El temor del gaucho de 83 años que sale a laburar a caballo
Martín expone ahora una de sus grandes preocupaciones. "Voy a trabajar hasta que me lleven, pero quiero estar tranquilo", ruega.
Es una clásica postal de cada mediodía en las Naciones Unidas. Martín, el hombre de 83 años, pasa a caballo con su carro de regreso al Santa Elena tras recolectar alimentos para los cerdos que cría.
Días pasados contamos su historia. Y ahora exponemos una preocupación que nos hizo llegar este incansable trabajador: su reclamo para que le reconozcan como propio o al menos respeten el espacio que cuidó estos años y donde atiende a sus animales, por temor a que "un día me quieran sacar y a dónde voy a ir a mi edad".
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“El problema que tengo es que los viejitos dueños del lugar murieron y quedaron los hijos en el campito donde estoy en el Santa Elena. Me tendrían que dar aunque sea un par de hectáreas así estoy tranquilo que no me va a pasar nada. Yo llegué cuidando 5 hectáreas, las alambramos y las trabajé siempre, con mucha responsabilidad", señala el hombre de campera rosa y boina negra.
"Allí hice de todo, desde alambrar, plantar, criar animales. Ahora no sé si tendré que buscarme un abogado, no conozco ninguno, porque deberían darme algo documentado, ¿no?. Tengo que trabajar, la jubilación es para mi nieto, no se olviden que mi hijo falleció viniendo a verme desde Barda del Medio cuando yo estaba internado", agrega el abuelito a corazón abierto.
Su ejemplar promesa
"Y oiga, voy a trabajar hasta cuando me lleven, eso no es problema y que quede claro. Desde que nací lo hice, siempre en el campo, siempre con los animales, los caballos”, amplía mientras se tira a un costado para no estorbar el tránsito.
Con sentido del humor pasa factura por la repercusión del reciente reportaje con LMC. "Un par me dijeron que el diario tendría que darme algunas chirolas por la nota", bromea.
Otra cuestión que lo inquieta, "es mi nuera, la pobre se quedó sin laburo, falleció su marido -mi hijo- y solo le dan asignación por hijo. Yo me pregunto si Anses en esos casos no da una mano. Igual tiene que ser para todos, justa la cosa, si corresponde bien y si no a otra cosa hasta que aparezca algo. Yo ayudo a mis nietos, que por suerte son chicos buenos, ningún vicio...".
Por último, vuelve a defender a su carro y a su incondicional compañero, el caballo, ante las críticas de los proteccionistas: “Si le hubieran quitado los caballos, San Martín no hubiera podido liberar la República ni hacer historia. De a pie no lo hubiera podido lograr, acá el caballo no sufre, lo mimo como nadie y es un sistema para que no caiga el peso sobre él. Tranquilo que tiene más vitalidad que yo y cada vez está más lindo y entero mi pingo. Un saludo para todos los que lean esta nota y bendiciones”.
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