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Farmacia y familia Angelaccio 

Inmigrantes italianos asentados en la Norpatagonia que, entrelazados y fueron y son parte de la gran historia. Uno de los descendientes fundó la farmacia que lleva su nombre, pionera en su rubro.

La historia familiar se remonta al siglo XIX: se inició con Cesar, italiano, constructor, nacido en Capraccota, provincia de Campo Basso, hoy región de Abrusa Molise, en 1845. Se había casado con María Ripalda Di Tanna: a la Argentina arribó primero él, en 1890, y se asentó en Lobería. Su hijo Cristóforo Sebastián Américo, italiano, era químico farmacéutico. Se vino a Lobería e instaló la farmacia La Italo Argentina, que vendió para abrir otra farmacia en otra localidad de la provincia de Buenos Aires. Luego se instaló en Mar del Plata, y cuando vendió todo se volvió a Italia.

El otro hijo era Ermano Adelchi César, también italiano. Estudió químico farmacéutico y agrimensura: se casó con una argentina y tuvieron siete hijos.

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El último, Ulderico Héctor, también italiano, de Caoraccota, que vino con su madre a la Argentina a principios del siglo XX y se casó en Neuquén con Trinidad Dell’Anna, hija de Celestino Dell’Anna y de Trinidad Carro. El padre de Trinidad, don Celestino, estuvo a cargo de la balsa que cruzaba el río Neuquén cuando aún no estaba construido el puente que separa la ciudad de Cipolletti con la de Neuquén.

Su mamá formaba parte de la familia Carro, recordados españoles poseedores de un almacén de ramos generales: uno de ellos fue intendente de la ciudad neuquina. Ulderico estudió químico farmacéutico, se fue a trabajar a Mar del Plata y luego, en 1920, vino a Cipolletti a trabajar hasta que compró un fondo de comercio al señor Narváez y alquiló un local en Villegas al 50. En 1923, compró el fondo de comercio de la farmacia Fernández, cuyo nombre mantuvo unos años en calle Fernández Oro al 300 y a la que luego llamó Farmacia Angelaccio.

Su comercio comenzó a prosperar. Don Dehais cuenta que el casamiento de Ulderico y Trinidad se realizó en el Hotel Confluencia de Neuquén. Al fallecer su hija Elsa Alicia y separarse de su esposa se sintió muy triste, muy abandonado. Para ayudarlo, su hermana Ester vino con su esposo Guillermo Hogan al Alto Valle, donde nacieron sus hijos y, además, se hicieron cargo de la farmacia.

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En 1957 se vendió el fondo de comercio al español Eduardo Martínez y a un señor llamado Julio (no poseemos más datos), que conservaron el nombre de la farmacia. La tarea en la farmacia fue continuada por el hijo Antonio Martínez, que luego vendió a Gallinar Fernández.

Don Angelaccio fue un profesional con gran vocación hacia los enfermos, de día y de noche. Fue un pionero farmacéutico: en esas épocas eran pocos los profesionales de la salud que había en la ciudad.

Mediante ordenanza, el municipio cipoleño designó un espacio verde entre calles Río Negro y Río Neuquén que lleva su nombre y recuerda la destacada labor de un hombre siempre dispuesto a ayudar a quien lo necesitara. El local de la farmacia de la calle Fernández Oro fue demolido para dar paso a la construcción de un edificio.

Otra historia pionera de trabajo, sacrificio, de inmigrantes instalados en tierras en las que todo estaba por hacerse y que supieron trabajar sin descanso y con mucho amor y gratitud por la tierra que los cobijó.

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