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El legado de Hugo Rimmele, parte 3: Cipolletti, mi ciudad

El atractivo de la historia oral es que nos permite tomar contacto con los recopiladores de cada rincón de una ciudad, relatos de protagonistas cuyas vivencias quedaron plasmadaspara que podamos cotejarlas en cada rincón de la ciudad.

Hugo Rimmele fue uno de los grandes protagonistas del desarrollo urbano de la ciudad y en la tercera entrega sobre su legado en la ciudad, repasamos su recuerdo de las obra que marcaron hitos en el crecimiento de la ciudad. Desde el primer proyecto de pavimentación hasta los hoteles que recibieron a los primeros visitantes.

En 1954 las autoridades municipales encabezadas por el comisionado municipal Saturnino Franco y su secretario de Obras Públicas Antonio Turrín pensaron que era factible pavimentar las calles que formaban el perímetro rectángulo que dio origen al pueblo, ubicado entre las, por entonces, cuatro avenidas: Fernández Oro, Mengelle, Alem y Brentana. Para ello debieron luchar con los elevados costos.

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En 1957 se firmó contrato con Reco Constructora S.A. La obra comenzó en la intendencia de Anacleto Badillo y terminó con Telmo Scianca.

El primer Sanatorio se llamó José Cornelio Andrada. Estaba ubicado en la esquina de Yrigoyen y Villegas: poseía salas de visitas, quirófano y habitaciones para internados.

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La estación Meteorológica en Parque Rosauer fue creada en 1902 por un decreto firmado por el presidente Roca y uno de sus ministros y fue destinada a realizar observaciones hidrométricas. Dependía del ministro de Agricultura, poseía oficinas y baño. Se instaló equipamiento y se habilitó en el mismo año de su creación.

Según el ingeniero Rimmele la primera determinación fue fijar la altura sobre el nivel del mar. Las oficinas ubicadas en calle Mengelle fueron demolidas en 1963. Hace tiempo se instaló un semáforo en el Parque Rosauer para medir los rayos solares. Luego la estación meteorológica se ubicó en calle J.F. Kennedy e Yrigoyen, y depende del Ministerio de Defensa.

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Rimmele analiza la casa Estancia Vieja del General Fernández Oro. Haciendo un poco de historia: en 1904 Fernández Oro envió a su sobrino Jorge González Larrosa para atender las tierras bajo riego con el canal de los milicos criando animales. Allí vivió en un rancho con dos catres hasta que se terminara la casa de material, unos años más tardes, para pasar el verano.

Allí vivieron el general y su esposa Lucinda hasta 1910, cuando se inauguró el Hotel Argentino. Esa casa fue demolida en 1948 por Vialidad Nacional debido al trazado de la Ruta nacional 22. Estaba ubicada al sur oeste del Automóvil Club, en la intersección de la Ruta 22 y calle Toschi. Un tiempo después doña Lucinda construyó su vivienda en Pichi Ruca, entre Club Marabunta y el Museo Provincial Ameghino: allí vivió hasta sus últimos días.

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Hotel Argentino

De acuerdo con el testimonio del autor, lo construyó el general Fernández Oro frente a la estación del ferrocarril: la obra la realizó el constructor Bruno Gómez, mientras que José Delfino la amuebló –compró vajillas y grupo electrógeno-.

Fue socio comercial hasta 1925: se lo inauguró para el centenario de la Revolución de mayo en 1910. Fue el lugar predilecto para festejos, remates de tierras de la colonia, proyección de películas y muchos otros acontecimientos. Hubo ocasiones que se lo usó para sanatorios, ya que a muchos enfermos se los trató allí. Luego de 1925 fue dirigido por un señor inglés y luego por Mario Manara, que lo explotó por diez años.

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Luego fue el turno de Aurelio Cid por catorce años, y lo cerró en 1950. Fue vendido y demolido.

El hotel Central, en tanto, se instaló en la esquina de San Martín y Villegas y fue abierto un tiempo después del Hotel Argentino. En sus instalaciones se proyectaron las primeras películas mudas. Herminio Santos daba cine en el hotel dos veces por semana, luego de la cena; poseía una serena manivela que sonaba antes de la función. Debido a que el cine era sin sonido, su hija María tocaba el piano durante la película. Este Sr. Santos también dirigió el Cine Español: luego instaló al aire libre el Cine Arizona con buffet, en calle España al 150.

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Bar y confitería Americano de Marinozzi

En mayo de 1935 Marinozzi alquiló un local a la familia Padín en calles Fernández Oro y Villegas: se inauguró con mesas de billar y venta de café recién molido, fiambres, manteca, jamón, entre otras cosas. De acuerdo con el testimonio escrito del señor Dehais, Juan Marinozzi trabajó en el Hotel Argentino de Delfino, luego trabajó con el señor Colman, gerente de la A.F.D. atendiendo los jardines.

Uno de los Marinozzi llegó a Neuquén por pedido del tío Abelli: y luego se fueron a Cipolletti a un bar de la Sociedad española y unos años después alquilaron a la familia Padín un local en calle Fernández Oro y Villegas donde había una librería. El 2 de mayo de 1935 inauguraron el bar y confitería que llamaron Americano, que funcionó hasta diciembre de 1992. Actualmente funciona el restaurante y piano bar Otra historia.

El recuerdo de todos estos hoteles y casas del Cipolletti del ayer nos hace viajar a un mundo prácticamente desconocido, atesorado en la mente de los descendientes de aquellos pioneros, pero que también nos interpela día a día con su presencia, con su existencia, y nos dicen que el pasado está más vivo que nunca, está con nosotros, es parte de nuestro presente.

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