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El señor Harguindeguy

El discípulo de Menotti que dirigió al plantel de Cipolletti en la última gran hazaña y se quedó sin sus clásicos zapatos.

“Mi viejo era fútbol, fútbol y fútbol. A Cipolletti se fue solo, para nosotros era como si estuviese en la nada. Ni imaginábamos cómo podía ser Cipolletti. Nosotros estábamos Rosario, con mi vieja y mis hermanos, y él estaba muy convencido de su proyecto en Cipolletti. Cuando llegamos al Valle nos dimos cuenta de la trascendencia que tenía el club y del reconocimiento de la gente. Y también nos encontramos con una ciudad y una región que no imaginábamos”, afirma Norberto Harguindeguy, uno de los hijos de Horacio, el técnico del equipo 84/85.

Norberto recuerda con mucha afecto a la familia de Héctor Homann (papá de Henry) y la llegada al club. Era tal la identificación de Harguindeguy con el club que durante la primera visita familiar se sacó fotos en la cancha, en las canchas de tenis y hasta en la cancha de bochas.

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“Creo que fue la gran contención que tuvo mi viejo allá, le brindaron todo. El contacto no siguió tanto después de la muerte de mi viejo pero siempre estuvo el afecto. Nosotros seguimos la carrera de Henry Homann, mi viejo sabía que iba a llegar”, agrega.

“Podía estar horas hablando de fútbol. Cuando el Bambino Veira venía a Rosario o Santa Fe se quedaba hasta las cuatro de la mañana hablando de fútbol, lo mismo con José Pastoriza u otros amigos de la época”.

“Horacio me habló de ser profesional, de cuidarme, de trabajar la pegada, pegarle con las dos. Era un fanático. Casi juego un amistoso con Boca a los 15 o 16 años, me iba a poner un ratito, pero me lesioné en una práctica. Me enyesaron y no pude ni siquiera ir a la cancha. Al día siguiente (Ricardo) Gareca, (Carlos) Randazzo y Cacho Córdoba aparecieron en mi casa con una camiseta firmada”, recuerda en Ruso Henry Homann.

“Usted no va jugar de entrada pero va a entrar, me dijo Horacio antes del partido con Boca de Bariloche. “Usted entra ahora y nos va a hacer ganar el partido, me dijo cuando estábamos cero a cero. Viene un córner, la peina el Ruso Strak y cabeceo a un palo. Impresionante como explotó la cancha. Corrí a buscar a mi viejo, quería abrazar a Horacio pero no llegué, fue increíble”, dice Edgar Cifuentes sobre el gol que le hizo al arquero de Boca Jorge Bartero, quien luego fue titular en Vélez Sarsfield.

Nadie olvida los zapatos blancos de Harguindeguy. Un sello.

De regreso de Bahía Blanca, se detuvo el micro y liderados por Giunta los jugadores prendieron fuego los timbos del Mosquito.

“Creo que los perdonó por la alegría que tenían y porque era Giunta. Mi viejo lo quería. Es más, Blas estuvo a punto de ir a River, el Bambino lo quería, estaba (Rubén) Gallego y creo que eso fue un freno porque era los dos muy buenos. Ese River se ganó todo”, revela Norberto.

El chico de la foto

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-Hay dos fotos de la formación del equipo, en una estás y en la otra no ¿Qué pasó?

-Me fui a saludar a la hinchada.

-¿Desde dónde viste el partido?

-Estaba en el banco al lado del profe Pedro Osés.

-Yo sentía que jugaba ese partido, por el amor a la camiseta, por los monstruos que había en ese equipo.

-¿Cómo fue que quedaste en el banco?

-Es que mi hermano se fue con la hinchada, a buscar un redoblante. Desde la cancha le dije a mi viejo que me quedaba con el equipo.

Gustavo Homann (hermano de Henry e hijo de Héctor, dirigente del club) tenía ocho años. Fue una de las dos mascotas de Cipolletti en Bahía Blanca en aquel partido.

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