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En el Valle no hay mano de obra para podar las chacras

Los golondrinas no pueden viajar y se complica la tarea de cubrir vacantes.

En las chacras de la ciudad y la región hace falta mano de obra para las tareas de poda, pero no se cuenta con trabajadores que puedan desarrollar las labores. Desde hace tiempo se depende de obreros que vienen a la región desde las provincias del norte del país pero hoy, por la pandemia, están imposibilitados de hacerlo por las restricciones al transporte que están en vigencia por tiempo indeterminado.

En un pasado ya lejano, de varias décadas, se contaba con operarios de la zona que estaban capacitados y tenían la experiencia para cumplir con todos los requerimientos de la actividad frutícola. Sin embargo, el interés por este tipo de oficios fue decayendo con los años y hubo necesidad de contar con el esfuerzo de gente de otros lugares de la geografía nacional, especialmente oriundos de Tucumán.

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Así lo refirió esta semana el dirigente agrícola Eduardo Artero, quien manifestó que en la actualidad se siente la carencia de personal que sepa llevar adelante la poda y otras tareas habituales en las chacras.

“Los trabajadores de las provincias del norte vienen a levantar la cosecha y luego se vuelven a sus hogares. Muchos de ellos retornan después para las labores de postemporada y su actividad resulta imprescindible”, expresó.

Sin embargo, este año el viaje de vuelta a casa para muchos golondrinas se anticipó por la pandemia y luego ya no pudieron regresar al Alto Valle para la postemporada.

16 mil trabajadores golondrina que llegan a las cosechas. La fruticultura es una actividad con mano de obra intensiva, especialmente en la cosecha. Genera miles de puestos de trabajo, aprovechados por obreros golondrina.

El período de poda se inicia tradicionalmente en mayo y suele concluir en septiembre, cuando se efectúa un alto por la floración de los frutales. En noviembre arrancan las tareas de raleo y después viene la cosecha. “En la fruticultura, todo el año se está en actividad”, enfatizó el referente, y lamentó que en la zona haya caído el interés por trabajar en las chacras.

“Muchos prefieren el ‘plan descansar’ o el ‘plan hacer el amor y tener más hijos’, y no quieren trabajar en las labores de la fruticultura”, expresó, con polémica, en alusión a quienes perciben ingresos por la asistencia del Estado. Otros productores afirman que los peones rurales del Valle se volcaron a otras actividades, como la construcción.

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La falta de mano de obra y el aumento del desempleo a raíz de la cuarentena podrían revertir esa tendencia. El INTA y el gobierno rionegrino lanzaron un plan de capacitaciones para jóvenes, que se implementará a través de cada municipio, para enseñarles las distintas tareas rurales a aquellos sin trabajo.

En otro orden, Artero puso de relieve otra dificultad que está afectando a los chacareros en la actualidad. Se relaciona con el gran endeudamiento que la mayoría de los productores mantiene con Provincia o con Nación.

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