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Una pareja se separó y acordó dividir la casa en la que vivían

Una pareja se separó y, a la hora de repartir bienes, ambos acordaron partir la casa. La dividirán con una pared y seguirán viviendo allí.

La disolución de una pareja que compartió su vida durante 40 años no resultó sencilla a la hora de dividir bienes. Sin embargo, hubo acuerdo en una mediación en la que se resolvió, literalmente, la división de la casa que compartían.

El divorcio incluyó una mediación con el objetivo de lograr resolver quién se quedaría con la casa, para evitar que el proceso termine en juicio. La ahora ex pareja de Bariloche vivió 40 años en esa vivienda, que será finalmente dividida para que los dos ex cónyuges tengan un lugar dónde vivir.

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A fin de poder realizar la división antes mencionada las partes se comprometieron a efectuar la construcción de una pared divisoria y un baño. Dicha construcción se deberá hacerse efectiva en el plazo de 60 días y cada uno asumirá el 50% del costo total.

Así, cumplido el plazo previsto, se estima que a partir de septiembre uno de ellos se mudará a la nueva vivienda que ocupa el sector delantero de lo que fuera la propiedad común; sector que el otro se comprometió a liberar. Ambos deberán, además, consensuar la contratación del empleado de construcción que llevará adelante las remodelaciones y la compra de los materiales de construcción necesarios para las reformas.

Este acuerdo prejudicial significa una solución para la familia obtenida en un espacio de diálogo que resulta esencial para evitar la prolongación de conflictos y promover un entorno de colaboración y responsabilidad compartida, en una temática de difícil solución como es la cuestión habitacional. Al resolver estos temas fuera del ámbito judicial, se logra una respuesta más rápida y se atiende las necesidades de todas las partes involucradas.

Nuevamente, la mediación se constituye en una salida que evita que este tipo de conflictos prospere y su consecuente avance a un proceso judicial. La judicialización de problemáticas como ésta implica además un costo afectivo, sentimental, familiar y no hace más que profundizar -en algunos casos- el problema. Llegar a un acuerdo voluntario implica priorizar el diálogo, la escucha y evitar imposiciones.

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