Amor e inclusión: Abrieron un bar atendido por personas con discapacidad
El local emplea a jóvenes y adultos con autismo, síndrome de Down, sordera y otras condiciones. Los detalles.
Que las personas con discapacidad puedan acceder a todos sus derechos no está relacionado con sus aptitudes físicas o intelectuales, sino con las barreras y obstáculos que la sociedad pone para que puedan hacerlo. Esto lo entendió muy bien José “Pepe” Ramón, un empresario de Tucumán quien, primero en su empresa y ahora con la apertura de un bar atendido exclusivamente por personas con discapacidad, le da la posibilidad de trabajo.
Se trata de “Espacio Juntarnos”, un bar que es “100% inclusivo, no solo porque emplea a 33 personas con discapacidad, sino porque está preparado para que personas con todas las condiciones puedan ir a tomar algo. Queda en la ciudad tucumana de Yerba Buena, y está pensado, desde su arquitectura hasta su atención, para que concurran personas con movilidad reducida, hipoacusia, autismo o cualquier otro tipo de discapacidad.
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Los empleados del bar
“Hola, muy buenas tardes. Bienvenido a Espacio Juntarnos”, le dice Milu, que tiene 27 años, a cada persona que entra al bar. Ella es la recepcionista, tiene síndrome de Down y le encanta conversar y reírse con los clientes. Nunca se pierde la oportunidad de agarrarlos amablemente del brazo y acompañarlos hasta una mesa. “Es el mejor trabajo que tuve”, dice con una sonrisa.
Nacho es uno de los empleados del bar. Cumplió 20 años y tiene autismo. Al igual que para muchos otros de los chicos, este es su primer trabajo formal. En una nota con La Nación, Pepe recuerda, “Su mamá nos contó que nunca antes se había reído. Por eso, su alegría cuando vio a su hijo reírse por primera vez, en el bar, mientras le sacaban una foto, fue inmensa”.
Pepe es la cara visible de un grupo de amigos que hace más de 25 años busca ayudar a los demás y que considera la apertura del local como un sueño cumplido.
Discapacidad y trabajo
En Argentina, el 86,7% de los mayores de 14 años con certificado de discapacidad no tiene trabajo, según el último anuario estadístico de la Agencia Nacional de Discapacidad.
El bar emplea a 33 personas con discapacidad de entre 19 y 54 años que trabajan unas cuatro horas por día. Si bien cuenta con personal profesional que los acompaña, allí “todos son uno” y no creen que la discapacidad “sea una frontera”. “Ver cómo los chicos están compenetrados es algo maravilloso. El trabajo les da autonomía, levanta su autoestima, los hace sentir útiles. Fue enorme la alegría que les dio cobrar su primer sueldo y sentirse valorados”, cuenta Pepe, que es el dueño de una fábrica de repuestos de autos en la que trabajan otras 15 personas con discapacidad.
“Los clientes se van emocionados”
“La gente viene aquí a vivir una experiencia. Nuestra idea es que cada persona que pase por Juntarnos se vaya siendo otra persona, que sus ojos y su corazón ganen empatía”, dice Pepe, que también asegura que cada día al menos dos o tres clientes lloran de la emoción al ver la propuesta inclusiva del espacio.
“Si pediste un cortado y te trajimos un mate cocido, disfrútalo igual”, es uno de los lemas del bar, en el que equivocarse está permitido. “Uno de los camareros es campeón del mundo rompiendo vajilla, la rompió toda pero logró salvar un vaso, no sabés la alegría que tenía ese chicos por haber logrado salvar el vaso”, relata Pepe y aclara: “Nos podemos equivocar, pero lo que queremos es que la gente vea más allá de las discapacidades que tienen los chicos y se enfoquen en la capacidad enorme que tienen todos, que es el amor que transmiten, que hace que la gente se emocione”.
El Ramonazo
La Fundación Espacio Juntarnos, que financia el proyecto mediante colaboradores y sponsors, es algo así como un desprendimiento del Ramonazo, un evento solidario que se hace en Tucumán desde 1999 y que Pepe dice que nació por “una casualidad”.
Como cumplía años en enero, una época en la que mucha gente está de vacaciones, Pepe y su grupo de amigos propusieron repetir la juntada en junio. Con el tiempo, ese encuentro se fue haciendo costumbre, fue reuniendo a cada vez más gente, y aunque lo bautizaron como el “Ramonazo”, el hecho de que Pepe cumpliera años pasó a segundo plano. El protagonismo, entonces, se lo llevó una cajita que ponía Ramón, en la que le pedía a la gente que pusiera algo de plata, para después donarla primero a un comedor y después a otras fundaciones.
Así, el cumpleaños de Pepe se transformó en un evento solidario que, de alguna manera, se vio beneficiado por la pandemia. Y es que, al no poder hacerlo de manera presencial, el grupo de amigos se contactó con Canal 10 y el Ramonazo Solidario se transformó en un espectáculo en vivo que gira alrededor de sorteos con premios que van desde dinero en efectivo hasta autos cero kilómetro. Mientras Pepe y sus amigos se encargan de conseguir sponsors, donaciones y gestionar el evento, las fundaciones beneficiarias se quedan con el 100% de los bonos que vendan.
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