Cargar saldo a la tarjeta, la odisea que no tiene fin

Cargar el boleto electrónico del servicio urbano de colectivos resulta casi imposible, sobre todo en los barrios por los que pasan los micros. Ya es una costumbre, pero no por eso deja de generar bronca y complicaciones entre los usuarios que padecen por la falta de bocas de expendio desde que se implementó el sistema y mucho más a partir del desembarco de la SUBE: los comerciantes dispuestos a utilizar uno de los servicios se volcaron por el de los interurbanos.

La zona del hospital, por la que pasan varios de los recorridos concesionados por el Municipio, es el botón de muestra. Apenas hay un centro de recarga cerca y como funciona en un comercio, los pasajeros dependen de que el lugar esté abierto.

Las quejas por la falta de centros de recarga figura al tope de los reclamos a la firma desde hace tiempo y en la comuna, al confirmar la extensión del vínculo, plantearon que se pensaba integrar la SUBE a los micros urbanos. Con dos sistemas, la cantidad de lugares para cargar crédito se multiplicaría en forma instantánea. Sin embargo, a casi tres meses de la mención del proyecto, no hay ninguna novedad y los controles de la prestación del servicio están enfocados en el cumplimiento de horarios y frecuencias por parte de la compañía.

Los comerciantes se niegan a sumar la recarga por diversos motivos. La seguridad es uno de ellos, porque se incrementa la recaudación, aunque con dinero ajeno. Y otros mercantiles se mantienen al margen por la baja ganancia que les otorga: hay quienes cobran un plus ilegal, porque no hay sanciones y los vecinos terminan pagando ante la falta de opciones.

En ese contexto, cobra relevancia un incumplimiento de la empresa, que le había prometido a la gestión de Abel Baratti la instalación de distintos puntos de venta propios que, finalmente, nunca abrió.