus dos primeros torneos nacionales y le dejó pavimentado el camino para el tercero. “Fue alguien con muchas facetas y mucho compromiso y el club fue, junto a su casa, su lugar más querido”, afirmó.
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