Comerciantes están al borde del abismo por la pandemia
Una de las comerciantes entrega hoy las llaves de su negocio de indumentaria. Otra elabora hamburguesas caseras y no cierra sólo por sus empleados.
Por Guadalupe Maqueda-maquedag@lmneuquen.com.ar
Verónica Gilardi (40) ya vació su local de la calle Esmeralda 935 y hoy le entrega las llaves al dueño. Allí, donde antes exhibía indumentaria de bebés y niños, ahora solo queda el logo en la puerta y algunos muebles que están en venta, como un mostrador y un perchero.
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Por suerte Verónica no tiene gente a cargo, como es el caso de María Soledad Ferreyra (39), la dueña de otro comercio ubicado en la calle San Martín 71 que camina por la cornisa. Aunque tiene la ventaja de seguir trabajando, las ventas de su local cayeron mucho y por estas horas se replantea qué hacer: "Si no cierro es por mis empleados", sostuvo.
Mientras observaba la postal más desoladora de un salón vacío, que le queda enorme; Soledad comentó: "Llevo cuatro días sin abrir el local porque no tengo plata para comprar mercadería, y lo poco que me ingresa se lo doy al personal porque no puedo pagar sueldos". En ese lugar elabora hamburguesas caseras con materia prima fresca, del día. Hiper Burger se llama su local.
Allí cuenta las fetas de queso que le quedan, cuenta los panes que le quedan y dice: "No se puede trabajar así".
Verónica tiene a su favor una profesión para salir adelante. Es enfermera y se desempeñó en el sector de cuidados intensivos nada menos que 16 años. Ese título, y toda la experiencia que acumula, tal vez la salven ahora, si aparece una propuesta concreta de trabajo. "Estoy en esa búsqueda", comentó; y piensa en sus tres hijos, cómo sostener el hogar en situación de desempleo, mientras cumple la cuarentena.
También Soledad es sostén de hogar con dos hijos de 20 y nueve años. Toda la vida fue empleada, 22 años, y trabajó en distintos negocios de Cipolletti y Neuquén. Cuando su ex jefe quiso desligarse de la actividad, ella que era empleada se quedó con el fondo de comercio y asumió el rol de patrona. Fue cinco meses; y la está remando con un equipo de trabajo que valora mucho.
Tal vez porque fue muchos años empleada, la comerciante se pone en los zapatos de los que ahora son sus empleados; y es por ellos que todavía resiste, pese a los estragos que está haciendo la cuarentena.
"Hoy que puedo manejar mi propio negocio, me pasa esto, un horror. Esta mañana -por ayer- me desperté decidida a no trabajar más, no sé si pudo seguir trabajando. Tengo 1300 pesos en el banco y un montón de compromisos. Esto te baja totalmente la autoestima. Pero hay mucha gente atrás de uno que te anima a seguir. Y le tengo que pagar a la gente que trabaja conmigo. Por más que cierre hay que pagar alquileres, sueldos, proveedores, es mucho dinero", expresó.
Verónica no pudo seguir trabajando desde que se decretó la cuarentena. Fue uno de los rubros considerados no esenciales por el Estado. Pero las dificultades económicas comenzaron un poco antes. La comerciante abrió en octubre de 2019, cuando el mes de la madre acaparó el mayor porcentaje de ventas. Con muchos esfuerzos había invertido todos sus ahorros.
Recordó que tuvo un pequeño repunte en diciembre, pero enero fue difícil y febrero, un desastre. Entonces no pudo pagar el alquiler del local, de modo que al presentarse la pandemia por el Covid-19, directamente no pudo sostener más su emprendimiento, al que llamó Iopa bebés y niños.
"Lamentablemente tuve que cerrar porque no puedo cubrir los gastos. Más allá de que el propietario del local fue muy comprensivo y me dio su apoyo, no hay manera. El local ya está vacío y me quedaron algunos muebles que estoy vendiendo por Facebook. Mañana -por hoy- entrego las llaves", anticipó.
Incluso antes de que se decretase la cuarentena obligatoria, Verónica advirtió muy poco movimiento comercial en la calle. "No entraba nadie al local", aseguró.
Hoy, cuando entregue la llave del negocio, comienza una nueva etapa en su vida en la que se vale de una profesión para encontrar un trabajo. "Tengo esa herramienta para salir adelante, si no tuviese ese respaldo no sé que haría", confesó la comerciante, con un bebé de diez meses, y dos chicos de 14 y ocho años.
Soledad no sabe qué hacer. Piensa que de alguna manera se las va a rebuscar porque es cocinera y modista. Pero le tira mucho el trabajo de sus empleados. "Hoy me pesa eso, la gente que yo dejaría sin trabajo. Si no cierro el local es por ellos. Son muchas cosas las que evalúo. Ojalá esta situación pase pronto, aunque sabemos todos que viene para largo", indicó la comerciante.
El delivery no alcanza
Verónica evaluó que si ella hubiese tenido la chance de hacer delivery, no le soltaba la mano a su emprendimiento. "Trabajaría de esa forma, si me lo permitiera, con todas las medidas de protección para minimizar el riesgo", manifestó.
Sin embargo, esa modalidad todavía no se flexibiliza para la mayoría de las actividades económicas que sufren el parate total. No es el caso de María Soledad, quien sí pudo valerse de esta alternativa para generar algunas ventas. Sin embargo, en diálogo con LMCipolletti, la comerciante aseguró que no es nada fácil sostener el negocio con la entrega a domicilio, ya que los ingresos no son diarios. "La liquidación es cada 15 días", aclaró la comerciante.
Por eso, ella que tiene que renovar la mercadería a diario, porque elabora un producto fresco y gourmet, necesita mayor liquidez financiera. "De lo contrario, no te da el bolsillo para solventar el negocio. En su momento era rentable, porque tenías ingresos todos los días, pero en esta situación no podés; y entre pagar la mercadería y pagar al personal, yo priorizo al personal", explicó.
Para ser más gráficos, desde que empezó la cuarentena, la comerciante facturó menos de una semana. Con dos empleadas, una de ellas embarazada y de licencia, les paga de a puchitos.
"Necesito abrir el local, poder trabajar para cobrar y pagar; o manejarme con un delivery más accesible a las liquidaciones. Los comerciantes, todos, necesitamos una ayuda, algo, un crédito para pagar sueldos y alquileres, cubrir gastos, deudas. La gente que trabaja conmigo me ha tenido mucha paciencia, pero también necesita. El empleado come, tiene familia y paga cuentas", cerró Soledad.
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