Las andanzas del gaucho Vitoco y su receta para seguir con esa vida bohemia a los 80
El popular Víctor Fuentes repasa su historia. Hombre de campo, solía llegar montado a los bares de Cipolletti que sigue frecuentando. El hallazgo en la represa.
Gaucho de toda la vida, hombre de campo y de bares, leyenda de la ciudad. Más allá del percance que sufrió en diciembre, cuando “me pisó una vaca el pie por inquieto y meterme en el trabajo de mis pibes, me dieron como 20 puntos de sutura, ya no estoy para esos trotes”, se lo nota intacto y feliz a Víctor Angel Fuentes.
Es más, al borde de los 80 años -“los cumplo en agosto próximo”-, el popular Vitoco confiesa que sigue con la clásica visita diaria a “El Trébol, uno de los últimos bares históricos de Cipolletti”, donde disfruta de una “copita de ginebra y de esas charlas que en familia se perdieron por el uso y abuso de la tecnología”. ¿Será ese su secreto, la receta, para estar impecable de mente, cuerpo y alma?
Te puede interesar...
Además de un pintoresco y conocido vecino, se trata del ex empleado de Hidronor que se jacta de haber sido “el que descubrió la falla que alarmó tanto al pueblo, cuando decían que la represa de El Chocón podía romperse y causar una catástrofe…”.
La historia y anécdotas de Vitoco
En La Chacra de la Esmeralda al fondo este personaje lugareño comparte unos ricos mates como cada jornada con Irma, su compañera de siempre, “a la que conocí en una Obra en San Juan y no nos separamos más”. Nacido en El Cholar, allá en el norte neuquino, Cipolletti es definitivamente su lugar en el mundo.
Ocurrente, amante de los animales y patriota al mango, ideal para compartir una charla o, mejor aún, un asado bien regado.
“¿Cómo me defino? Como un ciudadano común, hecho y criado en el campo, con todas las costumbres camperas. Apenas si tengo cuarto grado hecho a los ponchazos, pero era otra educación, otra forma de ser, otras crianzas a partir del respeto. Traer desde la cuna el “permiso, por favor, gracias”, resalta esos valores que muchos perdieron pero él reivindica.
Desde siempre, cada tardecita -en especial de sábado o domingo- cumple el mismo ritual. Bohemio como pocos, visita el lugar donde se siente pleno y disfruta con amigos y algún desconocido que cada tanto suele sumarse, “uno de los últimos bares que quedan en Cipolletti, El Trébol de Teniente Ibáñez casi La Esmeralda”.
“Me gusta ese clima, hoy que en tu casa la tecnología casi no te permite el diálogo, entonces me gusta ir, tomar mi copa, hablar 4 ó 5 pavadas, reírme un rato, jugarme un truco y volverme”, admite cómo despunta el vicio el emblemático Vitoco, habitué de esos recintos que se llenan de personajes de historietas.
Durante mucho tiempo y hasta no hace tanto, llegaba montado a los bares y dejaba el pingo afuera. Ello dio pie a distintas leyendas urbanas, una de las cuáles confirma.
“Supe ir al bar a caballo los finde, ensillaba y me iba al centro o campo afuera, a un barcito. Me tomaba una cervecita tranquilo y más de una vez algún pícaro me lo soltaba al animal y entonces me quedaba a pata. Mamita… Lo que destaco es la nobleza del caballo, que se volvía a casa solo pero llegaba, te va a llevar siempre al rancho ponele la firma”, resalta a sus incondicionales compañeros de ruta.
Y para ejemplificar aún más lo de la lealtad, recuerda otra increíble anécdota: “Resulta que habíamos ido a una caminata de galgos del otro lado del río, terminaba en la balsa de Isla Jordán. Fuimos como apoyo logístico y se me pasó un poco la mano con el chupi después del asado. El caballo me trajo solo hasta la puerta del rancho, no sé como llegué, era un alazán, llamado El Pampero, muy mansito, muy fiel. Me salvó esa vuelta…”.
En esas clásicas pasadas por los bares, hobby que conserva hasta la actualidad aunque ya de a pie, nunca falta “la copita de ginebra”.
“Soy ginebrero a morir, le mando un traguito puro y después con soda o agua. Y por suerte estoy bien de salud, los estudios dan bárbaro, solo tengo un poco de artrosis en los huesos pero eso es de viejo más que nada jaja”, suelta con una sonrisa este papá x 4 y cariñoso abuelo.
Quizá en su relajado estilo de vida esté la clave para estar sano sin privarse de nada o al menos dándose algunos permitidos. Lamenta, eso sí, que “antes tomaba algo e invitaba la ronda, hoy se complica por cuestiones económicas”.
Su pasado en Hidronor y supuesto hallazgo en la represa
Víctor disfruta la tercera edad y su jubilación que tan merecida la tiene. Pero supo ser un eficiente laboratorista de suelo y hormigones. Y, sin perder su habitual humildad, se cuelga una medalla laboral.
“Trabajé mucho tiempo en Hidronor, estuve 15 ó 18 años en auscultación de presas, hacía inspecciones en todas las represas. Cuando se habló de que se rompía El Chocón, cuando el pueblo se enteró, hacía un año que sabíamos que algo había y estábamos trabajando en eso, no me vas a creer pero fui yo el que descubrió la falla. Les dije a los jefes ¿y aquel caño? Se armó un debate interno pero me enviaron a medirlo y tenía como 3 metros de agua…”, sostiene el a la vez ex cabecilla de una agrupación folclórica.
Súper sociable, Vitoco en el final recuerda los “amigos que ya no están”. El sábado, este gaucho bohemio, levantará una copita más por ellos, por las costumbres argentinas y por la vida en el bar de la felicidad.
Leé más
Comenzó la ejecución del plan de rampas 2025 en Cipolletti: el cronograma
Arte y cultura para todas las edades: comenzaron los talleres en la ciudad
Eclipse lunar total: a qué hora y cómo verlo en el Alto Valle esta noche
Noticias relacionadas
Dejá tu comentario