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Neuquén es la capital mundial de la torta frita

Existen más de 300 puntos de venta, y los neuquinos pueden llegar a consumir más de 5 mil kilos diarios. Un recorrido por la ciudad para conseguir las mejores y las más baratas. La torta frita como fenómeno gastronómico y social.

Cómo el sándwich de milanesa en Tucumán, el lomito en Córdoba, o el salame de Tandil, pese a quien le pese, la torta frita es neuquina. Sí, ya todos sabemos que se come a lo largo y ancho del país; que en la localidad de Mercedes se cocina la más grande del mundo; y que en Senillosa le brindan homenaje con una fiesta espectacular. Pero acá, en la capital de la provincia, se consume como en ningún otro lado: según estimaciones, durante el invierno los neuquinos y neuquinas podemos llegar a comernos más de 5.500 kilos diarios de esta delicia.

El cálculo (realizado con la ayuda de un amigo que es profesor de matemáticas y al que le basta un cielo parcialmente nublado para salir corriendo a comprar una docenita) contempla las más de 100 panaderías que las preparan; los aproximadamente 200 puntos de venta no registrados, entre ambulantes, carpas, carros y cuchitriles; y las personas que cocinan en sus casas y salen a venderlas por la calle, con una canasta.

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En promedio, las panaderías venden 25 kilos diarios, y los puntos de venta informales 15 kilos, aunque algunos llegan a los 20. “Los días de lluvia hacemos entre 70 y 80 kilos, y la gente se pelea para entrar al negocio”, dice Julio Césari, dueño de María Pastas, un lugar al que la mayoría considera como el templo de las tortas fritas. Eso sí, también son de las más caras: el medio kilo cuesta 2 mil pesos. “Las freímos con un óleo especial que es muy costoso y lo cambiamos cada cuatro frituras”, dice Julio, quien agrega que “las personas que lo entienden vienen, y la verdad es que vienen demasiadas. El negocio es un éxito rotundo”, explica con orgullo este hombre de 78 años, creador de esta receta que lleva huevo, manteca y leche; con la que logra una torta frita que es una obra de arte comestible.

SFP Vendedores de tortafritas en Novella y 1 de mayo (7).JPG

Así como en TiK Tok se desató la “Guerra de los Panaderos” (trabajadores del rubro se filman mostrando sus destrezas y compiten para ver quien realiza las mejores medialunas o bizcochitos), en nuestra ciudad se armó el debate para ver cuál es la mejor torta frita. Cada neuquino o neuquina tiene su point. Y todos aseguran que las mejores se venden ahí, donde la compran ellos.

En el centro, las de Tiempo de Dulzura tienen muy buena fama. Ni hablar las de Mamuki, que en Google los usuarios las calificaron con 4.5 estrellas. En el norte de la ciudad, el carrito blanco ubicado sobre la calle Conquistadores del Desierto no tendrá internet ni estrellas, pero tiene una cola infernal de gente esperando para comprar esas tortas fritas que son una nube. Algo parecido sucede en los diferentes puestos que están sobre la Casimiro Gómez, lugares que aprovechan todo el tráfico del Parque Industrial y se cansan de vender.

Las panaderías venden 25 kilos diarios, y los puntos de venta informales 15 kilos, aunque algunos llegan a los 20. “Los días de lluvia hacemos entre 70 y 80 kilos, y la gente se pelea para entrar al negocio”, dice Julio Césari, dueño de María Pastas, un lugar al que la mayoría considera como el templo de las tortas fritas. Las panaderías venden 25 kilos diarios, y los puntos de venta informales 15 kilos, aunque algunos llegan a los 20. “Los días de lluvia hacemos entre 70 y 80 kilos, y la gente se pelea para entrar al negocio”, dice Julio Césari, dueño de María Pastas, un lugar al que la mayoría considera como el templo de las tortas fritas.

En el Oeste, que es la zona donde más se consumen, varios lugares se disputan el reinado del sector, entre ellos Canelo, donde se fríen de una manera particular: “las hacemos con dos grasas distintas: una tibia y otra bien caliente”, explica su dueño, Carlos Gelvez, quien asegura que las suyas son las mejores de Neuquén.

