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El sobreviviente récord de Covid: dramático testimonio y feliz presente

Daniel Gómez "volvió a nacer", como cuenta la doctora que siguió su caso. Estuvo 57 días en terapia intensiva en el Moguillansky y zafó de milagro. Su relato estremecedor y su actualidad en el comercio y el equipo del Don Pedro que dirige.

Pasó 57 días entre tubos y respiradores artificiales, con su entorno rezando por él. 1368 eternas y dramáticas horas, debatiéndose entre la vida y la muerte. 30 kilos menos al salir, demacrado, respecto al peso con el que ingresó al Hospital Pedro Moguillansky. Decenas de compañeros de habitación que a la noche sentía quejarse y a la mañana ya no estaban... La pregunta de cada día a la que se enfrentaba: ¿Tenés miedo de morirte? Y su entereza, fuerza de voluntad y ganas de vivir para esa respuesta tajante: “Siempre les dije que no. Esa consulta me la hacían en terapia, varias veces, cuando se trabaja la parte pisológica. Nunca les dije que sí. Si era el momento de partir, era el momento… Confiaba en mis fuerzas y sabía que tenía ganas de salir, quedaban cosas para hacer en este mundo”.

Daniel Gómez es el sobreviviente récord de Covid-19 en Cipolletti. Permaneció en total 62 días internado en el nosocomio local (solo 5 en sala intermedia, el resto en Terapia Intensiva). “Volvió a nacer”, describe mejor que nadie lo mal que la pasó este vecino cipoleño, la doctora Rita Martin, por entonces una de las jefas de TI del lugar.

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Su pesadilla comenzó cuando el virus que causó estragos en el mundo recién llegaba al país. “Fue en el momento que no había vacuna ni información, agradezco a Dios que tomé todos los recaudos. Les llevaba la comida a mi mamá y hermana y jamás entré a la casa para cuidarlas”, destaca este guerrero en el inicio de la conmovedora charla con LM Cipolletti.

Propietario del comercio El Estudiante, en calle Mengelle 173, sospecha que “me lo contagié en el local seguramente, porque no salía a ningún lado, me cuidaba un montón. Y eso que fuimos pioneros en medidas de higiene. Pero ese bicho no perdona…”.

Hoy, a dos años y medio del drama, se lo ve fuerte y feliz, es un canto a la vida. Del otro lado del mostrador, así como casi estuvo del otro lado del túnel, brinda un estremecedor testimonio.

“En septiembre de 2020 me fui a mi casa, me empecé a sentir cansado y al tercer día no podía hacer otra cosa que estar tirado en la cama. Me vi complicado y mi hermano me pasó a buscar por el hospital de la calle Fernández Oro y me llevó al de Naciones Unidas. Me dijeron que estaba mal, que oxigenaba mal y así empezó todo”, explica en un bache laboral y tras agradecer a una clienta histórica que le dice “no sabés que contenta me pone verte así” (otros lo llenaron de “regalos y lindos gestos”).

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Daniel, en su comercio, atento a la compu y el listado de precios.

Daniel, en su comercio, atento a la compu y el listado de precios.

“Rita -la médica- me dice que hablaba con ella, pero la verdad que desde entonces no me acuerdo casi nada. Al principio estuve en la guardia con ese casco tipo astronauta, me iban a trasladar pero no hubo tiempo porque se agravó mi cuadro. Me tuvieron que entubar, me sobreponía a algo y aparecía otra cosa. Los médicos hicieron lo imposible para salvarme”, destaca a los héroes anónimos.

De repente, hace una pausa. Silencio, emoción y escalofríos para quien escucha sus palabras... “Lo más doloroso es cuando empezás a reaccionar, que en mi caso costó mucho y… el sonido de los respiradores, de todas las máquinas, de alarmas, de quejas de compañeros de sector a los que no los podías ver pero sabías que estaban a tu lado”.

El tramo más crudo de su relato está por llegar. “Me tocó irme a dormir sabiendo qué vecino tenías al lado y al otro día despertarme y ver que estaba vacía la cama. Así varias veces. Era muy duro todo, sin poder despedirte…”.

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Emocionante. Daniel al abandonar el Hospital tras agonizar casi 2 meses.

Emocionante. Daniel al abandonar el Hospital tras agonizar casi 2 meses.

