Los tres "milagritos" que ayudó el Garrahan
Niños que nacieron prematuros recibieron sus sillas pediátricas.
Guadalupe Maqueda - [email protected]
Emanuel nació en el hospital cuando apenas tenía 26 semanas de gestación. Pesó 800 gramos, estuvo cuatro meses internado en una incubadora de “neo” y se salvó. Hoy tiene 8 años. Aarón, también prematuro, vino al mundo con 930 gramos y sobrevivió. El 21 de abril cumplió cinco años.
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A Bianca, otra nena prematura que abrió por primera vez sus ojitos el 28 de enero de 2015, los médicos le detectaron hidrocefalia y programaron una cirugía para que naciera en la semana 32 de gestación. Entonces, no hubo prácticamente esperanzas de que sobreviviera, ya que padecía, además, una cardiopatía severa, muy compleja.
Sin embargo, con la fuerza de la oración de todo un pueblo y su familia, evolucionó muy rápido y a los 13 días de internación se fue a su casa de Villa Manzano, donde vive con sus padres.
En la vida de estos chicos, que enfrentan distintas patologías con una sonrisa y muchísimas ganas de vivir, en el relato de sus padres y las viviendas que comparten, hay un hilo conductor que los hermana: ellos son un milagro. Lo son para sus padres, y hace pocos días todos ellos tuvieron la oportunidad de conocerse, cuando el hospital Garrahan donó 21 sillas pediátricas al hospital Pedro Moguillansky por un convenio que firmaron en comodato. De la entrega se encargó la cooperadora.
Emanuel, Aarón y Bianca recibieron una de silla y están muy felices porque mejorará su calidad de vida.
“Gracias a Dios nos salvamos los dos, mi hijo y yo. Vivimos y estamos felices”, expresó Élida Pino, la mamá de Emanuel López, a quien le dicen Ema. Recordó que transcurría un embarazo sin problemas hasta que falleció su madre, y el dolor de esa pérdida desencadenó diez días después el nacimiento prematuro de su hijo.
Al tiempo se enteraron de que quedó con secuelas motrices, por lo que Ema no camina, y tiene leucomalacia (una lesión cerebral que no es evolutiva). Pero sigue la misma rutina que cualquier chico. Concurre a la Escuela 121 de La Falda, va a tercer grado, estudia con una computadora y juega con sus amigos.
Tenía una sillita común, pero la que ahora recibió es mucho mejor y le permitirá desplazarse por toda la casa. “Está integrado a la sociedad, los niños lo re quieren y las seños también”, acotó su mamá. Su otro sostén es su papá, Gustavo, y juntos viven en el barrio Luis Piedrabuena.
Como no tienen mutual, les cuesta un montón seguir los tratamientos, por lo que el hospital les brinda la atención y rehabilitación que requiere su hijo. También lo hace con Aarón Trujillo, el nene de cinco años que vive con su familia en el barrio Villarino. En su caso, el nacimiento prematuro tuvo que ver con un embarazo de alto riesgo, que le trajo aparejado un retraso madurativo. Hace rehabilitación dos veces por semana en el hospital viejo, de calle Fernández Oro, y la cooperadora lo tuvo en cuenta para la sillita pediátrica.
“Me la ofrecieron por el traslado que hacemos, desde mi casa hasta el hospital. Como no tengo auto donde yo vivo, lo llevaba en brazos, y es grande la distancia, por lo que para nosotros fue un alivio recibir esta sillita”, contó Andrea Riquelme, su mamá.
Recordó que “fue un milagro” que naciera, porque debido a sus problemas de presión durante el embarazo, no llegaba bien el oxígeno al útero y con anterioridad, por la misma razón, ya había perdido otro hermanito. Además, tiene un hijo de 13 años.
“La verdad que estamos muy contentos con la sillita, la necesitamos. Ahora estamos con la kinesióloga trabajando para que él pueda dar algunos pasitos”, contó.
De Manzano al hospital cipoleño
En el caso de Bianca, su papá, Alejandro Panciroli, contó que necesitaban la sillita porque lo único que tenían para trasladarla fuera de su casa era un changuito y utilizaban un andador para hacer rehabilitación. El hombre recordó que durante el quinto mes de gestación a la beba le detectaron hidrocefalia, y luego de nacer con 32 semanas y tras una internación, pasó por dos cirugías de corazón (una de emergencia en el hospital Castro Rendón y otra correctiva en Buenos Aires).
Bianca tiene una cardiopatía compleja que se llama tetralogía de fallot (una combinación de cuatro anomalías congénitas). “Todo un pueblo rezó por ella y salió adelante. Fue un milagro”, recordó acerca de aquellos días difíciles que pasaron a su lado.
La familia vive en Villa Manzano y la niña hace tratamientos en Cipolletti.
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