Piden 11 años de prisión para el supuesto psíquico que violó a la hija de un amigo

La fiscal Rocío Guiñazú Alaniz pidió que le impongan una pena de 11 años de prisión a Néstor Yiyo Bergallo, quien el 4 de abril último fue declarado culpable del delito de abuso sexual con acceso carnal en perjuicio de la hija mayor de edad de un amigo.

Según se determinó en el juicio de responsabilidad, se comprobó un ataque ocurrido entre fines de 2011y 2012, cuando él tenía cerca de 65 años y la víctima 23. En esa oportunidad la llevó oculta en su camioneta hasta el paraje El 30, donde la accedió carnalmente en el marco de un “ritual de satisfacción profunda”.

El requerimiento del castigo lo planteó Alaniz en la audiencia de cesura realizada este jueves en los tribunales de Cipolletti.

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Estefania Petrella

La defensa de Bergallo, el abogado local Damián Moreyra, solicitó el mínimo establecido en la calificación, seis años de cárcel y que la cumpla en su domicilio particular, al alegar que el hombre tiene 80 años de edad, tiene familia y no representa riesgo ni peligrosidad.

Previo a los alegatos, el tribunal integrado por los jueces Alejandra Berenguer, Julio Sueldo, y Guillermo Merlo, escuchó los testimonios de dos personas propuestas por la defensa, la hija del condenado y una profesional que elaboró un informe socioambiental.

Turno de alegatos

Luego siguieron los alegatos finales de las partes. En primer lugar expuso la fiscal, quien sostuvo que la víctima atravesó un padecimiento prolongado durante más de diez años, sin poder exteriorizar lo ocurrido hasta que su cuerpo manifestó síntomas que derivaron en el descubrimiento del abuso.

Mencionó autoflagelaciones, excesos de consumo alcohol, problemas de concentración y alimenticios, lo que derivó en enfermedades como “trastorno atracón” y estrés postraumático complejo.

Sustentó estas aseveraciones en pericias psiquiátricas y psicológicas que confirmaron “daños graves y persistentes, compatibles con situaciones de abuso sexual”.

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Resaltó que la víctima pudo denunciar cuando reunió la fuerza suficiente para afrontar el proceso, reconociendo la complejidad emocional de su situación. Ello generó que muchos de los hechos relatados por la mujer hubieran prescripto al momento de la presentación penal.

La representante del Ministerio Público afirmó que los informes aportados al expediente describieron síntomas de angustia, vergüenza, culpa y rechazo corporal. Indicó que la víctima mostró cortes, quemaduras y dificultades para concentrarse, todo en el marco de un cuadro de estrés postraumático.

Entre diversas circunstancias agravantes, la fiscalía destacó que el condenado ocupaba una posición de preeminencia en la vida de la víctima, a quien conocía desde su nacimiento.

Era como un padre

Según expresó, el vínculo de confianza generado por esa cercanía favoreció un entorno de control emocional y afectivo que impactó de forma determinante en ella, quien lo consideraba una figura paternal.

Mencionó además en el marco del alegato la existencia de rituales físicos y esotéricos a los que la víctima refirió haber sido sometida.

A ello agregó que Bergallo pcupaba un lugar de preponderancia en su vida. Resaltó que la vio nacer, transitó su infancia, adolescencia y parte de su adultéz, lapso en el que se convirtió en “una figura de importancia”, lo que fue aprovechado por el hombre.

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Incluso mencionó que su preeminencia la llevó a idealizarlo como “un ser mágico” que le generó una dependencia “emocional y afectiva”, que le permitió crear un “terreno fértil” para abusarla.

Como único atenuante, la fiscal señaló la edad del condenado (80 años) y la ausencia de antecedentes penales.

El tribunal dará a conocer la sentencia en una audiencia por la plataforma Zoom, el 23 de junio a las 13.30.