El alfajor rionegrino con raíces mapuches que llegó a París
La historia de Piwké, el alfajor artesanal elaborado por una joven emprendedora de Chimpay, la ciudad de Ceferino Namuncurá y de la cerezas.
“Me gustaría llegar a todos los rincones de la provincia, pero no quiero ponerle límites al emprendimiento, quiero que llegue a todos los lugares a los que se pueda enviar y que Piwké sea reconocido como el alfajor de nuestra región, el alfajor del valle medio, el alfajor de Chimpay, que la gente lo identifique como un producto de la zona”, declaraba no hace tanto Noralí Huinca Paine, creadora del alfajor artesanal que lleva el corazón en su nombre y en su elaboración.
Pues bien, meses después de aquella confesión, su delicia llegó mucho más lejos de lo que quizá hubiera imaginado: nada menos que a la glamorosa París. Sí de Chimpay, donde se encuentra esta emprendedora que ha conquistado no solo el paladar de los lugareños sino también el de los europeos, a Francia. De la región al mundo.
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La historia de Piwké comenzó hace varios años, cuando Noralí decidió crear un alfajor que reflejara su pasión por la repostería y su conexión con la tierra y la cultura mapuche.
Después de años de pruebas y experimentos, finalmente encontró la receta perfecta: un alfajor blanco con masa de nuez, relleno de dulce de leche y corazón de frutos rojos.
Pero lo que hace que Piwké sea verdaderamente especial es el amor y la dedicación que Noralí pone en cada alfajor. "Yo hago algo que lo hago porque lo amo", dice al sitio 7 en Punto.
El nombre Piwké -corazón en mapudungun- también es parte de la identidad de este alfajor rionegrino realizado en la cuna de Ceferino Namuncurá, dado que Norali es descendientes de Mapuches.
"Cada alfajor es hecho por mis manos, desde el relleno hasta el envoltorio. Cada vez que alguien nuevo que nunca me vio me ve haciendo los alfajores, me dice 'No puedo creer todo el trabajo que lleva, toda la minuciosidad, toda la dedicación que tiene", asegura.
El éxito de Piwké no se limita a la localidad de Chimpay. Recientemente, un alfajor de la marca llegó a París, gracias a una chica de Chimpay, Candela Muñoz, que se fue a vivir a la ciudad luz. "Ella se volvió loca con los alfajores", celebra Noralí. "Ella y su pareja los aman. Cada vez que alguien viaja a París, le llevan una caja de Piwké". Sus alfajores al pie de la torre Eiffel: soñado.
"Viví en muchos lugares, incluso en Uruguay durante un tiempo y acá hay algo que no encontrás en otros lados. No sé si es místico o energético. O a tal ves es el cariño por la tierra", reflexiona a propósito del extranjero y con gran sentido de pertenencia.
La pasión y la dedicación de Noralí son aportes esenciales para un producto tan especial. "Es algo que va más allá de un alfajor o más allá de vender un producto. Es algo que sale del corazón", señala.
Un alfajor con presente y futuro
Es alentador el futuro del producto, sobre todo porque cuenta con características nobles de Chimpay, capital de la cereza rionegrina que se importa al mundo. Y por lo pronto el alfajor ya llegó a la capital francesa.
Para todas las personas que quieran adquirir el producto, se pueden contactar por las redes sociales de Norali Pastelería, o bien por el Instagram: Piwkealfajoresartesanales. También se hacen repartos en el Alto Valle.
Un poco de amor (y de alfajor rionegrino), francés. ¡Chapeau, Noralí!
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