Y mientras más lúcido estaba, más la padecía. “Estás destruido y te da sed y no podés tomar agua. Es medio frustrante cuando comenzás a recuperarte, tenés calor, empezás a renegar… Ya sos consciente de tu lucha, te sentís muy cansado, agotado. Te vas enterando de a poco, no tenés fuerzas para levantarte, te sentís incómodo, marcas por todos lados... Me sacaban sangre toda la semana, estaba harto de todo eso”, revela el calvario.

Si bien es soltero, el Dani tiene “sobrinos que lo sufrieron un montón, mi mamá, mi hermano gente conocida que oraron por mí”. Muchos de ellos lo fueron a recibir con cartas y globos cuando le concedieron el ansiado alta y se fundieron en un abrazo inolvidable.

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Para llorar. El ansiado reencuentro con sus afectos.

Para llorar. El ansiado reencuentro con sus afectos.

El después de los pacientes no es fácil, la readaptación a la vida real, sobre todo en los primeros tiempos. “Quedé como en un estado de nebulosa, me costó caer un par de meses, casi un año sentirme mejor. La última semanita en sala intermedia me quería ir mi casa y ver a los míos, cuando salí había muchos amigos, compañeros de fútbol, familiares. Fue una batalla ganada”, celebra este verdadero ejemplo.

Vida normal, DT en el Don Pedro

Ya amoldado a la rutina diaria, Daniel destaca que hace “vida totalmente normal. Volví a jugar al fútbol y los chicos de Pichi Nahuel 9 ahora me pidieron que me haga cargo del equipo, en un lindo gesto, que sea el DT, porque me consideran un referente”.

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Juega en el Pichi Nahuel y ahora es el DT del equipo.

Juega en el Pichi Nahuel y ahora es el DT del equipo.

Consultado sobre si ahora disfruta más que antes de las pequeñas cosas y momentos, afirma: “Tengo mi personalidad, trato de encontrarle un equilibrio entre trabajo, disfrute, familia”.

Y por último deja un mensaje a quienes la luchan como él ante este maldito virus: “Fe y paciencia, es un proceso largo y complicado pero se puede”.

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Agradecimientos especiales

“A toda la gente que se preocupó por mí y se interesó por mi salud. Al personal del Hospital, a una mujer incondicional, una psicóloga de Cinco Saltos a la que conocí en el negocio y como ella podía ingresar al ser profesional médica a donde estaba yo, me llevaba audios, me tenía una paciencia enorme, muy agradecido… También a Lourdes, otra amiga, kinesióloga, que me ayudó mucho. A todos los médicos, a Rita por supuesto. A los chicos del Pichi Nahuel y a Leandro, un gran amigo. A mis sobrinos Blas, Huma, a Raquel, Nadia, mi viejo, mis hermanos…”, culmina quien zafó de milagro.

¡”Gracias a la vida…”!

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Daniel hoy es feliz con la vida que lleva.

Daniel hoy es feliz con la vida que lleva.

Opinión

“Muchos días donde no sabíamos si pasaba la noche…”

Rita Martín, jefa de Terapia Intensiva del Hospital en 2020

“Plena pandemia, llaman de la guardia para que evaluara dos pacientes que no estaban evolucionando bien y me quedaba una cama… Uno sale derivado para otra institución, y Daniel, que estaba más inestable, ingresa a nuestra unidad.

Distres severo, se lo coloca en posición prono, y se transmite a la familia la gravedad del cuadro y las pocas posibilidades de que pudiera superar el cuadro.

Fueron muchos días donde no sabíamos si pasaba la noche. De a poco fue recuperando, para enfrentar el primer desafío, que es volver a respirar sólo después de estar más de 1 mes conectado al respirador, con debilidad muscular adquirida en el área crítica.

Y luego el segundo gran desafío, cuando empiezan a tomar conciencia de lo que pasó, de lo adelgazado que están, y ante la ausencia de familia y la soledad de la UTI (Unidad Terapia Intensiva), lo anímico juega un papel muy importante.

Lo logró, con mucho esfuerzo de su parte y un gran trabajo y dedicación de todo el equipo de la UTI.

Tal vez nos crucemos por algún lado a él u otros pacientes que lograron sobrevivir, y no creo nos reconozcamos unos a otros. Pero nos une una experiencia que nos marcó para siempre, sólo estando ahí se dimensiona la magnitud y los efectos colaterales de la pandemia”.

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Rita junto a otra heroína del gran equipo de UTI del Hospital.

Rita junto a otra heroína del gran equipo de UTI del Hospital.

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