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La hija del hombre que vive en la carpa denunció que la torturó y abusó de ella

Marisol brinda un relato estremecedor sobre la pesadillla y las atrocidades de las que asegura fue víctima en su infancia: "Esta vez me animo a hablar".

En un desgarrador testimonio, una de las hijas del hombre que vive en una carpa en la Isla Jordán denuncia que de niña fue víctima de “abusos sexuales y torturas” de su padre, un popular afilador cipoleño que la sometía, según ella, a las peores atrocidades. En tanto, el acusado, Miguel López, negó todo, aseguró que "es una calumnia por celos" y dijo estar a disposición de la Justicia si lo requieren.

La muchacha, quien lamenta que haya caducado el tiempo para presentar una demanda penal, aseguró que “lloré mucho esta mañana” pero que a diferencia de otras veces “me animé a hablar, a contar la verdad, porque no me olvido que quería desaparecer de esta vida, que caminaba perdida por las chacras por todo lo que sufrí”.

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Hoy, a las 38 años y radicada en Villa Manzano, madre de cinco hijos y dueña de una conocida peluquería canina ofreció un relato estremecedor a LMC sobre el calvario que, afirma, soportó en su infancia. Cambio de identidad, abandono, violencia de género, aberraciones, en fin, escucharla eriza la piel.

“Mi nombre original es otro. Hasta casi los siete años me llamé así. Cuando fui adoptada me cambiaron el nombre y el apellido, lo dispuso mi madre adoptiva para evitar que mi papá me pueda reclamar o sacarme de al lado de ella. Estuve viviendo con mi papá hasta los 5 años".

"Tengo una hermanita que es la que me sigue y fue adoptada a los 11 meses por una familia de 25 de Mayo”, contextualiza en el inicio de su escalofriante declaración.

“La vida con mi papá en mi infancia fue muy dura. Recuerdo muchos golpes, me ponían arena con sal en una esquina de la casa por horas. Susana, que era la madre de mis hermanos, me sacaba de esa situación y a veces por defenderme ligaba ella. Hasta el día de hoy tengo contactos con ella, una persona que adoro, fue como mi ángel. Es la testigo principal de todo lo que viví, la que me encontraba en situaciones raras…”, revela y aporta un suspenso que precede a la pesadilla.

“Cuento una de ellas. Yo estaba durmiendo con él, Susana entra de golpe y él me agarró de los pelos hacia arriba. Le preguntó por qué yo estaba durmiendo así, que hacía allá abajo y él contestó que ‘no viste que es despatarrada para dormir’. Yo me bañaba con él, dormía con él..”, explica.

“Un día encerró a mis hermanos en una habitación grande que había. Estábamos viendo tele, me sacó de ahí. ‘Papito, papito…”, le dije cuando lo veo entrar. Me hace upa, me lleva a la cocina, cierra las puertas con llaves, saca el picaporte, baja la cortina, cierra la ventana. Se sube a la mesada, baja el cierre, me agarra la cabeza para que le haga el sexo oral… A mí me dolía. En ese momento llega Susana, embarazada, empezó a golpear la puerta desesperada. ‘¿Qué pasó?, ¿por qué estás encerrada? El le grita ‘nos quedamos encerrados, no encuentro el picaporte’, siempre zafaba con algo. Ella entró mirando para todos lados y sospechando. Me llevó al médico y no podía comer porque tenía la boca lastimada”, recuerda con dolor en uno de los tramos más dramáticos de su descargo.

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Pero enumera otros hechos bestiales y repudiables. “Me golpeaba con una varilla finita, pedía ayuda a los vecinos. Un día estaba haciendo un asado y le pregunté ¿qué estás haciendo Pa..? Y me dijo ‘tocá’. Fui, toqué y me quemé…”.

El abandono

“Otra tarde me avisó te voy a llevar a un lugar muy lindo. Contenta yo, me puso un vestido celeste con flores, pusimos ropa en una bolsita, subimos a un cole, bajamos en un colegio grande. Me dejó con la directora, con los papeles y me dijo ‘hija voy a comprar unos caramelos y vuelvo, te portás bien’. Nunca más lo vi”, afirma entre lágrimas.

"Estuve poco tiempo allí, con una compañera de habitación, había un guardia que iba y venía. Era feo el lugar. Cuando fui adoptada, aparecieron mi mamá y mi tío. Nos pusieron a todos los bebés y niños en un salón y ella tenía que elegir a uno. Yo le decía a mi tío ‘llevame a mí que acá nos pegan”. Y me llevaron a la chacra y me adoptaron. Mi mamá me dijo, ¿querés que te cambie el nombre? Me iban a poner María Soledad pero justo pasó lo de María Soledad Morales (adolescente asesinada en Catamarca) y entonces me pusieron como yo elegí. Estuve toda mi vida indocumentada, es otra historia que no viene al caso”, continúa repasando su cruel pasado.

“Cuando vi la nota periodística dando lástima me hirvió la sangre, pidiendo que lo ayuden. Lamento no haber advertido antes a su ex pareja, hoy es libre. Ahora creo que le hizo una perimetral”, agrega sobre la separación de su padre.

Al que no volvió a ver hasta “hace 9 ó 10 años. El estaba en Cipolletti en un predio, lo vi ahí, no sentí nada. Necesitaba escucharlo, eso sí. En ningún momento me pidió disculpas. Le mostré la mano quemada y me dijo ‘tan hijo de p… fui’. No me animé a recordarle lo de los abusos, me daba vergüenza. Me dijo ‘seguís tan hermosa como siempre, si no fueras mi hija…”.

“Y más acá en el tiempo, un día me mandó un chat que parecía de un ex. ‘Yo no sé que te dijeron, yo no soy un monstruo’, preguntó. ‘Nadie me dijo nada, yo lo viví Miguel -no le dice papá-’. Y ahí me confesó que ‘yo abusé porque yo también fui abandonado y abusado. La historia se repite, te va a pasar’, me dijo. Le aclaré que ninguno de mis hijos sufrió ni sufrirá lo mismo. Encima me decía ‘la vida se va a encargar de hacer justicia, victimizándose’.

Sobre su presente, sostiene: “Mi familia adoptiva ya no vive. Mamá y mi tío eran grandes cuando me adoptaron. Mi padrino falleció en el 94 y mi viejita en el 2015. Tengo cinco hijos hermosos y la mejor peluquería canina de la región”.

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