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El joven que cirujea para sostener su exitoso emprendimiento

"A veces ando de tacho en tacho, entre la basura, pero ya no me da vergüenza", confiesa. Se inspiró en un trabajo de la escuela y la rompe. Por qué quiere cambiarse el nombre.

Su caso, de alguna manera, reivindica la educación pública y les da la razón a quienes tanto la defienden. Y también ofrece otra certeza: nunca es tarde para estudiar. Puede dar fe este muchacho de barrio que a los 23 años realiza el secundario nocturno y encontró en el colegio esa motivación que tanto necesitaba y hoy le brinda oportunidades laborales y económicas.

Gracias a un trabajo práctico en el CEM 115 (para jóvenes y adultos, mismo establecimiento que el ESNR 14) se inspiró y descubrió un talento innato del que no era consciente y con el que en la actualidad se las rebusca y ¡se luce!, al punto de montar un exitoso emprendimiento.

“Veo una lata tirada o en los canastos y ya me imagino un vaso. Entonces no dudo en revolver, lanzarme de cabeza si es necesario entre la basura para rescatarla. Voy de tacho en tacho buscando una”, admite quien en los papeles se llama Sebastián Daniel Ortuño pero prefiere que lo identifiquen como David Llaituqueo y ya explicará el motivo...

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David anda por todos los eventos con su exitoso emprendimiento.

David anda por todos los eventos con su exitoso emprendimiento.

Si, este joven de 23 años que hace un arte de ese don para reciclar envases de cervezas y gaseosas y convertirlos en vasos, ceniceros y maniceros de una calidad sorprendente.

“Al principio, no voy a negarlo, me daba un poco de vergüenza cirujear, porque se cirujea mal para tratar de conseguir los materiales para mi trabajo. Ojalá me los facilitaran y pudiera obtenerlos de otra manera. Pero ya estoy acostumbrado así que me parece algo natural”, comenta el pibe radicado en Oro que la rompe con su particular iniciativa.

¿Cómo surgió la idea? Ahí viene una de las partes más interesantes de la historia, que habla de la importancia de la escuela cuando cumple su rol de modo eficiente y todo funciona como corresponde...

El "vaso medio lleno" de una hermosa historia

“El año pasado en el Secundario se dio… Yo estoy cursando el nocturno y en tercer año te hacen realizar un microemprendimiento, buscando ideas recordé que tenía una caja con latas guardadas coleccionando y les quise dar un uso. Así empecé con los vasos, también maniceros y ceniceros”, agrega David, que se prestó a la charla con LM Cipolletti pese a estar atravesando un cuadro gripal.

“Por las dudas aclará que higiene es lo que sobra, los materiales que traigo a casa son sometidos a una limpieza exhaustiva y total para luego poder comercializarlos”, revela por si hiciera falta.

A propósito de su labor, indica que el proceso para reconvertir cada lata en un vaso demanda “cerca de 3 horas”. Y lo detalla paso a paso.

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“Por vaso uso 3 latas. Una es la exterior que luego cuando ves el producto final viene pintada con el estampado y trato de que esté lo más sana posible. Para interior utilizo una más chica, tipo la de Coca de 310cm y para borde otra lata de medida anterior, la grande de 470.

Agarro la primera, la corto cuestión de que entre la lata que va al interior, le pongo yeso -antes preparo obvio la mezcla yeso, agua- inserto la lata, dejo media hora que se solidifique el yeso y luego sí corto la parte que sobresale y dobla para el exterior.

Y el borde final, es otra lata aparte, uso lo que es la base de la lata, corto, lijo y pulo bien para que quede brillante. Encastro a presión, corto con tijera y a fuerza para los detalles finales”, explica al compartir sin egoísmos ni misterios su exitosa fórmula.

Promete seguir estudiando

Un tanto más rápido y simple es el procedimiento para la construcción de los ceniceros y maniceros. Allí “corto la parte de arriba de la lata en tiras y las prenso”, asegura quien montó su pequeña fábrica en su casa y cuenta con el respaldo de su mamá, padrastro y hermano. Y él por supuesto devuelve gentilezas: “Lo que gano es para mantenerme y ayudar en mi casa”, revela.

Se lo suele ver en las ferias “de Oro, de Cipolletti, a las que puedo asistir voy, el tema es la movilidad, me manejo de a pie y como tengo una mesa grande y pesada para el stand no quiero molestar a medio mundo en el bondi”.

“Las personas pasan y solo ven las latas, cuando les digo que las levanten se sorprenden al notar que es pesada. Son vasos que conservan bien el frío, los podés dejar en la heladera y no explotan y cuando los sacás te mantienen bien la temperatura”, específica.

Ya en la parte final del secundario, David se propone seguir estudiando “tecnicatura en programación a futuro”. Aunque, reconoce, “capaz que le dedico un año más al emprendimiento porque vengo tan bien, con tantos clientes que me cuesta dejarlo”, confiesa con una sonrisa.

Por qué se quiere cambiar el nombre…

“Es que no tengo relación con mi papá biológico, me quiero poner el de mi mamá que es la que me bancó siempre”, culmina a pura sinceridad el pibe que siempre ve el "vaso medio lleno", justamente, de las cosas...

Y se marcha caminando y pispeando cada cesto con la ilusión de encontrar otra lata. ¡David tiene motivos y vasos para brindar!

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