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El petrolero que apostó a la energía solar para producir almendras

Está creando una chacra como proyecto para su retiro de la actividad petrolera e instaló paneles solares para abaratar los costos de la energía para riego.

Adrián Fontana es ingeniero. Y no tiene que presentar su diploma de Ingeniería en Petróleo para que le crean. Ni siquiera demostrar su experiencia de años en el mantenimiento de equipos de perforación para las operadoras afincadas en la cuenca neuquina. Porque Adrián piensa como ingeniero. Y fue esa mentalidad dispuesta a hacer cálculos y analizar variables lo que lo llevó a apostar por los paneles solares en su chacra, que es a la vez un cable a tierra y un proyecto que cultiva para su futuro retiro del oil and gas.

Desde que llegó a Neuquén en la década del 90 para estudiar la carrera de Ingeniería en Petróleo en la Universidad Nacional del Comahue (UNCo), Adrián siempre buscó quedarse. Y si bien trabajaba por distintas provincias y hasta desempeñó sus funciones en Perú, ya sabía que esta tierra era la que lo iba a albergar para siempre. Por eso echó raíces: las propias, a través de una familia, y las de sus almendros.

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"Yo no sabía nada de la actividad, no vengo de una familia de productores", explica en diálogo con LMNeuquén. Adrián se interesó por la chacra casi por casualidad, porque la familia de su ahora ex esposa tenía una parcela de 10 hectáreas de tierras ociosas en China Muerta. Él pensó que había que hacer algo con el terreno, y se enzarzó en una guerra contra los desniveles, las dunas y un monte de pura jarilla y alpataco.

Empezó de a poco y con la asistencia del Centro PyME ADENEU, que lo asesoró en los conocimientos técnicos para volcarse a la producción agraria, un terreno completamente desconocido. Primero, se ocupó de plantar alfalfa con el objetivo de fortalecer los suelos y dejarlos aptos para producciones más intensivas.

Como la chacra es pequeña y hay sectores de tierra tan hostil donde nada crece, Adrián quiso orientarse hacia una producción de mayor rentabilidad. "La producción más intensiva es la de las hortalizas, pero requiere de mucho personal y muchas horas de trabajo", dijo para explicar por qué eligió las almendras. "El consumo interno todavía no está cubierto, hay una parte que se importa, y es un producto intensivo que no requiere de tanta afectación horaria", indicó.

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Desde que comenzó hace ya varios años y hasta la actualidad, su chacra no genera ingresos y demanda inversión. Cada avance es fruto del esfuerzo propio de Adrián y cada peso que invierte sale de su sueldo en las petroleras. "Al principio planté una sola hectárea y tenía riego por goteo por gravedad, así que las plantas tenían riego irregular, o cuando fertilizaba, no llegaba la misma cantidad de producto", detalló.

Adrián necesitaba energía eléctrica para seguir creciendo. Y tuvo que hacer todo solo para llevar los tendidos hasta su chacra. "Los transformadores, todo lo tuve que pagar, las cooperativas no me dieron nada", se lamentó. Mientras que el diseño de los tendidos y el sistema de riego lo fascinaban desafiando sus aptitudes de ingeniero, también lo llevaban a hacer cálculos poco alentadores.

"Ahora funciona porque la energía está subsidiada, pero cuando las tarifas se sinceren, ya no es rentable la producción", explicó. Y eso lo llevó a tomar una decisión revolucionaria: se decidió a colocar paneles solares para autoabastecer su chacra de la energía necesaria para garantizar el riego por goteo. Así, también logró congelar el precio del kilowatt, con una inversión que sabe que se amortizará con el tiempo.

"Yo ya tenía experiencia en el tema porque tengo una cabaña en la cordillera, en una zona donde no llegan los servicios, y por eso tuve que instalar paneles con baterías", dijo y agregó que no tiene forma de recuperar la inversión que hizo en esa vivienda. "La hice porque era la única forma de acceder a los servicios, pero me marcó la pauta para invertir en la chacra", aclaró.

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Su formación con sentido de las estructuras lo ayudó a planear con facilidad la proyección de este nuevo sistema de energía. Adrián produce 80 kilowatts por día. "Una casa consume 6 o 7, es lo suficiente para abastecer casi 15 casas", explicó. Por ahora, inyecta todo el excedente a la red, aunque pretende comprar más bombas en el futuro para sumar más hectáreas plantadas con almendros.

Si bien su objetivo es cubrir las 7 hectáreas con plantas, por el momento ya tiene mil frutales, que crecen a paso lento para generar producción en el futuro. "Por ahora no estamos centrados en la producción, estamos en proceso de estructurar las plantas, lleva unos cinco años que empiecen a dar frutas", dijo.

Sin embargo, en la última temporada encontraron almendras en algunas ramas dispersas. "No es una producción para comercializar pero sí es el gesto de que den frutas, por primera vez veo la proyección como algo tangible", relató sobre el momento en que encontró los primeros brotes de las plantas que regó por tantos años.

Sin posibilidad de vender sus frutos secos, Adrián vive la chacra como un cable a tierra. Pero todo se costea con su sueldo petrolero, por lo que se somete a jornadas extenuantes de trabajo para combinar ambas actividades y sacar lo mejor de las dos. "Hago ocho horas de trabajo de oficina en modalidad home office, de ahí salgo cansado pero mentalmente, y después me dedico a la chacra hasta las 10 de la noche, donde el cansancio es físico", explicó.

A veces sin darse cuenta, el productor camina unos 5 kilómetros diarios entre las idas y venidas por sus plantaciones. Por la intensidad de la tarea, contrató a un empleado que lo ayuda, otro costo fijo que debe afrontar con su sueldo del oil and gas. "Yo lo pienso como una actividad de retiro, pero todavía no es rentable como para dedicarme enteramente a eso", sostuvo.

Construir los cimientos de su chacra fue posible gracias al asesoramiento técnico del Centro PyME ADENEU, que también lo contactó con otros productores de la zona. "Son muchos los productores de peras y manzanas que se están pasando a los frutos secos", dijo y agregó que esas herramientas le permitieron animarse a nuevas proyecciones que encara luego en solitario.

Según el último relevamiento difundido por el Centro PyME, Neuquén cuenta con 441 hectáreas de frutos secos, de las cuales 306 son de nogales y 135 son de almendros. En 2021, el Centro PyME ADENEU brindó 170 asistencias técnicas a productores del sector.

Aunque no le genera ingresos, la chacra se convirtió en un cable a tierra para Adrián, en esa actividad distendida que espera siempre después del trabajo para cambiar el estrés mental por un cansancio físico pero lleno de oxígeno. Y también es el motor de los sueños por venir: él ya se imagina las formas de comercializar sus almendras a partir de los nuevos hábitos de consumo. "Ahora se consume mucho la leche de almendras, se pueden vender enteras o laminadas y también producir aceite, pero todo exige una inversión", aseguró.

Podría parecer que sus actividades transitan por sendas paralelas. Sin embargo, él afirma que hay muchos puntos en que esos caminos confluyen, porque aporta todos sus conocimientos de la ingeniería a su labor diaria en esta nueva vida rural. Ese pensamiento estructurado, tendiente al cálculo y la resolución de problemas, se imprime en cada actividad para sacar a su chacra adelante, en tiempos difíciles para la producción frutícola.

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