Fenómeno social

Más allá de la polémica por las diferentes calidades, lo cierto es que la torta frita atraviesa diferentes barrios, diferentes clases sociales y es parte de la idiosincrasia neuquina. Es mucho más que un alimento calórico para paliar las bajas temperaturas: es un fenómeno social que está presente en la rutina diaria: en ese compañero o compañera de trabajo que alegra la oficina al llegar con un paquete de papel madera que ya empieza a engrasarse; en cada acto patrio, casi siempre acompañada del chocolate caliente; en cada calle en la que se siente el olor inconfundible de su cocción saliendo de las casas; en las campañas políticas, donde los candidatos terminan empachados de tantas que les convidan; en los talleres mecánicos; en el río, en las paradas de taxi. En todos lados hay una torta frita para compartir.

vendedores de tortas fritas

Duele aceptarlo, pero todo lo que tiene de sabrosa, crujiente y calentita, también lo tiene de nociva. El médico Juan María Vargas explica que las tortas fritas son ricas en carbohidratos y en grasa (carbograsos), lo que las vuelven un alimento bastante perjudicial para la salud: “aumenta e incide sobre muchos factores de riesgo cardiovascular” dice este especialista en medicina interna, quien agrega que “es difícil de erradicar porque es de bajo costo, fácil acceso, y además está arraigada a las costumbres argentinas. Al menos deberíamos tratar de racionalizar las porciones, y en la medida de lo posible sustituirlas por una fruta”.

Qué fruta noble la torta frita. Aunque los médicos aseguren que pueden producir cólicos biliares o a futuro generar graves problemas de salud o, lo curioso es que también le permite vivir a muchísima gente. Como por ejemplo a Verónica Ahumada y Marcelo Cid, que desde hace ocho años se levantan cada día a las cuatro de la mañana para amasar y para montar su gazebo en la esquina de 1º de Mayo y Novella. En un buen día pueden llegar a vender 25 kilos de tortas fritas calentitas, un producto que cocinan ahí mismo, en un tarro con seis kilos de grasa, que se mantiene caliente con un fuego que nunca se apaga.

Hay días que a Verónica le quedan doliendo los brazos de tanto amasar, porque todo lo hace de manera manual. Y aunque su marido le insista con comprar una amasadora, esta luchadora dice que no, que así salen más ricas, con otro “gustito”: “Con esto y otras changuitas de soldadura y de jardinería que tiene mi marido vamos tirando”, dice Verónica, madre de cinco hijos.

SFP Vendedores de tortafritas en Novella y 1 de mayo (8).JPG

Algo parecido pasa con Valeria Inés Roa, que vive a una cuadra de la Municipalidad del oeste, lugar en donde encontró su nicho de venta. Ella también se levanta a las cuatro de la mañana, revisa los pedidos en el Whatsapp, y empieza a cocinar las 10 o 15 docenas que suele vender por jornada. Cuando tiene todo listo, con su carrito enfila para el edificio de Godoy y Novella, donde la conocen todos. Algunos hasta tienen cuenta corriente. “Cada vez hay más trabajo, más clientes, más gente me va conociendo, y me permite sobrevivir”, dice esta mujer que vende la docena a 1.200 pesos.

vendedores de tortas fritas -SOLO VERTICAL-

Como habrán notado (y probado), en Neuquén hay tortas fritas para todos, para todas, y para todos los gustos: sequitas, chorreadas de aceite, finitas, con mucha masa y apelmazadas. Del tamaño de una tarjeta SUBE o grandes como una alpargata. Frías y calientes. Freídas con aceite, con grasa, y con óleo. Todas se venden y cualquier lugar es propicio para comerlas: en las casas, en el trabajo, en el río y en el auto. Y al que le parezca exagerado esto de que Neuquén sea la capital mundial de la torta frita, si consiguen algún otro lugar en el planeta donde se vendan más de 60 mil docenas por día y casi 800 mil unidades, como dicen los panaderos de Tik Tok: “etiquetame”.

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