Víctor Alarcón: interlocutor de intendentes, admirador del Che y ferviente evangélico
El referente vecinal, ha realizado gestiones ante todos los intendentes de la ciudad, desde hace 45 años. Cómo llegó a Cipolletti y cuáles fueron sus peripecias.
Don Víctor Alarcón ha tenido una vida marcada por la vocación permanente de servir a la comunidad. En su Chile natal, muy joven fue dirigente sindical. En la Argentina, nunca abandonó su pasión luchadora y, cuando se radicó en Cipolletti, se convirtió en referente barrial, representando a sus vecinos ante todos los intendentes de la Democracia. Y antes, también.
En diciembre Alarcón cumplirá 80 años. Pese al paso del tiempo, conserva tanta energía como para persistir en su compromiso vecinal, a la vez que desarrolla una abnegada labor en grupos evangelísticos de la Iglesia Israelita del Nuevo Pacto. Su actividad religiosa es continua, tanto en la ciudad como en otras localidades de Río Negro y también de la provincia de Neuquén.
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Nacido en una zona rural de la comuna de Ercilla, provincia de Malleco, en la Región de la Araucanía, muy joven tuvo necesidad de ganarse la vida por su cuenta e independizarse. Lo hizo y no transcurrió demasiado tiempo antes de convertirse en militante del Partido Socialista de Chile y en sindicalista del rubro gastronómico. Para entonces, ya había probado suerte y cambiado de aire, al asentarse en la capital trasandina, Santiago.
En la década de 1960, la enorme y tensa conflictividad social en su país lo llevó a trasladarse por primera vez a la Argentina. El destino quiso que se radicara en la provincia de Mendoza, donde estuvo algunos años. El auge de la izquierda lo motivó a volver a Chile y hacia 1970, su militancia sindical y política transitó un momento histórico.
Ese año de comienzo de década, aconteció la victoria electoral de la Unidad Popular y la asunción del socialista Salvador Allende como presidente de la República. La coalición de izquierda, que tenía como principales fuerzas al socialismo y al comunismo, logró gobernar tres años, hasta el sangriento golpe militar de Augusto Pinochet, quien terminó a balazos con los sueños e ilusiones de muchos.
Junto con miles de personas asesinadas o desaparecidas, otras muchas miles más se vieron en la necesidad urgente de tomar el camino del exilio, la única forma que tenían para salvarse de la feroz represión desatada. Víctor regresó a Mendoza, pero no se quedó quieto y probó suerte también en otros lugares de la Argentina, país en el que se afincó definitivamente.
De su experiencia juvenil de militante, hoy recuerda que "mi intención fue en algún momento ser como el Che Guevara" y, aunque el destino le reservaba otros rumbos, nunca ha renegado de su pasado de izquierda y sigue considerándose, en lo profundo, "zurdo". También se muestra orgulloso de haber conocido personalmente al presidente Allende y al referente sindical argentino José Ignacio Rucci, con quien tuvo contacto en un encuentro internacional, realizado en Santiago.
Todos los intendentes
Quizá su preocupación por los demás y su labor como dirigente vecinal marcan su impronta, pero en la Argentina se ha mostrado más pragmático en lo netamente político y, en tren de conseguir para sus vecinos respuestas de las autoridades municipales, ha sido interlocutor de intendentes de diverso signo político, habiendo participado de la campaña electoral de varios de ellos.
Su periplo vital por el país, lo ha conducido a radicarse en lugares como las ciudades de Mendoza y San Rafael, a vivir un tiempo también en Córdoba, aventurarse un par de años en 25 de Mayo, en La Pampa, y ponerse como meta trasladarse hasta Santa Cruz. Quería asentarse bien al sur de la geografía nacional, pero cuestiones laborales lo trajeron a Cipolletti, donde a inicios de la década de 1980 consiguió un terreno para construir su propia casa.
Aldo de Rosso, interventor militar
Eso fue posible por el inicio de su relación con los intendentes de la ciudad, habiendo conseguido que lo escuchen y que respondan a sus planteos y reclamos. El primero fue el capitán de Navío, Aldo de Rosso, nombrado interventor del Municipio por la última dictadura militar. Tras algunas gestiones, el funcionario de facto accedió a recibir al chileno, quien tenía trabajo y familia pero no un techo propio. Las conversaciones no resultaron infructuosas, pues el trasandino consiguió, al final, un terreno en Puente de Madera, donde entonces vivían solo tres familias: los Montero, los Erice y los Campos.
Víctor residió en Puente Madera hasta marzo de 2012, cuando se mudó al Distrito Vecinal Noreste (DVN), a una vivienda que formaba parte de un plan habitacional ejecutado por el gobierno provincial con fondos del gobierno de la Nación.
