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Ya no viven en un auto, pero siguen necesitando ayuda

La triste historia de Juan y sus dos hijos con retraso madurativo.

Dos décadas lleva Juan Maragaño intentando darles una mejor calidad de vida a sus dos hijos con discapacidad. Se hizo cargo de ellos cuando tenían uno y dos años, cuando se separó de la que era su mujer y madre de los chicos. En más de una oportunidad tuvo que optar entre alimentarlos o mandarlos a la escuela. Fue el peso de esa decisión lo que lo motivó a luchar por los derechos de sus hijos y ahora reclama que la Justicia obligue a la madre a cumplir con la cuota alimentaria y al Municipio a actuar en resguardo de los derechos de los jóvenes. La necesidad los llevó a vivir un buen tiempo a los tres juntos en un auto.

Yohana y Juan José tienen 22 y 20 años y unas ganas de seguir estudiando que supera cualquier obstáculo. Ambos tienen un retraso madurativo leve que le imprime otra dinámica a su proceso de aprendizaje. Necesitan estrategias educativas que atiendan a los tiempos de cada uno para comprender los contenidos y responder las consignas. No obstante, nunca se sintieron impedidos para asistir, siempre que podían, a la Escuela Especial y después a la Escuela Laboral 4 de Cipolletti.

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Para mantener a sus hijos, Juan realizó distintas tareas relacionadas con el trabajo de chacra y con la albañilería. Hoy, con 60 años, sigue buscando changas y sabe que de todo lo que gana tiene que guardar una parte, porque no es seguro que al otro día tenga con qué llevar el pan a su casa.

A tal punto llegó la inestabilidad económica, que los tres tuvieron que vivir por cuatro meses dentro de un Fiat 147, en una estación de servicio, y suspender la educación de los chicos porque el dinero no alcanzaba para comprar los útiles escolares de la lista que mandaban los maestros.

Después de una serie interminable de pedidos, la Municipalidad de Cipolletti le cedió a Maragaño una casa en Puente 83 Sur. Fue hace tres años, justo cuando el hombre se presentó en el Juzgado de Instrucción 1 para denunciar a su ex mujer por no pagar la manutención de los chicos. A su vez, reclamó el derecho del cobro de la Asignación Universal por Hijo, pero la Justicia -según él- no respondió a ninguno de sus pedidos.

Todo por sus hijos

“Quiero que mis hijos sean personas de bien”, sostiene Juan con la amargura de quien agotó todas las opciones. “Ellos quieren seguir estudiando” afirma y declara que lo que está pasando hoy con los chicos “es un abandono de un discapacitado”, por eso desafía a la Justicia a que le demuestre lo contrario.

Maragaño afirma que no busca limosnas, no quiere nada regalado. “Quiero un trabajo estable para mantener a mis hijos y que la Justicia les reconozca el derecho de cobrar sus pensiones y la cuota alimentaria”.

Su sueño es que en marzo sus dos hijos puedan ir a la escuela con todo lo que necesitan. Yohana quiere empezar la secundaria en el nocturno para pensar, a futuro, en una carrera universitaria. Juan José todavía no sabe leer, quiere terminar la primaria y le gusta mucho la mecánica, por lo que su papá piensa buscar algún taller donde él pueda ir unas horas y comenzar a aprender un oficio.

Su sueño es que cuando él ya no esté para cuidarlos, ellos no estén desamparados.

La intervención del área de Desarrollo Humano y Familia

Semana tras semana, Juan Maragaño se da una vuelta por la Municipalidad para saber cómo van sus trámites y, de paso, hacer algún pedido para su familia. La Secretaría de Desarrollo Humano y Familia dispuso un vale por una carga de un cilindro de gas de 30 litros, alimentos no perecederos y materiales para reacondicionar la casa. Sin embargo, Maragaño no tiene movilidad como para recargar la garrafa. Según el coordinador ejecutivo de la secretaría, Gonzalo Rivas, desde la comuna “se hace todo lo posible por estar presente”. Además, el funcionario recordó que cuentan con talleres de oficios en todos los barrios, en los que se otorga una certificación que valida la formación. También existen lugares de contención pensados para jóvenes con discapacidad que aún no logran insertarse en el mundo laboral. “La AUH no la pueden cobrar porque la madre cobra un sueldo elevado y no les corresponde”, informó Rivas.

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