Una agente policial denunció a un jefe por malos tratos
Afirmó haber enfrentado diversos inconvenientes durante su último embarazo y luego en el período de lactancia.
Hoy está con atención psicológica y ha promovido una causa judicial y un recurso administrativo interno.
En espera de que la Justicia se decida a avanzar en la causa y mientras aguarda una resolución a la instancia administrativa interna a la que recurrió hasta ahora sin éxito, la agente de policía Graciela Almendra realizó una denuncia pública contra el trato indebido que habría recibido por el actual subcomisario de la Unidad 32, Fabián Fernández, por su condición de embarazada y, luego, de madre en plenas condiciones de amamantar.
La uniformada hizo la denuncia penal el 18 de marzo ante la Fiscalía de turno a cargo de Rita Lucía y el planteo dentro de la institución policial el 10 de abril. En ningún caso ha tenido respuesta pero no ha echado atrás con su determinación de esclarecer a fondo lo que le tocó vivir y para ello cuenta con la colaboración del estudio legal neuquino de Pablo Gutiérrez y Emmanuel Roa.
Además, tiene el apoyo institucional del Consejo de la Mujer de Cipolletti y de una psicóloga de esta entidad, que la está atendiendo por las secuelas emocionales que le ha traído aparejada la situación vivida.
Almendra tiene 36 años y cuatro hijos, el último de los cuales tiene hoy 1 año y 3 meses. Fue durante su embarazo que atravesó los problemas que tanto la han afectado, al punto que uno de los dramas que debe hoy enfrentar es el llanto permanente que le aviene cuando debe referirlos.
Proveniente de Neuquén y de familia policial, tiene cinco años revistando en la fuerza pública rionegrina. Radicada en Cinco Saltos, donde cumple hoy funciones en el área de Tránsito, el drama que relata se desató en noviembre de 2011, cuando quedó embarazada y siguió al año siguiente cuando ya era mamá.
Riesgo en la gestación
En diálogo con La Mañana de Cipolletti, contó que el destrato habría ocurrido cuando formaba parte de la dotación de la Comisaría 32, cuando Fernández era aún principal y actuaba como jefe de operaciones. En ese entonces, ella enfrentó algunas complicaciones por la presión sanguínea alta que le avino en el desarrollo de la gestación, y el riesgo que ello conlleva.
Sin embargo, la actitud de su superior no habría sido la que le correspondía en ese caso y más ante los certificados médicos que le presentó la agente. En concreto, Almendra llegó a solicitar hacer tareas de oficina, porque era lo conveniente por su estado. Pero su jefe la mandó a seguir en tareas de calle en la zona del colegio industrial ubicado frente al barrio Quito. Según ella, Fernández habría hecho comentarios del tono que “un embarazo no es enfermedad”.
Afirmó también haber escuchado al principal referirse a la condición de embarazada de las agentes como “un problemita”. Recordó que, por esa fecha, ya estaba en vigencia la ley 4.542 de 2010, en que se amplían derechos de las mujeres en gestación, cambios que fueron incorporados por una circular interna al ámbito policial.
Después de la licencia obligatoria y del nacimiento prematuro de su hijo, contó que la situación no mejoró y su jefe no le habría hecho las cosas más fáciles durante el período de lactancia. Al contrario, pese a la abundante producción de leche materna que ella tenía, él no cejaba en su determinación de mantenerla en servicio de calle, lo que la obligaba a ir hasta una estación de servicio para poder descomprimir sus mamas.
Aun así, su indumentaria, principalmente la interior, quedaba empapada del alimento vital, lo que le provocaba indignación, dolor y un creciente malestar, físico y psíquico. Fernández habría hecho comentarios del tipo que “a ella no la dejen bajar” a la sede policial, desde la calle a la que estaba destinada, porque “se tomó muchas atribuciones”, relató la mujer policía, que insistió en que en esa época “mi ropa estaba toda mojada por mi leche”.
Falta de respuesta
Lamentó que el cuestionamiento que hizo ante el ex jefe de la Regional Quinta, Gustavo Pérez, no haya tenido ningún efecto, pese a que el jerarca policial se habría mostrado preocupado por la situación. Criticó también que, en determinado momento, se le haya retenido el arma de fuego por tres días.
Almendra dejó en claro que en ninguna circunstancia sufrió por parte de Fernández acoso sexual alguno y cuestionó que el fiscal José Rodríguez Chazarreta le haya dicho que no observaba delito en lo que le tocó vivir. Trasladada primero a la Caminera de Cipolletti, la agente fue pasada después a Tránsito de Cinco Saltos.
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