Habita en el DVN hasta el presente, siendo referente barrial, junto con tres colaboradoras, a quienes considera imprescindibles para el Grupo de Trabajo del sector: Laura Ibarrola, Cristina Devesa y María Giménez.
Ramos, la transición
Pues bien, De Rosso decidió dejar su cargo antes del advenimiento de la democracia en diciembre de 1983. Durante un período no muy extenso, la transición la llevó adelante el ingeniero cipoleño Juan Ramos, quien después, ya en democracia, ocuparía puestos políticos de otros jefes comunales. A Ramos también lo conoció.
A la distancia, el dirigente sigue apreciando "el respeto" con que lo trató De Rosso, con quien mantuvo un diálogo de tono "correcto" y a quien, con posterioridad a sus encuentros en la comuna, "nunca más lo vi".
Alfonsín, Chertudi, Nuin y Dobrée
En 1983, en las postrimerías de la dictadura, participó de la campaña electoral nacional del radical Raúl Alfonsín, quien fue electo presidente de la República, y del también radical Alfredo Chertudi, quien se convirtió en presidente del Concejo Municipal, siendo así el primer intendente del actual período democrático. "Chertudi fue una excelente persona", enfatizó Víctor, en cuya gestión "presentamos el primer petitorio" por una necesidad imperiosa del Puente de Madera, la electricidad. "Fuimos con Rudy Salto y en cuatro meses tuvimos luz", manifestó, con agradecimiento.
A Chertudi, lo siguió en la presidencia del Concejo Municipal, un año después, su correligionario Mauricio Nuin, a quien el vecinalista definió como "una gran persona y muy accesible" y que realizó mejoras en "todos los barrios de la periferia". El tercer y último titular del Concejo Municipal fue otro radical, Pedro Dobrée.
Dobrée fue jefe comunal entre 1985 y 1987 y Alarcón se entrevistó con él para que gestionara el servicio del agua. Lo ayudó en algunas gestiones el médico Julio Arriaga, por entonces concejal por el radicalismo, aunque en cierto momento se distanció de la bancada. Tras algún retraso, los vecinos de Puente de Madera accedieron al agua potable.
Rudy Salto y Ocampos
Tras respaldar e incluso hacer campaña por los tres intendentes radicales, don Víctor apoyó en 1987 la postulación y el asenso de Julio Rodolfo "Rudy" Salto como intendente de Cipolletti. Fue Rudy el primer político en ejercer la intendencia propiamente dicha, tras una reforma a la normativa local que estableció, bien diferenciados, un Poder Ejecutivo y un Poder Legislativo, este último, conformado por el Concejo Deliberante.
Al recordar a Salto, lo definió como "una persona que sabía escuchar" y "muy accesible" para quienes habitaban los barrios populares. En su gestión, también se atendieron los requerimientos de las distintas barriadas.
El próximo mandato lo ejerció el radical Jorge Ocampos, quien asumió en 1991 y ejerció su mandato hasta 1995. El dirigente del DVN también mantuvo conversaciones con Ocampos, de quien recordó que era "una persona de trato agradable". El contexto político y social de la provincia era adverso por esos tiempos, con una profunda crisis que sacudió el segundo mandato del ex gobernador Horacio Massaccesi.
El "Flaco" Julio Arriaga
En 1995, le tocó el turno de ser intendente a Julio Arriaga, de quien Alarcón mantiene algunos de sus "mejores recuerdos". Durante la campaña electoral, el vecinalista incluso puso al servicio de Arriaga una veterana Citroën 3CV, en la que se instaló un parlante para hacer propaganda.
El "Flaco" Arriaga "me recibía siempre, no tenía problemas en atenderme", enfatizó el dirigente, quien resaltó las "buenas relaciones" que compartieron.
El jefe comunal le cumplió pronto una promesa que le había efectuado a los pobladores de Puente de Madera. Fue una obra de envergadura, nada más y nada menos que la construcción del puente de hormigón que desde entonces comunica al barrio con el resto de Cipolletti.
Así, el hormigón reemplazó a la "madera" que había sido hasta entonces el material del viejo puente que permitía la vinculación de la barriada, al que dio el nombre que conserva hasta hoy.
Weretilneck, jefe comunal
Más tarde, tras los ocho años de gestión de Arriaga, "hicimos campaña" con Alberto Weretilneck, que tuvo dos mandatos como intendente, entre 2003 y 2011. Las acciones concretadas por Weretilneck fueron clave para solucionar un gran problema que habían empezado a sufrir en la barriada en 2006: el insoportable olor que comenzó a lanzar la planta de tratamiento de aguas servidas de La Falda, cuyas enormes piletas para líquidos cloacales fueron construidas justo enfrente del sector poblacional.
