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Al rescate de la historia

Los barrios San Pablo y del Trabajo, homenajeados por vecinos.

José Quiñones y Pedro Schenfelt no son ni literatos ni intelectuales. Son dos hombres que se criaron en Cipolletti, trabajaron, formaron familias y cumplieron su sueño de poder expresar la impronta que les dejaron dos antiguos barrios cipoleños, llenos de historias y personajes que son símbolo de la pertenencia local: San Pablo y del Trabajo. Las obras rescatan vivencias personales y hechos históricos para esos sectores de la ciudad y, por sobre todo, el amor por la ciudad en la que crecieron.

Vendedor de manzanas es la primera obra de Schenfelt. "El libro comienza situado temporalmente cuando yo tenía 12 años, en 1962. En mis relatos doy cuenta de la ubicación de los pocos comercios que había y del movimiento de la ciudad, que por aquel entonces tenía cerca de 30 mil habitantes", explicó. Pedro vivió su infancia en el San Pablo, que era el límite de la urbanización.

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"Los relatos cuentan cómo era mi vida en el barrio, cuando todos vivíamos de la fruticultura. No había ni petróleo ni turismo. Las familias vivíamos de las manzanas, que era la economía que movía al valle. Había horarios en los que las calles se cortaban por la cantidad de bicicletas, que eran el medio de transporte de los trabajadores del empaque", contó Schenfelt con un poco de nostalgia.

Memoria Pedro Schenfelt y José Quiñones decidieron escribir sobre la historia de los barrios en los que crecieron.

"En realidad no soy escritor -advirtió-, más bien soy un narrador porque me gusta contar cosas".
Según explicó el autor, Cipolletti está muy cambiada en su fisonomía, los barrios ya no conservan el sentido de pertenencia que había antes y hasta cambiaron las costumbres. "Es un logro personal contar historias que estaban escondidas u olvidadas y que vuelvan a renacer en estas páginas. Son cosas que nos pasaban a los vecinos en un pueblo donde todos nos conocíamos", destacó, y recordó uno de sus relatos, el de la explosión del frigorífico, cuando un grupo de jóvenes en bicicletas pasó por el barrio Don Bosco gritando que se había reventado El Chocón y medio pueblo se fue disparando al cerro Azul.

Del Trabajo
Quiñones escribió Barrio del Trabajo, de la ironía al homenaje con la misma intención que Schenfelt, recordar y valorar el amor por el barrio. El libro relata las historias de uno de los sectores más antiguos de la ciudad, que nació como un loteo mal trazado, rodeado de chacras y de las vías del ferrocarril, que ni siquiera tenía agua y la consiguió gracias a la organización vecinal. "De la ironía al homenaje es porque en aquellos años, 1950 más o menos, se decía que en el barrio del Trabajo nadie trabajaba", relató Quiñones. "Yo nací y me crié en el barrio, y escribí todo con conocimiento de causa. La idea fue preservar las raíces. Cipolletti tiene un montón de barrios, incluso algunos más antiguos, pero todos ayudaron a construir el perfil de identidad de la ciudad", comentó.

Y agregó: "Mi barrio tuvo particularidades que trascendieron y están plasmadas en el escrito, como el nacimiento de la hinchada del club Cipolletti". Según explica en su libro, la pasión de seguir al equipo nació allí bajo los brazos del Coqui Molina y Bernardo Aliaga, éste último también famoso dirigente de la Fruta.

Para ambos, fue un honor escribir sobre cuestiones de su barrio, ya que no se reconocen como escritores o intelectuales, sino como aficionados a las letras y amantes del lugar en el que crecieron. Un sentido de pertenencia ya no tan presente que intentaron rescatar con pequeñas historias y vivencias de otros tiempos.

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