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Cuando las ganas de ayudar atraviesan todas las fronteras

Ricardo y Víctor nunca miran para otro lado. Sin que nadie se lo pidiera, consiguieron una mano ortopédica para un nene con una malformación y le cambiaron la vida.

Ricardo y Víctor Gross son hermanos y se hicieron conocidos luego de impulsar una campaña solidaria para ayudar a un nene de 7 años con una malformación genética en una mano. Le consiguieron una prótesis fabricada con una impresora 3D. El creador fue Franco, un joven que pertenece a una red de especialistas y realiza su trabajo de manera gratuita. Su único objetivo es el de ayudar a quienes lo necesiten e inspirar a otros.

Ricardo tiene 42 años y es médico y docente en la Facultad de Ciencias Médicas de la UNCo, mientras que Víctor tiene 43 y es profesor de educación física en la Escuela 283, del barrio 10 de Marzo, y en la 305, del Villarino. La emotiva historia comenzó a principios del ciclo lectivo cuando el mayor de los hermanos notó que, durante una clase de ejercicios de peso sobre una colchoneta, uno de sus alumnos de segundo grado no podía apoyarse bien y no quería hablar de su problema porque era muy tímido.

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Luego supo que el pequeño se llamaba Joaquín, que vivía en el barrio Caracas y que había nacido con una malformación congénita en la mano derecha, razón por la cual creció sin sus deditos, a excepción del meñique. Se lo contó a Ricardo y juntos decidieron contactar a alguien que se dedicara a fabricar prótesis.

Tras una búsqueda en las redes sociales, lograron comunicarse con Franco Mazzocca, un estudiante de Ingeniería Mecatrónica de la UNCuyo, en Mendoza. Con tan sólo 21 años, es parte de la comunidad C3D, que imprime y confecciona con una impresora y un rollo de filamento plástico, diferentes tipos de objetos. Hoy su trabajo solidario atravesó fronteras con envíos a México y otros países de Latinoamérica. Si bien la mayoría de las prótesis cuestan una fortuna, las que se fabrican bajo este concepto son más accesibles.

“Nos respondió enseguida. Nos dijo que no tenía problema, nos dio un instructivo para tomarle las pedidas a Joaquín y lo hablamos con su mamá. A la hora de explicarle de qué se trataba todo esto, le mostramos videos de Youtube de un personaje argentino que se dedica a este tipo de cosas. Él se disfraza de Iron Man para hacer las entregas de los aparatos para que sean amigables para los más chicos”, explicó Ricardo.

“Nosotros no fabricamos nada, sólo fuimos intermediarios a pesar de que nadie nos lo pidió. Somos padres y nos cuesta mirar para otro lado. Queremos contagiar a la gente esas ganas de moverse y buscar una solución, así empiezan los cambios”, remarcó el menor de los Gross.

Ricardo y Victor Gross

La prótesis creada por Franco estuvo lista en dos semanas, mientras que el encuentro con la mamá de Joaco fue algo complicado porque su jefe no la dejaba salir en horario laboral, razón por la cual debieron coordinar la reunión en la escuela, a las 20:30. Allí estuvieron presentes la familia y la directora del establecimiento, entre otras personas.

“Él es un nene muy cauto y tímido, pero cuando vio la prótesis se le abrieron los ojos de la sorpresa. Cuando se la probamos le calzaba perfecto, tuvimos mucha suerte, y a los segundos ya estaba agarrando cosas porque los dedos se cerraban con el movimiento de su muñeca. También tenía los colores parecidos a los de Spider Man. Ahora, con el paso de los meses, vimos que cambió su actitud y su autoestima y aprendió a cuidarla como algo muy preciado. Sabe cuándo usarla o no, y cuando la muestra, lo hace como si fuera un superhéroe. Todos sus compañeritos la quieren ver”, mencionó Ricardo.

Ahora los hermanos quieren comprar una impresora 3D para hacer este tipo de trabajos y mejorar la calidad de vida de las personas. También pretenden ir adecuando la mano de Joaquín a medida que vaya creciendo.

La tecnología 3D en la universidad

Ricardo, uno de los hermanos Gross, además de médico y profesor de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNCo, es también amante de los avances tecnológicos y las iniciativas precursoras. Por esta razón, la historia de Joaquín lo motivó a intentar introducir el mundo 3D a la carrera, ya que sus alumnos se mostraron interesados y emocionados sobre su funcionamiento y aplicación.

“Es una rama nueva de la medicina y ya hay muchas herramientas innovadoras que es necesario saber usar. Antes se leían libros, pero ahora se ve al cuerpo desde lo multimedia. Las prótesis conocidas son las más caras porque funcionan con el impulso de los músculos de quien las usa y se las conoce bajo el nombre de bioeléctricas. En la actualidad, también se ha incursionado con las que son impresas en 3D y que funcionan de la misma manera”, explicó el profesional de la salud.

En ese sentido, remarcó que la inversión principal es la de la impresora -puede llegar a costar entre 20 mil y 30 mil pesos, dependiendo de donde se compre-, pero que los insumos para fabricar las prótesis son baratos, lo que facilitaría llevar adelante la tarea solidaria en el Alto Valle. La manito de Joaquín, por ejemplo, costó tan sólo $150 y hasta fue entregada con tornillos y piezas de repuesto.

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