La petrolera que se animó a ponerse al frente de un icónico bar nocturno
Elvia Coria habló de sus intensas jornadas laborales en YPF y al frente de Ogham, la cervecería que empezó a comandar en la previa de la pandemia.
Su presencia no pasa desapercibida. Ella va y viene con amabilidad y está en todo. Trabaja con su equipo en armonía y distendida, como una más. Con su estilo marca la diferencia. Sin poses, se hace respetar. Con una mirada y sonrisa serena, Elvia Coria saluda detrás de la barra de Ogham luego de ultimar detalles de lo que fue el evento por el Día de la Mujer, que delineó con entusiasmo incluyendo la actuación de DJs mujeres y una decoración especial llena de frases motivadoras y de empoderamiento.
"El 8M es un día para conmemorar y reconocer los logros que conseguimos y lo que falta todavía, por eso esto de los mensajes. Quizás algunos los vean y no les sume o se rían, pero sé que en algún punto van a hacer algún ruidito o dejar una semillita", señaló en diálogo con LMNeuquén, luego de sentarse cómoda en una mesa, apartada del bullicio y la música, dispuesta a charlar.
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La vida de Elvia cambió rotundamente hace dos años, cuando la división de bienes por su divorció la dejó al frente del bar que había lanzado hace cuatro años con su expareja, su hermano y su cuñada.
Al desafío de encabezar un grupo de trabajo en un rubro poco conocido para ella ,como el gastronómico, se le sumó la cuota adicional de animarse a pisar fuerte en la noche neuquina - siempre vinculada a la masculinidad en cuanto a gestión de bares y boliches- con una de las propuestas más convocantes de la ciudad y la responsabilidad de llevar adelante un negocio familiar y el peso de una marca registrada en Mar del Plata, Buenos Aires, Rosario y Tres Arroyos.
Por si fuera poco, al tiempo de compatibilizar su nueva faceta con su profesión y su trabajo diario en YPF, la pandemia de coronavirus volvió a ponerla en jaque.
"Yo soy licenciada en Gestión Ambiental y trabajo en el petróleo desde el 2008. Comencé en Comodoro Rivadavia en una operadora norteamericana, en 2013 me fui para YPF y en el 2014 me ofrecieron venir a liderar un proyecto acá en una planta de gas ubicada en una zona de chacras. Por otro lado, Ogham va a cumplir cuatro años. Es un proyecto que nació con mi ex marido, mi hermano, mi cuñada y yo. Yo me separé hace más de dos años y, cuando se cerraron los temas legales Ogham quedó a cargo de mi hermano, mi cuñada y de mi. Como ellos viven en Mar del Plata estoy yo al frente gerenciando el bar", sintetizó.
Al poco tiempo, la adaptación de Elvia al frente Ogham sumó un nuevo condimento: el COVID. "Me agarró la pandemia y cambio todo: mi trabajo en YPF y la dinámica en el bar. No subí más al campo, empecé a hacer homeoffice y todo se fue acomodando. En ese momento vivía en Cipolletti todavía, cruzaba el puente a las 5:30, 6 de la mañana porque era un caos. Con el permiso que tenía de gastronómica venía y trabajaba desde acá mientras hacíamos delivery o take away. Éramos dos personas, más dos chicos de cocina y así la fuimos remando hasta que esto empezó a tomar un poco más de dinámica", dijo sin detenerse en todos los escollos y dolores de cabeza que trajo consigo los meses de aislamiento.
"Con la apertura, tuvimos que acomodar el local e implementar los protocolos. Eso para mi fue muy sencillo porque yo todos los días trabajaba con leyes, procedimientos así que enseguida pudimos implementar todo, por suerte siempre con muy buenos comentarios por parte de la gente de la Municipalidad y Comercio", narró.
Y siguió contando: " Mucha gente de otros bares incluso me preguntaban cómo había hecho tal cosa, pedían que los ayudara. Yo no tomo nada como competencia, para mi todo es un complemento. De hecho, cuando se vino la apertura fui a hablar con toda la gente de los bares, creamos un grupo para compartir información. Yo creo que esa situación también nos unió bastante. Estuvo bueno. Si nos quedamos sin algo, lo pedimos y nos prestan y al revés también", comentó remarcando la buena onda que tiene con los propietarios de los locales gastronómicos vecinos.
Trabajo a full
Pese a su rutina ajetreada y las responsabilidades que recaen sobre ella, Elvia disfruta su presente y lo toma con gratitud y naturalidad, más allá de que trabaje los siete días de la semana y que las demandas externas y su cabeza no paren.
"Trabajo siete por siete, de 8 a 17 en YPF y luego bar. Duermo poco, es verdad. Seis horas... es todo una movida. Los domingos trato de trabajar a la mañana y luego cortar para estar con mis amigos. Si me voy a Mar del Plata a ver a mi familia o a la cordillera, siempre estoy con el teléfono. A veces quiero tirarlo", dijo entre risas.
"Sí me hago tiempo para hacer ejercicio a la mañana. Antes de esto yo hacía mucha actividad, tenía mis clases de yoga, pilates; tenía otra vida y de golpe el universo me dio esto. Nunca lo imaginé. Yo me casé muy joven, a los 24. Pensé que iba a tener a mi familia, el perro, el gato, el auto y esas cosas. Hoy estoy acá, en Neuquén, sola porque mi familia no está, pero tengo un familia de amigues que son lo mejor que me puede pasar, están siempre. Yo ya no me proyecto, vivo el día a día, lo disfruto y vivo todo naturalmente", agregó.
