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La familia Zanola, inmigrantes dedicados a cultivar la tierra

Emparejaron, araron, construyeron canales, y tantas otras tareas para cultivar la tierra y progresar.

En este camino que me he trazado para historiar familias cipoleñas, proyectamos un encuentro con descendientes de la familia Zanola que resultó ser inusualmente alegre y familiar. Todos sus miembros lucían amplias sonrisas que demostraban el orgullo de pertenecer a una familia de inmigrantes que vinieron a trabajar y dejar huellas en estas tierras. ¡Vaya si lo lograron!

Lorenzo Zanola nació en Vallio, Italia, en 1902 y falleció en Cipolletti en 1979. De acuerdo con el relato de sus hijas y nietas, don Lorenzo realizó labores en las chacras de Cervantes, luego se asentó en General Roca en donde trabajó en la chanchería de Berardi, a su vez, ayudó con la terminación del canal principal.

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Bailando en el Recreo de Roca, conoció a María Delai, quien había nacido en Soprazocco de Lombardía. Se casaron en 1929 y fruto de este matrimonio nacieron sus tres hijas: Ángela, Elida y Elsa. Con sus ahorros, compraron un lote en La Alianza que se encontraba en muy mal estado.

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Con la ayuda de sus hermanos, trabajaron duro para restaurarlo. En la década del '30, adquirieron la chacra en Ferri, ubicada en Cinco Esquinas. Según la historia familiar, don Zanola llamó a la calle de la chacra "Roma-Berlín" debido a la presencia de inmigrantes italianos y alemanes que vivían allí.

Una vez que mejoraron el suelo, sembraron alfalfa, plantaron viñas y árboles frutales. Con mucho esfuerzo, construyeron su vivienda, nivelaron y araron la tierra, excavaron canales y desagües, y comenzaron el proceso de limpiar la tierra. Vendían pasto, tenían una vaca lechera de la cual obtenían leche, criaban cerdos y aves de corral.

Sus hijas asistían a la escuela utilizando el colectivo que entraba a las chacras, y los padres les obsequiaban, a los choferes, vino, queso y jamón. Las tres hermanas asistieron a la Escuela 45 de Cuatro Esquinas, una escuela pionera en la zona. La menor, Niní (Elsa Bruna), asistió a la escuela de Ferri N° 36 y luego a la escuela secundaria en María Auxiliadora de Roca.

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La hija mayor, Ángela, nacida en 1933, conoció a Orlando Moreno en los bailes del Prado Español y posteriormente se casaron. Orlando trabajó en A.F.D (Argentine Fruit Distribution), luego desempeñó labores en el Banco Río Negro y Neuquén, y finalmente se jubiló en la empresa Sanz y Cía. Tuvieron dos hijas, Estela Maris y Marcela. Estela Maris se casó con Ángel Siracusa y tuvieron tres hijos: Nicolás, Vanina y Sofía.

Elida María, nacida en 1935, se recibió como Profesora de Alta Costura y se casó con Luis Cáceres, a quien conoció en los bailes del Prado Español. Luis, oriundo de Ingeniero White, trabajó como ferroviario y también en Toschi y Kleppe S.A. Tuvieron una hija, Mariela, quien contrajo matrimonio con el Ing. Juan Dante Vasallo. Fruto de este matrimonio nacieron sus hijas, Giuliana Belén y Ornella Paola.

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Elsa Bruna nació en 1941, se recibió como Maestra y trabajó en distintas escuelas del valle. Se casó con el escribano Pedro Mabellini. La madre de Pedro cantaba en el mismo coro que María Delai en la iglesia de Soprazocco, Italia. Tuvieron tres hijos: Alejandro, Claudia y Carlos. Los Mabellini abrieron el Hotel Amucán en Neuquén capital en el año 1975, y actualmente es administrado por Claudia, quien también es escribana, al igual que su hermano Carlos.

El hijo mayor, Alejandro, es Licenciado en Economía y se casó con Martha Zampierin. Tienen dos hijos: Juan Ignacio y Santiago Alejandro. Carlos se casó con Lorena Nicolás Creide, también escribana, y tienen dos hijas: Justina y Sofía.

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Entre tantas fotografías familiares observamos un camión, La Cambicha, era el que transportaba a los ferroviarios a pescar a San Blas.

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Era común realizar las famosas "carneadas" donde se reunían vecinos, amigos y, por supuesto, toda la familia. Compartían tareas con los inmigrantes locales y se ayudaban mutuamente, yendo de chacra en chacra. Disfrutaban mucho de esas reuniones, recordando sus países de origen. Cantaban y compartían anécdotas de sus lejanas tierras.

Hoy los homenajeamos porque con su arduo trabajo abrieron camino para que sus descendientes pudieran honrar y continuar el legado.

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