La banda de los Montecino zafó y están todos libres
Los seis acusado de vender autos de manera irregular terminaron con un veredicto de no culpabilidad. Las pruebas no fueron contundentes.
“No culpabilidad” fueron las palabras que resonaron ayer en más de una oportunidad para satisfacción de los tres integrantes de la familia Montecino acusados de integrar una banda delictiva dedicada a vender autos en situación irregular.
Con la lectura del fallo, quedó cerrado el proceso que arrancó en 2016 con bombos y platillos y terminó de la peor manera, con los seis acusados libres de culpa y cargo.
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La lectura de la parte resolutiva de la sentencia vino a coronar un extenso juicio, con múltiples suspensiones y una fiscalía que insistió en la acusación por asociación ilícita y una defensa que casi no se despeinó debido a que venía advirtiendo la debilidad de las pruebas.
Y esta presunción se las confirmó un tribunal presidido por el juez Julio Sueldo, quien reiteró la ausencia de elementos incriminatorios en los hechos investigados por el Ministerio Público Fiscal de Cipolletti.
El magistrado encargado de repasar lo resuelto se limitó a enumerar los hechos y los cargos que se les atribuían a cada uno de los imputados.
En todos los casos, el reto se concentró en los acusadores porque no probaron ningún tipo de delito. Por ejemplo, los denominados hechos 4, 5 y 8 tenían como protagonistas a tres de los Montecino, Cristian y Alexander Hernández, y Pablo Montecino, y hubo acuerdo para declararlos no culpables.
Asimismo, para el resto de los hechos imputados a Lucas Ezequiel Alarcón, Luis Orlando Venegas y Juan Carlos Torres, se apuntó a la orfandad probatoria, que los alejaba de cualquier declaración de culpabilidad por el grave delito de asociación ilícita.
Los seis acusados de integrar una banda para vender autos de manera irregular quedaron libres de culpa y cargo.
Mucho despliegue y curiosas injerencias
Años atrás, un procedimiento no muy distinto al encabezado por el fiscal Guillermo Merlo tuvo un desenlace similar, con una causa que no pudo atravesar el filtro de las viejas cámaras de apelaciones. En aquel entonces, el encargado de la investigación fue el ex juez de instrucción Santiago Márquez Gauna, quien apuntó también a la venta de autos robados.
A pesar del antecedente de esa experiencia fallida, la Justicia fue una vez más con todo su arsenal y, de la mano de la Brigada de Investigaciones, allanó autoparques y casas de familia. Hubo escuchas y grandes despliegues que generaron el beneplácito de la comunidad.
Sin embargo, finalizada la primera parte de la investigación, empezaron los cortocircuitos y hasta hubo una llamativa intervención del procurador, que desestimó cualquier acuerdo o aplicación del criterio de oportunidad para beneficiar a la familia Montecino y sus presuntos cómplices.
Casi en soledad, Merlo siguió avanzando con la acusación por un delito muy difícil de probar y en el primer juicio recibió un cachetazo con un fallo que se limitó a condenar a parte de los involucrados por estafas. Ante ese veredicto, presentó una impugnación, pero sin demasiada suerte.
En un hecho hubo coacción
Apenas el delito de coacción consideraron probado los jueces y, en este caso, Pablo Montecino deberá volver a presentarse a los tribunales cipoleños para la imposición de una pena, que seguramente será de tipo condicional. El castigo es solo por uno de los hechos, donde el condenado le vendió un auto a una mujer y le habló de forma intimidante.
En el primer juicio contra la presunta banda también hubo condenas pero solo por el delito menor de estafas. Por ese motivo, fue impugnado.
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