Familia, orgullo y aprendizaje
Para Elvia el balance del camino recorrido es positivo, más allá de sus intensas jornadas laborales y las pocas oportunidades para desconectar.
"Ogham es de mi familia. Para construir esto, hasta mi mamá y mi papá estuvieron trabajando, cuidando a mis sobrinos, viajando. Mi cuñada embarazada trabajando un montón también. Vivíamos todos juntos en el dúplex que alquilaba yo en Cipo. Mi hermana viajaba para hacernos compañía. Yo no podía dejar esto. Aparte Ogham es sustento de mi hermano, mis sobrinos y de un montón de gente que trabaja acá", subrayó al hablar del significado que tiene para ella el bar y de los motivos que pesaron a la hora de tomar las riendas.
"Cuando Ogham nació, no esperábamos que sea lo que es. Mi hermano es un emprendedor, empresario de la gastronomía en Mar del Plata. Él también es parte de la sociedad con la fábrica de cerveza y al venir a visitarme a Neuquén vio un potencial. Siempre veníamos a esta zona a caminar y cuando veía este lugar decía que tenía que ser un Ogham", recordó haciendo alusión a la diagonal 9 de Julio, donde está ubicado el bar.
"Este es el Ogham patagónico, también hay cuatro o cinco locales en Mar del Plata, en Buenos Aires, Tres Arroyos y Rosario. Yo creo que es uno de los mejores lugares que tiene Neuquén. Eso me costó reconocer, pero a medida que fui recorriendo otros lugares me di cuenta de eso. Eso carga un poco más la mochila, porque no quiero bajar ese estándar. Nosotros siempre pensamos en ser mejores, en innovar. Visualizamos un perfil de clientes y lo mantenemos. Nuestros clientes buscan estar en un lugar lindo, agradable donde puedan charlar, compartir, comer rico, abundante y donde tengan no solo cerveza, sino también otras opciones como coctelería y vinos", describió.
Al ser consultada sobre cómo encaró la aventura de plantarse frente a un grupo de trabajo en un rubro gestionado generalmente por varones, Elvia manifestó: "El principio me preguntaba si iba a poder. Pero bueno, soy una persona que no pienso ni a mediano ni a largo plazo, voy día a día. Veo como lo puedo encarar. Por suerte siempre estuve acompañada de buena gente liderando los grupos, algunos están, otros ya no, pero siempre me pude apoyar en eso", destacó.
"Equipos de trabajo sí había manejado, pero no en el rubro gastronómico y menos de la noche. Así que sigue siendo todo un desafío. La noche es dura, castiga mucho en el sentido de que siempre está mal vista y eso da lugar a que cualquiera pueda pensar o creer que puede hacer cualquier cosa. Siempre tratamos de marcar que estamos trabajando y el respeto fundamentalmente. Sabemos que el ambiente es así, ojalá otras generaciones lo puedan cambiar", agregó para luego recordar que al principio se sentía incómoda cuando alguien, sin advertir que era la dueña del lugar o que estaba trabajando, se acercaba para invitarla a tomar algo o que le de dejaba su número de teléfono.
"Ahora me rio, pero antes no me lo tomaba así. Solo una vez tuve una situación en la que me faltaron el respeto. Una persona que estaba muy ebria, vino, me empezó a agarrar las manos, a tocarme. Enseguida salió mi jefe de cocina, la gente de seguridad y se tranquilizó todo. Como me pasa a mi, le pasa a las mozas y tratamos de evitarlo. Yo misma he invitado a gente a que se vaya. En mi trabajo en el petróleo nunca me pasó una situación fea, excepto cuando era pasante en Buenos Aires", advirtió.
En cuanto al vínculo con sus colaboradores, expresó: "Tengo un equipo que es un soporte genial. Son muchas horas juntos, por eso trato que el ambiente de trabajo sea lo más armonioso posible, pero siempre poniéndo límites. Eso es algo que tuve que aprender. Tuve errores, fui corrigiendo, cuando hay algo que no sé cómo encarar consulto, escucho al resto. En algunos momento colapso y ahí digo: 'No es momento de tomar decisiones, así que me retiro y al otro día regreso más tranquila'. No tengo una receta de cómo se dio esto, creo que siendo respetuosa, humilde -en el sentido de dejar que me ayuden- y confiando". "Hubo gente que no fue tan buena y me dejó mucho aprendizaje y otra que sigue. Hacerme cargo de este monstruo me generó un aprendizaje terrible", recalcó.
"El miedo paraliza a cualquier persona, pero cuando una trasciende eso y hace que todo sea un día a día, va rompiendo con eso. Va avanzando y observando que puede hacer muchas cosas. Hubo situaciones muy feas que tuve que encarar, lo hice y pude. Fue salir de la zona de confort y poder confiar en mi. Yo creo en eso. Si querés hacer algo no hay que quedarse con las ganas, hay que intentarlo. Puede salir bien, mal pero todo es experiencia", concluyó Elvia alentando a otras mujeres a que se animen a cumplir sus sueños e ir por lo que se proponen.
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