Se iniciaron, a partir de entonces, seis años de luchas y demandas ininterrumpidas, hasta que se logró el objetivo. Las gestiones y la ayuda que brindó Weretilneck rindieron su fruto en marzo de 2012, al inicio de la administración de su sucesor en la comuna, el "profe" Abel Baratti. En ese entonces, la mayor parte de los habitantes se mudó a viviendas ejecutadas por Provincia, pero con el aporte financiero y de diseño del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios de la Nación.
El propio Alarcón pudo comunicarse con el ministro Julio de Vido, quien se interesó personalmente por la situación y facilitó los trámites necesarios. El ex gobernador Miguel Saiz y sus colaboradores cumplieron las gestiones provinciales y luego los culminó el gobernador Alberto Weretilneck, tras suceder en el cargo a Carlos Soria, fallecido el 1 de enero de 2012.
Baratti, Tortoriello, Di Tella
Con el intendente Abel Baratti mantuvo alguna polémica, pero, finalmente, pudieron superar diferencias y se consolidó una relación normal, la que debe existir entre un funcionario y un vecinalista. Entre otras cosas, Baratti impulsó la construcción de la primera plaza del DVN, la que también inauguró. Además, logró que se instalara el primer destacamento policial con que contó el barrio.
Más buena onda y cercanía tuvo con el siguiente jefe comunal, Aníbal Tortoriello. "Tuvimos muy buena relación", sostuvo y destacó que en el mandato de Tortoriello se pavimentó la calle Saturnino Franco y se terminó la pavimentación de la calle Presidente Illia, comenzada por su antecesor. Sus vínculos afectivos con el hoy diputado nacional los conserva hasta el presente.
Durante la intendencia de Claudio Di Tella, en tanto, el trabajo vecinal se complicó por la pandemia de Covid-19, pero aun así hubo diálogo y se consiguió que se radicara la primera farmacia del Distrito, que era menester contar con premura, por la salud de la población. Además, se empezó a gestionar la radicación de la Cooperativa Obrera, ya que los vecinos desean tener un supermercado cerca para sus compras.
"Dios me habló y dejé el alcohol"
En casi 45 años de labor vecinal, primero en Puente de Madera y luego y hasta ahora en el DVN, don Víctor Alarcón no ha parado en ningún momento de propiciar la organización de sus vecinos y la búsqueda de respuesta a los reclamos que surgen de la comunidad. Sin embargo, cuando tenía 55 años el alcoholismo le jugó una mala pasada.
"Un día miércoles, me decidí pasar 15 días tomando alcohol, encerrado en mi casa de Puente de Madera. No me importaba el trabajo, estaba perdido en la bebida. No comía, me la pasaba tomando. Al final, me costaba mantenerme en pie y me caía cuando caminaba entre el dormitorio y el baño", relató.
En ese dramático momento de su vida, Víctor le pidió a Dios que lo salvara, asumiendo el compromiso de dejar el alcohol. "Y Dios me escuchó y Dios me habló" y lo ayudó a poner término al vicio de la bebida. Desde ese momento hasta el presente, el chileno y de corazón también argentino no ha probado una gota más alcohol.
El hecho es que, a esa altura de su vida, no cobijaba sentimientos religiosos y solamente le hablaba de religiosidad y de Dios su suegra. En adelante, no obstante, fue cambiando y se volvió un miembro de la Iglesia Israelita, a la que empezó a dedicar una gran parte de su tiempo. Así, hoy sigue llevando adelante un trabajo constante en un grupo de evangelización, que lo lleva a viajar con frecuencia a distintas localidades.
Sin pausa, con su Iglesia
Durante 16 años, visitó y realizó actividades en Zapala y, muy recientemente, estuvo en Cutral Co y en El Cuy. Está muy contento y entusiasmado por la labor que sigue concretando y también porque su Iglesia no para de crecer. En Cipolletti, su culto ya cuenta con dos templos, al igual que en Neuquén. En Centenario, por su parte, hay cuatro templos. También hay otros en Bariloche y en diversos lugares. "Es la maravillosa obra de Dios", expresó.
En su casa del DVN, don Víctor sigue ahora con su querida rutina vecinal y religiosa, sin ceder a la soledad que soporta desde que su esposa Belda Inés Jara falleciera, hace ya varios años. Son su soporte afectivo permanente su hija Ximena Alarcón, quien vive en una casa que linda con la de él, y su hijo Víctor Guillermo. También lo son sus vecinos y sus recuerdos.
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