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El escriba que rescata historias del antiguo Cipolletti

José Quiñones es autor de "Barrio Del Trabajo de la ironía al homenaje" y "El León del Don Bosco, crónicas de un club de barrio", libros en los que rescata con una prosa pintoresca sucesos y anécdotas de mediados del siglo pasado. Se define como "un contador de historia" y "un aficionado a las letras".

“Yo soy eso. Un simple escriba. Un contador de historias”, afirma José Quiñones mientras revuelve el café desde la mesa que le permite contemplar el ritmo de la plaza principal. Responde así al explicar la vena literaria que le fluye naturalmente, que lo llevó a desempeñarse en el periodismo y a escribir dos libros que bucean en el Cipolletti de mediados del siglo pasado, en los que rescató episodios trascendentales de aquella época y otros que circulaban como mitos populares que indefectiblemente iban camino al olvido.

En “Barrio Del Trabajo de la ironía al homenaje”, su barrio, lo pinta desde que era un caserío rodeado de chacras y descampados lejos del resto del mundo, y lo duro que fue para sus primeros pobladores. Es su primera obra y tuvo un gran impacto en la comunidad.

En “El León del Don Bosco, crónicas de un club de barrio”, su más reciente producción, recuerda el surgimiento y los momentos más trascendentales de la popular institución social y deportiva cipoleña en sus 81 años de vida.

En ambos casos son trabajos que cobraron vida tras una concienzuda tarea de recopilación de datos que el autor extrajo de entre sus propios recuerdos –porque en muchos estuvo como testigo-, y gracias a múltiples entrevistas, en las que gestionó la búsqueda del material fotográfico que enriquecen notablemente los relatos.

“Vi a mucha gente, y esa misma gente me guiaba hacia otros que me podían agregar más información o ampliarme con detalles la que ya tenía. Anotaba en una libreta y a la noche llegaba a mi casa y lo volcaba en la computadora. Después escribía y corregía lo que no me gustaba. Me pasó varias veces que no me cerraba una frase, y la dejaba para otro momento. Y de repente, cuando estaba haciendo cualquier otra cosa, se me aparecía la solución y corría a escribirla”, refiere sobre el desarrollo de su rutina creativa.

Aunque no se considera periodista o escritor y en sus prólogos se define como un “aficionado a las letras” y pide disculpas ante la certeza de que se expresa con un escaso nivel estilístico, su prosa nutrida de imágenes, colores y sensaciones corporales invitan al lector a viajar hacia aquel tiempo. Se siente el frío invernal y el calor agobiante de las horas de siesta, la algarabía y las tristezas y hasta el aroma de los bifes con cebolla de los entretiempos en la cancha del club San Martín.

La clave está en la capacidad descriptiva de su pluma, que refleja su pasión como lector de toda la vida, su memoria y fina observación de la cotidianeidad

“Me resulta fácil, es algo innato”, reflexiona acerca de su disposición para la escritura.

El otro factor sustancial es encontrar la trama para narrar, y ahí entra juego el otro componente de su labor, que estriba en la perspicacia y el temple como recopilador.

“Historias hay a montones. Mucha gente tiene historias para contar. Lo que pasa es que hay que ocuparse de contarlas”, sentencia.

Prueba de ello es que después de publicar los libros mucha gente lo contactó para agregarle más información y detalles acerca de determinado acontecimiento, ya sea porque lo vivieron, estuvieron cerca o lo heredaron por la tradición oral.

De hecho “Barrio Del Trabajo de la ironía al homenaje” tuvo una segunda edición ampliada y mejorada, luego de que la primera se agotara a poco de salir a la calle.

Como el tiempo, la pulsión literaria de Quiñones no se detiene. No tiene un próximo proyecto literario aún definido, aunque sigue hurgando en el pasado y transformándolo en testimonio para la posteridad cada vez que una fecha, un acontecimiento o un recuerdo lo anima. En su Facebook se abre la ventana a aquel pasado que se niega a ser olvidado.

Los primeros rugidos del León

Salvo algunas crónicas aisladas, la evocación de sus memoriosos hinchas o relatos que circulaban como mitos populares, el club San Martín no tenía documentado su origen y copiosa historia de deportiva y social. Ese vacío lo llena “El León del Don Bosco…”.

La idea surgió en un momento triste, durante el velorio de don Amador Aninao, socio vitalicio de la entidad y permanente colaborador, padre de Miguel, quien también presidiera la entidad.

A partir de allí Quiñones se abocó a buscar información y darle forma a su prosa en una tarea que le demandó casi cuatro años.

El resultado es un relato apasionante en el que aparecen nombres de leyendas como el Pato Alonso, la Mona Bravo, el Zurdo Galli o Tucho López, grandes protagonistas dentro del campo de juego. Pero también llega más atrás, cuando un grupo de vecinos del entonces Cipolletti pueblo se juntó para fundar un club que los identifique, a la vez de homenajear al “Padre de la Patria”. Entonces salen a escena Los Pingüinos, el equipo de aficionados que se erigió como germen de la institución, la vieja casa de San Martín y España, donde se firmó el acta constitutiva, y los varios terrenos salitrosos prestados donde instaló su cancha, hasta que lograron comprar su espacio propio en el descampado que con los años se transformaría en el barrio don Bosco, o Brentana, años después.

Por su puesto, el escritor exaltó a muchos dirigentes que dejaron su vida por el club, también recuerda a vecinos que trabajaron de forma anónima y sin esperar otra recompensa que la satisfacción de haber colaborado para sostener una pasión que ya entonces había despertado. Y como no son todas rosas, como las que durante una época decoraron el estadio Julio Dante Salto, también analiza en su contexto los tiempos de crisis y la vez por poco se pierde todo lo logrado, pero que herido y todo el León se pudo componer gracias al apoyo de su propia gente.

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Sobre el autor

José Alberto Quiñones, nació en Cipolletti en mayo de 1958.

Estudió en el viejo colegio Manuel Belgrano (hoy ESRN 89).

Escribió crónicas deportivas en el desaparecido periódico Tiempo Cipoleño.

Autor de “Barrio del Trabajo, de la ironía al homenaje” (2015) y “El León del Don Bosco, crónicas de un club de barrio” (2019), integra la colección Pueblo y Memoria, del Fondo Editorial Rionegrina. Hay un proyecto para declararlo de interés cultural por la Legislatura rionegrina.

Actualmente trabaja en una empresa de servicios y es un activo colaborador del campeonato de fútbol de veteranos.

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