La abuela que toma fernet cumplió 100 años y los festejó con emoción
Mamá de muchos hijos propios y ajenos. De la guerra y la vida. "No puedo pedir más nada", dijo Julia, rodeada por su familia y amigos.
Le gusta bailar, comer chivo y tomar fernet. Hasta hace un tiempo pintaba manteles a mano y le enseñó a sus hijos a tocar la guitarra. La abuela Julia Rosa Giménez cumplió 100 años, y su familia y amigos la sorprendieron con una fiesta en la Asociación Esperanza y Vida, de la que es socia vitalicia. "Qué más le puedo pedir a la vida", dijo la mujer, emocionada.
Vestía un saco largo y rosa que le quedaba pintado. "Parece que acá están todos mis hijos", dijo, y enseguida se llevó la manos a la cara para secar sus lágrimas. "Yo no sabía nada de esto, estoy muy emocionada", agregó Julia, a quien en realidad le dicen Julieta, y con ese nombre le cantaron el feliz cumpleaños.
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Nacida en Bajada del Agrio, hace más de 60 años que reside en la capital neuquina, frente a la plaza del barrio Bouquet Roldán. El pasado 3 cumplió 100 años de vida, y todos sus seres queridos quisieron celebrar su vida y su legado. Mamá de muchos hijos. Diez hijos de sangre y otros ajenos a quien adoptó como propios. Dos se le murieron. Pero la vida le dio revancha y cuando fue la guerra de Malvinas abrió su casa de par en par para compartir el calor del hogar con otros jóvenes que venían de Mendoza.
"Era nuestra otra mamá. Nosotros no conocíamos a nadie y un día nos llevó a su casa para pasar los fines de semana, mientras nos preparábamos en el continente", contó Daniel Arias, desde una silla de ruedas. "Ella nos brindó su familia, fue muy fuerte", agregó Carlos González, recién llegado de Mendoza con su esposa. A Julia o Julieta, como le dicen, Carlos no la veía desde hace 42 años, y con los ojos rojos de emoción la vio llegar por la puerta del centro de abuelos. "Vine exclusivamente para verla a ella", confesó.
La abuela recordó a sus hijos de la guerra y la vida, y se estrechó con ellos en un abrazo profundo. "Mi hermano me decía 'que tonta sos' por ayudarlos, que le dé el gobierno. Pero ellos me pagaron muy bien. Acá están conmigo", manifestó la abuela.
La hija mayor de Julia tiene 80 años, y la menor, María Arzola, 57. Ella fue la que minutos antes de que ingresara la cumpleañera animaba a todos con chistes. "Que si está bien la abuela... que ya van a ver, van a tener que sacarle el micrófono", decía.
En la fiesta estuvieron todos presentes, salvo la hija Zulema recién operada. Porque además de hijos, tiene 23 nietos y 22 bisnietos. Un familión. Su esposo falleció en el año '97 y nunca más volvió a tener un compañero. Eso si, vive con un hijo de 78 años y con "la chica" que la cuida, que es otra hija para ella.
Se la ve muy bien, aunque se queja de que a su edad no la dejan hacer nada. "Cada vez que come chivito rejuvenece 50 años", bromeó Graciela, otra de sus hijas. "Demasiado he vivido, no puedo pedir más nada. Todos han sido muy buenos", cerró.
Después de los abrazos, fue momento de compartir en la intimidad con su familia y amigos. Momento de disfrutar de todos los detalles.
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