Un barrio cercado por las inundaciones en su único ingreso

Familias cipoleñas viven una odisea para entrar y salir de sus casas en la zona de acceso al paraje rural María Elvira. La única vía de ingreso a la chacra que comparten está más cerca de convertirse en un río que en una calle de ripio por donde pasar, y ya hace un tiempo que el transporte público y los camiones que reparten garrafas y agua potable no asumen el riesgo de transitarla.

La anegada postal que signa la rutina diaria de estas familias se encuentra antes de llegar al barrio María Elvira, sobre un camino lateral de ripio que está a mano izquierda y conduce a una chacra de cinco hectáreas y media.

El predio lo compró un grupo de empleados que trabajaban en la ex fábrica Coca Cola para hacer un loteo privado, hace aproximadamente seis años. Cinco familias ya residen en el lugar y otras están construyendo sus casas, con muchas dificultades para ir y venir por un camino lleno de pozos y agua.

La situación se torna más complicada cuando comienzan a liberar el agua de riego para nutrir a las chacras de la zona. Desde hoy, los vecinos esperan que el charco se haga más grande, porque se liberaría el paso de agua por las acequias. Cuando eso ocurre, “no entra nadie ni sale nadie” a bordo de un vehículo, contó Víctor Villalba.

No les queda otra alternativa que caminar poco más de 400 metros hasta llegar al camino principal que comunica con la Ruta 22. Chicos que van a la escuela suelen bordear el morro de la acequia para evitar llegar a clase pasados por agua.

En los peores momentos, el nivel de agua que registra el camino ha llegado a las ópticas de los vehículos que se arriesgan a pasar.

Sólo promesas

Villalba contó que en lo que va del año ya tocó siete veces la puerta del Municipio, en el sector de obras viales, y las promesas de solución por ahora no se cumplieron. “Hace años que no pasa una máquina para mejorar la calle. La Municipalidad le echa la culpa al ente regulador del riego y viceversa, y nosotros quedamos en el medio”, manifestó el vecino a LM Cipolletti.

El hombre está levantando su casa en el sector, mientras que Diego Maturano ya vive ahí y tiene la misma visión: “Si no es el riego es la lluvia, estamos todos con la misma problemática”.

Piden que el Estado se haga presente y mejore las condiciones del camino, el único posible para salir y llegar al predio donde unos viven y otros construyen sus casas. En total son 22 propietarios, todos ex trabajadores de la Coca Cola.

Venían sorteando la situación con tiempo bueno, pero en las últimas semanas afrontaron complicaciones severas cuando largaron el agua para riego en la zona.

Algunos sectores de María Elvira están por debajo incluso del nivel del río y eso provoca inundaciones (ver aparte), aunque los habitantes no quedan cercados como sus vecinos.

“Esta no es una chacra de producción, no utilizamos el agua de riego y ya pedimos que disminuyan el caudal”, concluyó Villalba.

Las lagunas, una constante

Los históricos habitantes de María Elvira han denunciado en numerosas oportunidades las complicaciones por inundaciones. La depresión del terreno hace que las crecidas del río Negro hagan subir las napas y de repente chacras y viviendas quedan en medio de lagunas.

La situación suele afectar hasta a la escuela rural del sector, aunque con el tiempo se efectuaron algunas obras para reducir el impacto.

La vieja zona rural, donde hoy habitan cada vez más familias, se ve afectada con frecuencia, sin la necesidad de lluvias fuertes o desbordes de los canales de riego secundarios, que durante el invierno o la época de riego agravan la situación todavía más. La diferencia es que los caminos están más asentados y tienen mejor nivel, por lo que los vecinos logran entrar y salir de sus casas y los niños pueden llegar a la escuela.