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Cerró Reyi, la marroquinería histórica de Cipolletti

Su local ubicado en Yrigoyen 830 fue durante 44 años uno de los líderes del rubro. Su dueña contó los motivos de la decisión.

Después de 44 años de vigencia comercial y atravesar los vaivenes de la economía y la misma vida, la marroquinería Reyi, una de las más tradicionales del rubro en Cipolletti, cerró definitivamente.

La vidriera del local ubicado en Yrigoyen 830, que supo desbordar de carteras, bolsos, mochilas, valijas y todo artículo útil para llevar algo, ahora está vacía. Un cartel que lo anuncia con la liquidación total de su stock y otro que ofrece en venta el fondo de comercio explican que es el final.

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“Es una etapa cumplida. Son muchos años y hay un desgaste”, explicó con un dejo de nostalgia Yolanda Rodríguez, su propietaria. Porque el negocio fue su ocupación, su obra y sostén, a la que le dedicó todo su esfuerzo y constancia, siempre con la premisa de “mantener calidad y precio”.

La historia de Rayi se inició en 1978, cuando Jaime Jorquera, esposo de Yolanda, inauguró en un local alquilado. Tenía conocimientos de la cuestión, pues había trabajado en una fábrica de equipajes en Buenos Aires, a donde partió de joven tras recalar en la ciudad proveniente de su Chile natal. A los pocos años regresó y con la experiencia adquirida se inició en la actividad comercial en sociedad con un familiar, quien luego siguió su propio camino.

Yolanda entonces estudiaba para maestra jardinera y estaba centrada en eso. Hasta que conoció a Jaime, que era amigo de amigos, y se pusieron de novios. Se recibió, trabajó en un jardín, pero no pasó mucho y “colgó el título”, para dedicarse de lleno a la marroquinería, tentada por su ya marido. Mientras que el él fundó una empresa constructora.

Así lograron comprar un terreno vecino donde construyeron su propio local y la casa. Después llegaron los tres hijos, cada uno dedicado a su profesión, quienes le dieron cuatro nietos. La sola mención de la familia y los pequeños le ilumina el semblante a Yolanda.

En todo este tiempo pudo ver detrás del mostrador los avatares del país y el humor de la gente, muchos clientes que pasaron de generación en generación.

Recuerda as modas, los estilos. También a los vecinos que ya no están, como Cuero Crudo o la tienda Del Barrio o Arigón, que aún se mantiene.

La noticia del adiós sorprendió a muchos. Fue lentamente, en varios días de remate con notables rebajas de los productos que le quedaban.

“Nos preguntan mucho porqué cerramos y muchos se lamentan, eso me enorgullece porque es un reconocimiento”, sostiene la docente.

Su mano derecha

Durante 30 años Sandra Tapia trabajó en Reyi. “Toda una vida acá adentro”, expresó también con un atisbo de tristeza. Fue la empleada de confianza de Yolanda.

“Era mi sombra, mi mano derecha”, afirma y ríen las dos. Ella ayudó a desarrollar el negocio y también a que pudiera disfrutar de una de sus mayores placeres, que es viajar. Recorrió decenas de países entre ellos los más exóticos del mundo, y Sandra quedaba a cargo del local.

“Nos conocemos mucho, nos bancamos hasta cuando andamos con los patos volados”, admite Yolanda y las dos vuelven a reír, aunque algo las ensombrece.

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