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Resisten en sus casas por miedo a que les roben todo

Las tomas de la zona norte siguen completamente inundadas.

Salió el sol, pero cientos de vecinos viven un infierno en las tomas. Con el agua hasta la rodilla o más arriba, salen y entran de sus casas sólo si es necesario. Afuera los espera más agua y salir a la calle es arriesgado. Por eso la mayoría resiste en sus hogares. Es que tienen miedo de ser despojados de lo poco que les quedó en pie.

“Te roban la garrafa y te arruinan”, dijo Mariano, un vecino del Barrio Obrero B que evacuó a sus hijos y nietos y se quedó en su casa. “Yo también me quedé a cuidar lo poco que me ha quedado”, comentó Ángel, otro padre de familia. “Anoche -por ayer- anduvieron a los cuetazos”, agregaron.

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A ellos el agua les entró en sus casas y la situación que viven se expande a otras tomas, como la 2 y la 10 de Febrero y el sector de Juventud y Desarrollo.

Mientras el agua desborda del canal que atraviesa el ingreso al barrio, pega la vuelta en el Anai Mapu y vuelve al mismo punto, unos pocos se animan a cruzar el lago marrón que los separa de la ruta y la ciudad para buscar o llevar agua potable, ropa seca, pan y otros alimentos. Dicen que un tambor de 200 litros ha quedado bien en el fondo y no alcanzaron a retirarlo.

Es agua contaminada que rebalsó su cauce y no tiene escapatoria. Emana de un canal lleno de verdín que lleva y trae toda clase de desperdicios, sin contar los excrementos que desbordan de los pozos sépticos de muchas casas.

“El agua está estancada, necesitamos bombas. Tenemos 15 centímetros más que en 2014 y no nos dan bola. Y andamos entre la mierda y sin agua potable”, comentó la dirigente barrial Lila Calderón.

Un hombre calza la bicicleta al hombro y se sacude las botas de goma cuando pisa el asfalto. Allí se encuentra con otros vecinos desesperados que sostienen un piquete para visibilizar el drama que están viviendo y llamar la atención del Estado. El hombre vuelve más tarde por su señora, mientras un grupo de mujeres valientes se ayuda con palos para atravesar el lodazal, y una mamá que lleva a su nena en bicicleta pide ayuda porque no se anima a pasar.

“Este barrio debería llamarse Venecia. Es la segunda vez que nos pasa, y entre unos y otros nos vamos ayudando”, dijo Angélica, y otra vecina añadió: “A mí se me inundó todo el rancho. Se autoevacuaron mi hijo, mi nuera y mis dos nietos y yo me quedé porque si no me roban todo. Con lo que cuesta todo”.

Los vecinos de los asentamientos se ayudan mutuamente y organizan guardias para evitar robos en las casas de las familias que fueron evacuadas.

“La situación aún es grave”

Ayer amaneció soleado, al fin, y en el Municipio hubo algo de alivio. Sin embargo, muchas familias siguen fuera de sus casas o están acorraladas por el agua. “La situación aún es grave. Sobre todo en los barrios de la periferia; las tomas en muchos casos quedaron aisladas. No se puede entrar ni salir y lamentablemente hay muchas casas a las que entró el agua”, dijo el intendente Aníbal Tortoriello, quien resaltó el trabajo del personal durante las guardias y la solidaridad de los vecinos en centros de evacuación o donando ropa y elementos de urgencia. Agregó: “(El fin de las tormentas) nos va a dar un respiro para empezar a trabajar para comenzar a sanear la situación en los barrios”.

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