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La caída de la megabanda fue una cuestión de Estado

El gobierno rionegrino se involucró porque afectaba la seguridad.

Por Guillermo Elía - [email protected]

El accionar de la megabanda liderada por José “Chiqui” Forno puso en jaque la seguridad en todo el Alto Valle y esto obligó a que el gobernador Alberto Weretilneck y el ministro de Seguridad Gastón Pérez Estevan se pusieran a disposición de la fiscalía y la brigada de investigación de Cipolletti para el armado de lo que fue la caída y detención de los delincuentes, entre ellos su cabecilla.

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La clave

Un policía neuquino, Bustos, cuñado de Forno que fue quien cobró un par de cheques tras el millonario golpe a la empresa de César Zanellato, en junio de 2015, fue la piedra angular de la investigación, ya que a partir de las escuchas que se ordenaron a este efectivo surgió el teléfono del Chiqui.

Con el correr de los días y de los hechos la fiscalía en conjunto con la brigada de investigaciones de Cipolletti, a cargo del comisario Gastón Leiva, trabajaron contra reloj porque las escuchas llegaban de Buenos Aires entre 48 y 72 horas después, por lo que corrían de atrás a la banda.

Los delincuentes se manejaban en el corredor que va de Regina a Zapala y cada vez que daba un golpe salían de la localidad, esto se pudo determinar a partir de un sesudo trabajo con el cruce de las antenas telefónica.

A esta dinámica se le sumaba que cambiaban el chip del celular, pero la suerte estuvo del lado de los pesquisas porque siempre alguno de los involucrados se demoraba uno o dos días más en hacer el cambio y esto daba pie a conseguir y filtrar los nuevos números.

A Forno llegaron a contabilizarle hasta siete líneas telefónicas a lo largo de la investigación.

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La caída

Con todos los elementos reunidos, los investigadores, los fiscales y el gobierno rionegrino consideraron que era el momento de dar el golpe porque la gran cantidad de robos concretados hacían crecer la sensación de inseguridad.

Por exhorto se solicitó la colaboración de la Policía de Neuquén y se coordinó un gran operativo para el 3 de mayo de 2016.

Weretilneck y Pérez Estevan, que estaban al tanto de todo, no dudaron que afectar a 200 efectivos de toda la provincia.

La madrugada del 3 de mayo todos los efectivos fueron reunidos en una escuela de Policía de Cipolletti, ninguno sabía para qué los habían convocados, de hecho, hasta se les retiró el celular a todos para evitar posibles filtraciones.

La operación casi se cae porque estaban observando la casa de Forno en Cipolletti y el líder de la banda no aparecía. La tensión creció hasta que finalmente apareció el Chiqui, que al advertir que lo iban a aprender inició la fuga en su auto. Lo persiguieron hasta Allen, donde ingresó a una casa creyendo que no podrían ingresar los policías, pero la labor de inteligencia había sido tan prolija que incluso contaban con orden de allanamiento para ese domicilio.

La jornada concluyó con 42 allanamientos. En Río Negro: fue en Villa Regina, Roca, Allen, Catriel y Cipolletti, mientras que en Neuquén se realizaron en Centenario, Cutral Co, Zapala y Plottier. En total, se detuvo a diez integrantes de la megabanda.

“Fue una banda que afectó a la seguridad del Alto Valle”

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El ministro de Seguridad, Gastón Pérez Estevan, explicó a LM Neuquén por qué el gobierno rionegrino se involucró de forma directa con la investigación para desarticular a la megabanda.

En ese entonces se estaba produciendo un cambio en la jefatura, por lo que el gobernador Alberto Weretilneck en conjunto con Pérez Estevan coordinaron acciones con fiscalía e investigaciones de Cipolletti.

“En ese momento eran golpes importantes y estaban en crecimiento. Se descubrió que era una banda porque tenían un modus operandi determinado propio de una organización criminal”, aclaró Pérez Estevan.

“Estos hechos estaban afectando la estructura de la seguridad en el Alto Valle y requería atención del gobierno y una respuesta contundente”, recordó el ministro.

“La verdad que Gastón Leiva, de la brigada de investigación de Cipolletti, y los fiscales hicieron un trabajo excelente”, destacó el funcionario rionegrino.

“El día del golpe se trabajó muy bien. De hecho, participé en tres allanamientos en Cipolletti”, concluyó Pérez Estevan, y aseguró estar expectante del fallo que puedan dar los jueces.

Forno y compañía se comunicaban en clave futbolera

En las más de 160 mil intervenciones telefónicas que se concretaron durante la investigación se pudo determinar que los delincuentes utilizaban un código para referirse a los golpes y esto fue explicado por los pesquisas durante el juicio.

Por ejemplo: “Ya está la cancha, hay que ver cuándo jugamos el partido. Tendríamos que ver qué jugadores llevamos y estar atentos al árbitro”, fue de las tantas charlas que tuvieron los delincuentes durante la preparación de los distintos robos que llevaron a cabo en el corredor que va de Villa Regina hasta Zapala.

A la hora de desarticular el código, los pesquisas pudieron establecer que la cancha es el lugar elegido para robar, es decir, la víctima. El partido es el día del golpe. Los jugadores son los integrantes de la banda que necesitaran para ese trabajo y el árbitro es la Policía a la que con un handy le escuchaban las comunicaciones.

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